Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes
Presentada dentro de la competencia oficial del Festival de Cannes, «American Honey» de Andrea Arnold (Reino-Unido, 2016), aborda un ámbito muy conocido sobre el mundo de los jóvenes en Estados Unidos, sobre el cual ha habido antes varios guiones, novelas e incluso series de television (como «Special Victims Unit») que planteaban este tipo de historias. Protagonizada por Sasha Lane y Shia LaBeouf, se trata de un coctel de «aventuras» por las carreteras estadounidense, un coctel muy ligero que no va al fondo de esa realidad.
Todo empieza con la familia de Star (Sasha Lane), una adolescente de 18 años que huye de su familia (dejando a su madre y sus dos hermanos menores). Star decide integrarse a un grupo de jóvenes que, en un minibus, recorren ciudades rurales para vender revistas y semanarios. Andan por las calles de los suburbios y de casa en casa llaman a las puertas y tratan de conseguir suscripciones a revistas de parte de personas ¡que leen muy poco! La joven Star descubre un ambiente donde la música juega un papel clave, pudiera decirse un papel ideológico muy preciso si lo mezclas (como lo hacen estos vendedores) con alcohol fuerte y drogas más o menos fuertes. El trabajo es duro y las fiestecitas por las noches para celebrar ventas exitosas o muy malas, no son siempre tan felices como uno puede imaginárselo, porque el único que gana en este oficio es el dueño, el que lo maneja todo y que les pide siempre más y más trabajo. La palabra más usada es « Money, Money, Money! » así que el mimebro más valioso es aquel que vuelve con el máximo de suscripciones cumplidas en el día.
La película de Andrea Arnold (directora también de “Red Road” en 2006 y “Fish Tank” en 2009, entre otras) muestra una parte de la realidad de este oficio: recorre tanto los barrios muy ricos como los muy pobres; «los ghettos» como los campos de petróleo; los lugares muy religiosos como aquellos donde ya no se cree ni en dios ni en el diablo sino en «los ángeles» proveedores de crack. Y en cada uno de estos lugares, los vendedores adaptan sus apariencias conforme a sus clientes potenciales. Todo funciona con una psicología básica muy utilitaria y manipuladora. Es patético ver como esas personas que no tienen nada, ni para comer, van a sacarse unos centavos para comprar revistas.
“American Honey” parecía tener mucho que decirnos mucho sobre la sociedad estadounidense, pero al final promete mucho (como lo hacen las revistas que se venden) y muestra poco, anuncia mucho y esconde casi todo. La realidad de la vida violenta de estos jóvenes, las trampas y las manipulaciones diarias, los robos en casas, las violaciones de mujeres en estos viajes iniciáticos. No son realmente grupos de vendedores sino «pandillas» de vendedores, simbólico de lo que ocurre en ese país. Aquí hay un gran tema, pero la gran película que lo aborde aun está pendiente de hacerse.