Por Manuel Cruz
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Acapulco. La alfombra roja no es exactamente igual a como se ve en las películas. Para empezar, es más corta. Y tras caminar por ella (resulta que la prensa puede acceder por ahí una vez pasado el espectáculo) la textura no es diferente de una alfombra normal. Lo que resta es entonces su representación: ¿qué tienen las alfombras rojas para que todos estemos locos por ellas? Para la inauguración del Festival Internacional de Cine Acapulco (FICA), un contraste interesante: empieza con un montón de reporteros en un podio, cámaras y micrófonos en la mano, intentado deducir de que lado vendrá su atención. En el extremo derecho, una reportera en un vestido azul comienza a rezar antes de acercarse a la primera pareja que viene, recibida por el silencio de los flashes y algunos susurros de los fotógrafos indicando instrucciones. Así de cerca, el efecto desconcierta: gran parte de los actores que pasan por la fila de cámaras llevan una sonrisa que se desvanece al salir. El movimiento es robótico, y la respuesta a las protestas de los fotógrafos queda ignorada.

Así de cerca, me cuesta entender la fascinación de ver a las celebridades posando. Ciertamente estuvieron en películas de la competencia, y los que no son viejas estrellas se vuelven noticias recientes, pero nada los aleja de ser personas. Nada, excepto esa extraña relación entre las cámaras y las expresiones, que desaparecen a la primera oportunidad. Sólo recuerdo haber visto a una actriz que literalmente se declaró “nada buena para esto” Y, después de muchas poses exactas, incluso pre-calculadas, se notaba. La mujer se la estaba pasando re-bien, pero eso no representa que se viera como los fotógrafos querían. Como los futuros espectadores suelen imaginarlo. Al salir arrastrada por los staffers para dar paso a la nueva fila, sólo menciono: “no pelen a Stallone”

Porque la crema y nata, al menos para el inicio del festival, consiste en el regreso de Rocky, Rambo, etc etc. Durante hora y media, decenas de reporteros esperaron impacientemente la llegada de quien realmente quieren ver. Es una tensión a cuentagotas que casi fue destruida cuando una mujer de prensa emergió entre las masas para anunciar que la aparición de la estrella hollywoodense no ocurriría esta noche. Sobra mencionar que los presentes no brincaban de felicidad. Pero un par de minutos después, anticipado por gritos de fotógrafos en la esquina y cámaras de televisión rodeándolo como robots mecánicos, Sylvester Stallone hizo su entrada, sólo para ser velozmente retirado. Sin embargo, es irónico: muchas de las celebridades en esta alfombra roja daban una impresión, entre la pose y las sonrisas. Stallone fue quizás el más relajado. Hizo comentarios espontáneos sobre Acapulco, se abrazó con las actrices alrededor, y se fue sin más problema. Aunque Stallone quizás no necesite pretender.

Finalmente, ningún reportero en su sano juicio vendrá a decirle a un boxeador/guerrillero/combatiente del mal como posar, especialmente si no quiere ganarse una paliza en el camino…

Foto: Silvester Stallone. Foto: FICA