Por Sergio Huidobro

Desde Cannes

La noche fatal en la que una sobredosis lo mató en la banqueta del Viper Room de Los Ángeles, California en 1993, River Phoenix todavía no cumplía 24 años, pero ya era el rostro juvenil con mejores augurios dentro de una generación llena de promesas para el cine norteamericano. A su hermano, Joaquin Phoenix, le tomó casi una década más alcanzar el reconocimiento que el malogrado River ya tenía casi en las manos.

Veinte años después, el realizador holandés George Sluizer, ya con 82 años de edad, no cede en su empeño por mostrarle a las audiencias el filme final de Phoenix, “Dark Blood”… aunque el filme haya quedado incompleto ante la muerte del actor. Durante estas dos décadas Sluizer, quien ha cosechado una carrera discreta y no demasiado brillante en varias producciones europeas, se enzarzó en una larguísima batalla legal, moral y cinematográfica con la familia Phoenix, quienes en una fecha tan reciente como 2011 declararon no querer tener nada que ver con la película.

La persistente frustración del realizador es comprensible: Phoenix falleció apenas once días de completar las escenas de su protagónico, y la participación de la estrella de “Mi Idaho privado” parecía la anhelada entrada de George Sluzier al mundillo hollywoodense. Se trata de un western contemporáneo co-protagonizado por Judy Davis y Jonathan Prize, acerca de un matrimonio de clase alta que queda varado en medio del desierto norteamericano y terminan siendo prisioneros de un ermitaño viudo que se obsesiona con ella.

Finalmente, una versión relativamente terminada de la película fue exhibida fuera de competencia en la pasada Berlinale y después en una función especial en Miami. Ahora, los agentes de Lionsgate aterrizaron en Cannes en busca de distribuidores que estén dispuestos a darle a “Dark Blood” alguna oportunidad comercial; para ello, la agencia de venta de películas Cinemavault está llevando a cabo las negociaciones en el llamado Marché du Film del Festival de Cannes.

Lo cierto es que anunciarla como “La película final de River Phoenix, veinte años después” es la única ventaja con la que cuentan los vendedores, pues en la Berlinale la cinta fue apaleada por la crítica, que la tachó de “chapuza”, “falso lirismo” y de “notable y pintoresca tontería.” Las reacciones son comprensibles: si Phoenix no hubiera muerto durante su rodaje, habría pasado casi inadvertida, y el interés de su tardío lanzamiento obedece a razones externas a la propia cinta.