Por Ali López
Las noticias de la televisión muestran la preocupación gubernamental (norteamericana) por un nuevo tipo de enfermedad que azota a la población. Las personas ven pero no observan, sólo escuchan las fatídicas noticias como aderezo al desayuno; siempre hay algo más importante. La juventud ha aprendido a prestar poca atención al mundo que los rodea, sólo se preocupan por lo que acontece dentro de la pantalla de su celular; el contacto humano los asquea.
Emma (Sofia Black-D’Elia), una joven americana que viste en tonos infantiles, sonríe aunque no sea necesario y es contrapunto a su alocada hermana, Stacey (Analeigh Tipton) que viste de negro, se maquilla pesado y adereza su rebeldía con un novio punk, ejemplifica lo antes dicho. Mira con desdén, además de un oculto morbo, y soberbia a una pareja de novios que se besan apasionadamente en el pasillo de la escuela; eso no es para ella. Su amor, porque si lo tiene, es virginal y alejado de lo físico.
“Viral” (Henry Joost/Ariel Schulman|USA|2016) es una cinta que emana del tópico zombie, pero que, según los nuevos puristas, se atiene al subgénero de los infectados. Un virus se adentra en las personas y comienza a controlarlo, justo como algunos paracitos reales, como el Toxoplasma gondii que incita a los roedores a un escabroso y sádico suicidio. Una pandemia invade el mundo entero, perro en un pequeño suburbio desértico de los Estados Unidos (¿dónde más?) veremos que la lucha por la supervivencia significa algo más que vencer al contagio.
Cuando el parasito mortal ha llegado a la población, y es inevitable que se propague; el ejército toma las riendas de la vida, decidiendo que es lo mejor para todos. Aquí se encuentra el punto más importante de la película. El temor, o por lo menos la tensión que crea la trama, ya no sólo se enfoca en la pandemia, sino en la consecuencia de ésta, en este caso, una ocupación militar.
Los jóvenes, temen poco a la muerte, y a la vida, y sortean a los militares para acceder a las imparables fiestas; ya no le temen a las enfermedades. Pero cuando la situación se tensa, siempre en la lejanía, y la milicia aprieta; el temor a la opresión los hace fortificar sus deseos de libertad, más que de supervivencia.
El zombie ya no es el monstruo, estamos acostumbrados, y sabremos que estos monstruos, como tantos otros, terminarán por ser derrocados. Lo que atañe a los protagonistas es el deseo de una vida prometida, libre. Regresamos a lo antes, dicho, ya no hay miedo a la enfermedad, todo tiene una cura, y de no haberla, el decreto dicta que es mejor disfrutar de ésta, nuestra única vida. Pero cuando la infección llega, los sentimientos posmodernos se aíslan, y los viejos valores familiares afloran; a final de cuantas la base social se centra en enseñanzas judeo-cristianas de culpa y pureza; así que, a final de cuentas, la chica virgen siempre será la heroína.
Una crítica a la desinformación juvenil por medio de una cinta quinceañera. Los adolescentes de la cinta están recibiendo señales de advertencia, evidentes, pero que les pasan desapercibidas. La amenaza ya no es perder la vida, o a la familia, o al ser que más te gusta o amas, si no perder las comodidades (in)naturales de la sociedad moderna; como en “The Walking Dead” (mucho más evidente en el cómic que en la serie) donde el hombre en el lobo del hombre, y la invasión de muertos vivientes pasa a ser uno de los tantos males sociales dl mundo derruido; como lo es ahora el cáncer, la diabetes o el SIDA.
Más allá de una profundidad social, que termina por ser lo único positivo de la cinta, “Viral” es una película que se queda corta. El diseño de sus infectados cae en la reiteración softgore de las cintas de terror que buscan llegar a más público, salas y taquilla; y trastabillea en cuestiones de dirección, sacando de la manga escenas que sólo permiten la mofa (recuerden esta línea al momento final de la cinta).
“Viral” no sólo hace referencia a los virus que pueden atacar nuestra sanidad, sino al caló actual de la masificación de un producto en internet, una moda pasajera, y muchas veces vacía, que termina por ser distractor de otros importantes menestres.