Por Ali López
La pasada entrega del Oscar trajo alegrías, sorpresas, críticas y debates, además, como suele ocurrir cada año, injusticias. Sin embargo, una de las más grandes pasó casi desapercibida. “Big Hero 6” (Don Hall, Chris Williams, USA-2014) una de las cintas más simples y obtusas de Disney, se llevó la estatuilla. Sí, por encima de la favorita “How to Train Your Dragon 2” (Dean DeBlois, USA-2014), ganadora de multiples premios. Y sobre la maravillosa “Kaguyahime no monogatari” (El cuento de la princesa Kaguya, Isao Takahata, Japón-2013). La terna la complementaban “The Boxtrolls” (Graham Annable, Anthony Stacchi, USA-2014), cinta sin pena ni gloria, y “Song of the sea” (Tomm Moore, Irlanda, Dinamarca, Belgica, Luxemburgo, Francia- 2014), la que, según yo, sería la justa ganadora de éste premio, pues es la mejor película de animación de las nominadas, por mucho.
“Song of the Sea” (Canción del mar) cuenta el viaje épico que los hermanos Ben y Saoirse, realizan al intentar regresar a casa, después de que su abuela los llevara lejos de su deprimido padre. Pero los niños descubrirán que el mundo no es lo que aparenta, pues en él, habita un parte mágica. Basada en la leyenda irlandesa de las selkies (criaturas marinas cuyo poder las puede convertir en humanos), Canción del mar, nos llena de personajes folclóricos de la cultura celta, dotados de una visión moderna, activa y atractiva. No es casualidad que parte de la trama se desarrolle en Halloween, pues esta celebración, es una herencia propia de la región. Pero no es que caiga en los regionalismos, como Kaguya, y sea una cinta únicamente para las personas que comprenden ese folclor; todos los ambientes, situaciones y personajes, son universales.
Porque bajo ese manto de historia fantástica, se esconde una historia personal, y sobretodo familiar. Muy a la Disney, hay una ausencia maternal, que acaba propiciando una familia desunida, y personajes con severos problemas psicológicos y emocionales. Pero aquí no se hace alarde de un absurdo sentimentalismo; la cinta llega a ser dura en algunos tramos. Y no es que duro signifique mejor, pero sí significa una mayor comprensión de la naturaleza humana, y sea o no una cinta infantil, eso es lo que el cine necesita. Los adultos no comprenden el mundo de los niños, porque tampoco entienden el suyo, ellos también tienen problemas, defectos, errores, y sobre todo, una falta de visión realista de las cosas, aunque ese realismo sea la magia.
Hay aquí, también, una clásica aventura épica; el viaje del héroe, el destino del elegido. El elegido es Ben, un niño que le teme al agua a pesar de vivir a orillas del mar, un niño que tiene la clave para solucionar el conflicto actual, pero el miedo y la soledad no lo dejan actuar. Sonará bastante visto, y bastante clásico, pero funciona como siempre ha funcionado. Pues Ben es inigualable, al igual que Cú (del que seguro se enamorará más de una) y Saorise, su hermana. Hasta la bruja malvada tiene una redondez sólida, y una justificación a su maldad tan dramática, que la vuelve única. Todo se construyó perfecto.
La cinta es simple, pero avasalladora, perfectamente planeada y justificada. La animación es clásica, alejada del ostentoso CGI y la tendencias actuales, “Song of the Sea” parece un álbum ilustrado vivo. Pero jamás es acartonado, o plano. Es activo, con “movimientos de cámara” dignos de cualquier cinta, pero jugando también con los encuadres literarios, con el libro-objeto; siempre en función de la narrativa, y siempre acertado.
No hay que perderse este filme, sea uno adulto o niño, es, francamente, entrañable; con un final de los más conmovedor, y una moraleja magnífica, justificada, que va en juego con todo lo relatado en la cinta. Es una lástima que en nuestro país, hasta ahora, sólo se sepa de una proyección, el 22 de marzo en la Cineteca Nacional, dentro del marco del Festival de cine Irlandés. Es una lástima que la Academia no le haya otorgado su máximo galardón, pero con tamaño de cinta, ¿quién necesita un Oscar?