Por Sergio Huidobro
Desde Morelia

La virgen es uno de los dos mantos que cubren la iconografía femenina en el México más bronco y más añejo. Es curioso que el otro, tan persistente como el primero, sea la puta. La mujer que tiene a sexo a conveniencia y que percibe por el mismo beneficios ajenos al mero placer, parece grabado con fuego en un imaginario que se remonta a la propia Malinche y que atraviesa el cine nacional de lado a lado, de La mujer del puerto a Otilia Rauda o las ficheras. Los abismos crueles del sexo-servicio son el tema central de dos de las mejores películas presentadas hasta el momento en el 13er Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), “La calle de la amargura” de Arturo Ripstein y “Las elegidas” de David Pablos. Ambas, radicales y sorprendentes en dos registros distintos, fueron programadas incomprensiblemente fuera de competencia.

“La calle de la amargura”, después de un paso decoroso por Venecia y Toronto, se estrenó en el FICM en sincronía con los cincuenta años de Arturo Ripstein como cineasta, pues la producción de “Tiempo de morir” (bajo tutela de su padre) comenzó en 1965. Otra coincidencia notoria es que “La calle” comparta programación con “600 millas”, “Chronic”, “Desde allá” o “Los herederos”, impulsadas todas por Lucía Films, la productora en donde su hijo Gabriel está asociado con Michel Franco. Los Ripstein ocuparon como guerrilla los mejores momentos de esta edición del FICM.

“La calle de la amargura” es un relato a medio camino entre Revueltas, Buñuel, Felllini y Dostoievski, protagonizado por un trío de mujeres plenas de dignidad y decadencia y por dos luchadores enanos. Patricia Reyes Spíndola, Nora Velázquez y Sylvia Pasquel están, sin más adjetivos, impresionantes como tres mujeres selladas por el destino: las dos primeras, añejas prostitutas que sobreviven al margen del negocio; la tercera, una matrona soberbia que se deshace poco a poco, a golpes de tragedia, hasta quedar reducida a un escombro de lágrimas.

La película, rodada con una fotografía detallista y goyesca en los arrabales traseros del Centro Histórico de la ciudad de México, podría ser la película más lograda por Ripstein desde “La perdición de los hombres” (2000) o incluso desde “Profundo Carmesí” (1996). A mi se me queda como uno de los puntos altos de una carrera tan larga e inabarcable como irregular. Es dura, hipnótica y despliega una serie casi continua de diálogos logrados, escritos como es usual por Paz Alicia Garciadiego, así como un desfile de secundarios memorables entre los que está un Alejandro Suárez travestido, Arcelia Ramírez como la esposa maltratada de un enano y una Greta Cervantes en el uniforme de una Lolita emberrinchada. Vale la pena cazar “La calle de la amargura” allá por donde se exhiba, en una pantalla grande que haga justicia a su patetismo monumental y a su puesta en escena sobrecogedora.

En otro registro, la esperada “Las elegidas” de David Pablos colmó las expectativas de al menos dos salas llenas en su exhibición en el FICM. Después de su polémico paso por Cannes y su exitosa gira de festivales, el segundo largometraje de Pablos encontró al fin a un público al que puede hablarle no desde el exotismo miserabilista, sino al tú por tú. Pocos parecen tener coraza ante este agrio y estilizado relato de esclavismo sexual y trata de menores que encierra, para sorpresa de muchos, una auténtica odisea de amor adolescente.

“Las elegidas” es una película madura en la forma y sólida en el fondo. Muchas de las soluciones de su puesta en escena son hábiles en el tratamiento de un tema que no solo linda con el exceso o la denuncia vacua, sino con el morbo puro. Un par de secuencias, creativas y potentes en su cuidadoso entramado de encuadre, montaje y sonido, hablan de un realizador tan preocupado por el impacto como por la elegancia. Es evidente la confianza plena entre el cineasta y su elenco, mayoritariamente adolescente y salpicado de actores primerizos, no profesionales. Buena parte de su fluidez y de su transparencia emocional radica ahí, en ese pacto de confianza y buen hacer, necesario para entrar a paso firme en un abismo como el planteado por la cinta.

Resultado de una idea original de Jorge Volpi (autor del relato homónimo, recientemente editado por Alfaguara), “Las elegidas” será distribuida por Videocine durante el primer bimestre de 2016. Por lo pronto y por adelantado, queda como uno de los momentos más altos de la 13ra. edición del FICM.