Por Jaime Masó Torres
Especial. Festival de La Habana para CorreCamara.com

La Habana. En La Habana Jorge Ruffinelli, otra vez. El crítico e investigador de literatura y cine forma parte del jurado que evaluará las cintas que compiten en la categoría de ficción.
No esperó mucho tiempo y en cuanto llegó comenzó a disfrutar, bueno, a trabajar también. El creador uruguayo labora en la materialización del libro Locas Mujeres, en el que analiza alrededor de 130 películas hechas por féminas en América Latina. Es diáfano en lo que dice y piensa. Su obra es testimonio fiel del antojo que lo hace vivir: seguir viendo cine. «Tengo en mi casa una de las colecciones más grandes de películas», se jacta y se ríe.


Para alguien como usted, que ha estado constantemente al tanto de este Festival, ¿cuáles son las principales perspectivas de esta 35 edición?

Mira, no comienza un Festival diferente sino que tiene una continuidad. No está Alfredo Guevara porque ya está en la historia del séptimo arte, de Cuba y de este evento, el cual no podrá prescindir nunca de sus ideas y sus luchas por el cine, no solo cubano sino latinoamericano. La vida es luchar y él lo hizo por mantener un Festival de primerísima categoría intelectual y artística. Hay una herencia de la que afortunadamente toma, en estos momentos, Iván Giroud. Creo que las perspectivas de continuar y sobrevivir son magníficas. Para los que hacen cine o lo estudian —como es mi caso— el Festival es una cita obligatoria.


Se ha hecho referencia sobre la apertura que hoy tiene el cine digital y la «muerte» de la era analógica. En este sentido, ¿cuáles son los retos que usted ve, no solo para el Festival, sino también para la cinematografía latinoamericana?

Yo soy optimista en ese sentido. Las películas han encontrado nuevos vehículos, esos que mencionas. Siempre digo: en Estados Unidos, donde vivo, se promueven hoy las películas «caseras», se vende el televisor de pantalla más grande o las películas en el formato más pequeño y todo esto va de un extremo a otro. Pero, ¿qué va de un extremo a otro? El cine, las películas. Lo que se ha filmado, la historia que alguien ha contado. Es decir, lo único que varía es la forma para llegar a ese cine o llegue a nosotros. El cine va a seguir existiendo en pantalla.


Sobre las producciones que se hacen hoy en Latinoamérica, ¿qué le llama más la atención?

Trato mucho de prestar atención a todo lo que se hace. Pero sí creo que uno de los fenómenos —bien recibido— es el cine hecho por mujeres latinoamericanas. Es muy bueno, no voy a decir superior. En conjunto todo el cine hecho por mujeres en este 2013 en Argentina, Brasil, en Cuba menos —hay que promoverlo más—, de manera general, es importante.


¿Por qué?

Es un punto de vista distinto, un ángulo de visión diferente. Por ejemplo el cine que hace la argentina Lucrecia Martel, donde existe una relación entre chicas adolescentes, nunca lo habíamos visto. También el trabajo de la brasileña Tata Amaral, entre otras.


Algunos dicen que el cine morirá, ¿lo cree usted?

El cine nunca va a morir. Te cuento brevemente esta anécdota. Soy muy amigo de Gabriel García Márquez y la única vez que lo pude entrevistar —no le gusta dar entrevistas a sus amigos—, le pregunté: ¿Por qué crees que los directores latinoamericanos siguen haciendo cine, sabiendo que no van a ganar dinero ni fama, que van a perder? Y me respondió: Porque si no hicieran cine se morirían. Al principio pensé que era una broma, pero tiene razón.

Hay tanta pasión por el cine, escuelas y jóvenes… Por lo tanto, te repito, el cine nunca va a morir y siempre van a existir historias que contar.


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