Por Javier Tapia Sierra.
México es un país en el que los terrenos del cine documental son transitados a contracorriente y a pesar de ello, hoy por hoy, podemos asegurar que el documental hecho por realizadores mexicanos se encuentra en buena salud. Cada vez más surgen trabajos documentales llenos de brío, inteligencia y sensibilidad que retratan historias que pocas veces vemos en el cine de ficción y que resuenan en el espectador tanto por su calidad técnica como por su contenido. En este panorama existen nombres que resaltan y uno de esos nombres es el de Everardo González.
González cuyos trabajos anteriores: “La canción del pulque”, “Los ladrones viejos”, “El cielo abierto” y “Cuates de Australia” han sido bien recibidos por parte de la crítica y el público nos mete en “El paso”, su más reciente trabajo, en las vidas de Ricardo Chávez Aldana y Alejandro Hernández Pacheco, dos periodistas mexicanos en una larga travesía por obtener el asilo político en los Estados Unidos y que sufren los estragos de ese destino, mientras buscan diversas formas para sobrevivir en el otro lado en la ciudad de El Paso, Texas.
Junto a los periodistas aparece la figura de Carlos Spector, abogado experto en temas de exilio y asilo político que lleva los casos de muchos mexicanos que al igual que Ricardo y Alejandro huyeron del país tratando de encontrar un refugio de la espiral de violencia que desde hace tiempo parece no tener fin. Ambos periodistas vieron de cerca la cara de la muerte y fueron víctimas de los ataques más despiadados en contra de la libertad de expresión. La labor de reportar la verdad en México es silenciada a balazos, golpes, amenazas a los amigos, la familia y en el peor y tristemente más común de los casos en estas situaciones con la muerte.
Aunque Alejandro y Ricardo no representan a las personas más mediáticas del periodismo sus casos representan sin lugar a dudas la cara de una situación lamentable de la que poco o nada se habla en los grandes titulares. En ese sentido el logro más grande de Everardo González es mostrarnos las vidas de estos personajes de una forma intimista, comprometida, honesta y alejada de las formulas acarameladas que dotan de una fuerza sutil pero poderosa a cada uno de los fotogramas de la película y nos recuerdan que la lucha del periodismo comprometido con la verdad es la lucha de aquellos que buscan un mundo mejor.
A pesar de su corta duración “El Paso” logra profundizar en las problemáticas sociales, emocionales y psicológicas a la que los miles de exiliados políticos tienen que enfrentarse desde el momento en que deciden huir del país a través de dos figuras que son el vivo reflejo de la fuerte nostalgia que se siente al dejar la tierra que los vio nacer. Y esa nostalgia es la que impregna de más significado la única certeza que tienen las personas que viven en el asilo político: que no volverán.