Por Hugo Lara Chávez
“Güeros”, la opera prima de Alonso Ruizpalacios, es un filme que corresponde en fondo y forma al auge del cine mexicano actual, aquel propicio para participar en festivales y ganar valiosos premios, como lo ha hecho en distintos foros internacionales y nacionales, comenzando con el premio de mejor opera prima en Berlín de 2014, hace más de un año. Es además un filme que, al margen de sus ribetes intelectuales, tiene los atributos para gustar al público, especialmente a aquel que está abierto a propuestas menos convencionales que lo que suele saturar la cartelera comercial.
“Güeros” narra el trayecto de Tomás (Sebastián Aguirre), un adolescente que vive con su madre en Veracruz y que es enviado a pasar una temporada con “Sombra” (Tenoch Huerta), su hermano universitario que habita en un multifamiliar popular en la Ciudad de México. Sombra comparte un caótico departamento con Santos (Leonardo Ortizgris), otro estudiante que, como aquel, vive sumido en el ocio y el desorden, ambos ajenos y hostiles a la agitada huelga estudiantil de su escuela, la UNAM. Tomás, obsesionado con Epigmenio Cruz —un ficticio músico olvidado de los años sesentas del que era admirador su padre— encuentra una noticia en el periódico sobre su existencia y convence a los otros dos de salir de su ostracismo para encontrarlo. Así, los tres inician un itinerario por la ciudad, al que se suma Ana (Ilse Salas), una líder estudiantil y amante de Sombra, en lo que resulta un viaje aleccionador, de anécdotas y de encuentros entre oníricos y absurdos.
Se ha hablado reiteradas veces de la conexión que guarda “Güeros” con el atrevimiento de la Nouvelle Vague francesa de los años sesenta o bien con el clásico mexicano “Los Caifanes” (Juan Ibáñez, 1965), otra película que narra las incidencias de una larga juerga nocturna por la Ciudad de México en la que se alían unos humildes mecánicos con una pareja de burgueses. Hay varios momentos que coquetean con esas referencias, así como también ocurre con filmes más recientes, como “Temporada de patos” (Fernando Eimbcke, 2004), en virtud de su ubicación en el universo de los jóvenes y, en cuanto a la forma, por su elección de filmarla en blanco y negro (destacada fotografía de Damián García), con boleros de Agustín Lara como fondo musical, con un provocador ritmo semilento, en una jornada llena de sucesos triviales pero que, al final, producen un cambio en cada personaje.
La película está estructurada a partir de eslabonar episodios de una odisea urbana, donde los personajes —como le sucede a Ulises y sus hombres— son enfrentados a situaciones insólitas. Así, son perseguidos por un vecino, intimidados por un delincuente, recorren el zoológico hasta la jaula del tigre, cruzan la zona de grandes edificios modernos de Santa Fe o se sumergen en barrios populares. Y así, hasta llegar a su meta: la revelación de un mito que se ha construido sobre todo en su imaginación.
“Güeros” resulta un filme inteligente y divertido, que se esfuerza por desprenderse de la pretensión y la pedantería que siempre parece acechar, como ocurre cuando el grupo protagonista acude a la fiesta de una premiere de otra película mexicana y el Sombra despotrica contra el cine nacional, en un arrebato de celos porque Ana conversa con otro tipo. Hay mucho humor y eso se agradece, incluso en la escena donde aparece el propio Ruizpalacios encarnando a un doctor que se queda a la mitad de narrar una anécdota violenta. Es una elección de estilo que el cineasta repite algunas veces (lo hace al inicio, cuando una mujer desesperada huye con su bebé, lo que detona el resto de la historia), blandiendo la ironía y la casualidad como dos de sus armas favoritas.
Igualmente, hay momentos cargados de cine, a veces de forma sutil, como los fueras de foco o lo lentos acercamientos de cámara a detalles aparentemente intrascendentes pero que le confieren el tono adecuado al relato. Además, también figuran algunas escenas multitudinarias bien logradas, como los debates en el auditorio universitario o las marchas de los huelguistas. Son esfuerzos de producción que destacan.
Quizás es un filme al que se le puedan objetar algunos aspectos. Padece de lo que ocurre en varias operas primas: el director quiere compartir demasiadas cosas y, en ese afán, algunas de ellas se quedan a medio cocer. Por ejemplo, hay cierto rebuscamiento en algunos símbolos (lo de Güeros, que es el título de un álbum de Epigmenio Ibarra, también es una característica física que hace distintos a los dos hermanos). También, algunas situaciones quedan un tanto mal apuntaladas, como el debate político de los huelguistas que resulta artificial y que poco alude a la realidad social del país. La huelga, así, se convierte en parte del escenario, pero sin el suficiente contenido y hasta cierto punto intrascendente.
En suma, “Güeros” no es un filme perfecto, pero tiene mucha frescura y honestidad, muestra ingenio y sensibilidad, y por ello vale la pena ser visto.
Güeros – Alonso Ruizpalacios from WooFilms on Vimeo.
Dirección: Ruizpalacios, Alonso. Guión: Portela, Gibrán | Ruizpalacios, Alonso. Pais: México. Producción: Ruiz Ruiz-Funes, Ramiro. Compañía Productora: Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), Postal Producciones. Fotografía: García, Damián Edición: Asuad, Yibran Sonido: Muñoz, Isabel. Música: Barreiro, Tomás. Dirección de arte: Cabriada, Sandra. Reparto: Aguirre, Sebastián | Huerta, Tenoch.