Por Manuel Cruz
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Acapulco. “Donde chocan las olas” es una de las peores películas del año, exhibida en el Festival Internacional de Cine Acapulco (FICA). Es una de las peores películas en el cine nacional, y sólo obtiene presencia en este festival por las breves escenas que se filmaron en Acapulco. Cuenta la historia de un amor entre homosexuales con todos los clichés posibles: Mario (Saúl Mercado) es un hombre atormentando por su sexualidad, hasta que encuentra a Basil, un “empresario del extranjero” cuyo acento da suficiente risa para no tomarse en serio.

Decir que existe un conflicto entre ellos es exagerar: ambos actores hacen ver a la crema y nata de Televisa como genuinos artistas. La falta de dirección en todas las escenas de la cinta no deja de mostrar su efecto en parlamentos fuera de tono u atmósfera, como si no tuvieran idea de que hacer.

Y hablando de diálogos, esta cinta, que también incluye fotografía digital de extrema luz o grano total, combinada con edición colorida à la iMovie, descansa sobre un problema fundamental para muchas películas: si el guión no está bien escrito, es prácticamente imposible suponer que el resto sea mejor.  Con parlamentos como: “vamos. Sabes que también te gusto anoche” y “ya, no puedo esperar a que lo digas”, esta película baja tanto el estándar del drama en cine (gay o no) que realmente pone a la narrativa de telenovelas como algo con calidad. La comunidad gay, que indudablemente ha luchado durante años para obtener reconocimiento social bien podría sentirse insultada por esta representación cliché, vacía y pésimamente ejecutada que en el segundo día del FICA nos sacó a todos temprano, a perder dos horas y sin desayunar.

FOTO: Mario, Anna y Basil. Fotografía de Abraham Saraya.