Por Manuel Cruz
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Acapulco. Me habría gustado ver el rostro de Halle Berry cuando un miembro del Festival Internacional de Cine Acapulco (quizás en un ataque de pánico) la contactó para su asistencia a la clausura del festival. Ciertamente el resultado fue veloz, y menos esperado que la llegada de Sylvester Stallone. La enorme alfombra roja de la inauguración estaba sustancialmente vacía esta vez, y la llama de ambicioso glamour con cine y mar que parece definir el FICA comenzó a apagarse poco después de “Tercera Llamada” y el tributo cantor a Silvia Pinal. Como se dice en el contexto lúdico: “Rambo mata Gatúbela”.
Sin embargo, el espectáculo no faltó. Lleno de gracia y alegría tan brillante como su sonrisa y traje blanco, Fernando Allende comandaba el orden de apariciones en el gigante Mundo Imperial. Entre Victor Sotomayor (director de FICA), Miguel Alemán (director Honorario) y el secretario de fomento turístico Javier Aluni y el secretario de cultura Arturo Martínez Nuñez, el elenco de la noche incluía también al hijo de Agustín Lara y, entre otros cantantes, Alejandro Algara, de quien se hablará después. Se hizo mención del ocupado Ángel Aguirre, gobernador de Guerrero (quien a estas alturas no dejo de comparar, sarcásticamente, con Godot) y el éxito que representaba el festival. Pero algo faltaba: esa energía de alta tensión que explotó al primer comentario de Stallone estaba disminuida, incluso ausente, mientras se proyectaba un montaje de retrospectiva a la carrera de Halle Berry (sin ninguna imagen de su papel en la trilogía “X-Men”, un pequeño desliz al considerar que su rol en Gatúbela no fue bien recibido).
Y luego está Halle Berry en persona: para la meticulosa organización que había caracterizado al FICA en el manejo de sus estrellas (especialmente la puntualidad para hacer comentarios, otra vez dirigidos por Fernando Allende), la presencia de esta mujer fue un desfasamiento entretenido: por más que Allende intentará obtener respuestas sobre su presencia en México y que se sentía estar en Acapulco, ella apenas terminaba de saludar al comité de bienvenida. Cuando llegó al podio, los comentarios más memorables fueron la calidez de su bienvenida, el clima, y la comida, únicamente a juzgar por lo que sirvieron en su hotel, que al parecer estaba muy bueno. Cabe mencionar que Berry habló de la importancia de festivales como FICA, recorando el éxito que tuvo “Monsters Ball” en festivales de este nivel, lanzando así su estelar carrera. Tras recibir el Jaguar de Plata (y descubrir que era un premio en el último momento), Halle Berry se fue casí tan rápido como llegó, dejándonos con la supuesta proyección de “Her”, película encargada de clausurar el festival.
Entonces comenzó la auto-destrucción. El homenaje a Agustín Lara, segunda parte de la noche, inició muy cercano a lo que debía ser: el recuerdo a una figura histórica, respetando – sin exagerar – su relevancia. La Filarmónica de Acapulco y Eduardo Álvarez, previamente vistos en el “Renacimiento de Elvis” en La Quebrada, interpretaron versiones instrumentales de sus legendarias canciones. Aún así, se esperaban cantantes. Y cuando el maestro Álvarez terminó, la orquesta entera se quedó en su lugar y vio la llegada de Fernando Allende para una bizarra ceremonia de premiación. Hubo premios para el secretario de cultura Aluni, cuya relación con el cantante es desconocida, y posteriormente a Alejandro Algara, reconocido como su mejor intérprete. Algara llegó a la clausura en silla de ruedas, y claramente estaba enfermo. Sin embargo, fue prácticamente arrastrado por un par de asistentes hasta el podio, donde Allende pidió “unas palabras”. Tras descubrir que el hombre apenas estaba en condiciones para levantarse, entregó el galardón.
Son momentos así donde FICA queda indeciso entre el cine o el espectáculo, la búsqueda de novedad artística o el regreso a la nostalgia. Por otra parte, el homenaje a Algara, disfrazado de una escena para hacer buena cara frente al público resulta insultante, así como el resto del espectáculo. El hijo de Agustín Lara se dedicó a promocionar a Televisa como si fuera lo único existente en la tierra, y los cantantes posteriores tenían más gesticulación, supuestamente emotiva, que voz. Curiosamente, el gigantesco Mundo Imperial se fue vaciando entre Halle Berry y Agustín Lara. En su discurso de aceptación por el Jaguar de Plata, Berry mencionó al público que “disfrutaran el festival, aunque al parecer ya se estaba acabando” Esa noche, para mucha gente en Acapulco, y para los interesados en cine, se terminó.
Al día siguiente, un pequeño grupo de prensa viajó a Taxco, exactamente a las Grutas de Cacahuamilpa, para la exhibición de “Del más allá”. La Bati-Cueva es real: llena de hermosas estalactitas, organizados caminos de luz, y una pantalla cerca del final, con sillas y público preparándose. Es el escenario ideal para una cinta de terror, pese a los problemas: aunque la idea de proyectar en una cueva sea interesante, el sonido puede fallar. Y esta vez, así ocurrió. El eco no asusta ni impresiona, solamente confunde. La segunda mitad del viaje se empleó en ir a la pequeña casa de cultura para el homenaje a Gustavo Rojo, actor con 70 años de trayectoria ininterrumpida. A diferencia de Acapulco, todo es más pequeño en Taxco, y no sólo en el aspecto físico: la enorme carrera de Rojo revela también a un hombre que no ha perdido su honestidad, y un balance prácticamente natural entre el trabajo y la vida. No se nota únicamente en las palabras de su hija Ana Patricia, acompañante a la ceremonia, sino en la emotividad del propio actor: su explícita felicidad de estar ahí, en ese “pueblo mágico”, de seguir trabajando, de seguir vivo.
Una vez más, la intersección que había comenzado a sentir días antes re-aparecía, donde el cine y la gente detrás de él estaban unidos. Pero el éxito de Gustavo Rojo se expresaba de una forma más intima, al igual que Patricio Castillo, Fernando Luján, Elke Reisinger y demás actores que rondaban los hoteles del festival, como simples personas. Gustavo Rojo pertenece a ese grupo, donde la fama es resultado del trabajo y la gentileza, y el ego nace por decisión. No es el típico cliché de la “gente famosa”.
FICA tiene mucho de esa interacción. Es un punto a su favor, que posiblemente se repite (quizás llegue a confirmarlo, años después) en el festival de Morelia, Guanajuato, Guadalajara, etc.
Sin embargo, la notable belleza de Taxco queda pobremente utilizada esta vez: para estar en un pueblo por menos de 24 horas, es difícil apreciar gran cosa. El festival de este año tomó lugar en el Triángulo del Sol (Acapulco, Taxco, e Ixtapa), pero es claro que su porción más ambiciosa sucedió en el primer lugar. Algunos reporteros recordaban el inicio de la pasada edición en Taxco, haciendo todo el viaje menos incómodo. Pero lo más lógico sería expandir el programa y calendario: por ejemplo, 2 días en cada locación. Al día siguiente, tras un viaje que combinó camionetas de Taxco al aeropuerto en DF y un avión a Ixtapa – sin el desayuno como un elemento contemplado – la desorganización de los días iniciales, aparentemente solucionada, aparecía de nuevo. En Ixtapa se dio una situación similar, la premiere de “My First Movie” – con director y elenco incluidos -. La carrera y fragmentos del programa hacia la prensa concluyeron ahí. Y de la misma forma concluye este texto, al igual que la 9a Edición del FICA.
Este fue mi primer festival. Llegué pensando que iba a ser todo cine, y encontré más que únicamente películas. Hay elementos tras la intención de este evento que hacen sentido: aunque los organizadores canten las maravillas de Acapulco hasta dormirse. Es efectivamente un puerto muy bello – cuando la contaminación no es obvia – y aunque un festival de cine no es la absoluta respuesta a todos los problemas que atraviesa el estado de Guerrero ahora, su impacto en la cultura puede ayudar… tras un par de correcciones ejecutivas. Por momentos, la 9a edición del FICA no tenía claridad: había una palpable indecisión en el peso de los elementos que la conformaron: ¿la presencia de Sylvester Stallone da más relevancia que el jugoso programa del festival? ¿cómo es posible que cine más cercano a un primer corte y no un proyecto final (“Donde Chocan las Olas” y “Shhh!”) haya entrado en la selección? ¿en donde está el jurado tras esta lista? La intención de volver al Acapulco del cine y la fama, que en los 50’s trajo a Ingrid Bergman y los directores europeos de la época es buena, sólo falta perfeccionar como hacer tal viaje.
Quizás las películas iniciales que ví deben ser consideradas por su representación en un contexto más grande: entre el Imcine y los resultados de inversión privada que dan como resultado a “Nosotros Los Nobles” y “No se Aceptan Devoluciones”, el cine mexicano independiente de ambas variables lucha a veces por encontrar su lugar, y festivales como este podrían comenzar a proveerlo, incluso si el riesgo de ver múltiples pesadillas como “Donde Chocan las Olas” sea probable las primeras veces. Quizás ese es el resultado final, FICA aún está en sus primeros pasos, aún con agujeros en la arena. Pero yo siento que hay un buen camino formándose. La mezcla de presencia internacional – aunque finalmente sea para el espectáculo – y cine independiente del formato tradicional – aunque mucho de este sea horrible – no deja de abrir puertas: a esto se refería Halle Berry con “Monsters Ball”. Y para el público, un elemento central en cualquier evento de esta talla, ese nivel de exposición es progresivamente benéfico. FICA, como la bahía de Acapulco, estará a veces llena de desorden y contaminación. Pero más adelante, hay agua limpia. Y conforme esta se acerca a la costa, conviene meterse a nadar.
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