Por Hugo Lara

El oscuro régimen de la Alemania nazi rebasó los límites imaginados de la crueldad, lo que ha nutrido cientos de películas alrededor del mundo, hasta la fecha. Por razones obvias, la visión sobre los ciudadanos alemanes al final de la Segunda Guerra Mundial ha sido mucho menos abordada que sobre los judíos y otros víctimas del Holocausto. En el caso de “Bajo la arena” (Under sandet, 2015), el director-guionista Martin Zandvliet asume el punto de vista de los alemanes derrotados, con la suficiente delicadeza para no comprometerse con  la causa nazi, sino con el humanismo (y la falta de éste) en la inmediata postguerra. Este filme alcanzó la nominación al Oscar este año en la categoría de película en lengua no inglesa, y actualmente se exhibe en la Cineteca Nacional y otras salas.

Ya en 1948, el gran Roberto Rosellini había realizado una película desde la perspectiva germana, “Alemania, año cero” (1948), imprescindible obra del neorrealismo italiano que resulta una narración devastadora alrededor de un niño que deambula por las ruinas berlinesas y se enfrenta a graves conflictos existenciales.  En años recientes, la directora australiana Cate Shortland dirigió “Lore” (2012), que se puede ver en Netflix y que trata sobre una adolescente que tiene que llevar a sus hermanos pequeños a lo largo de Alemania, una vez que acaba la guerra y sus padres nazis los dejan a su suerte. Con estas referencias, “Bajo la arena” resulta un filme que se asoma al trauma alemán de la postguerra, pero en particular a la vergüenza y miseria de sus soldados-niños que fueron reclutados por el ejército nazi durante la última etapa del conflicto.

La película comienza con la evacuación del ejército nazi de Dinamarca, una vez acabada la guerra. El sargento Carl Rasmussen (Roland Møller), furioso antinazi, recibe la encomienda de limpiar una gran franja de las playas danesas de miles de minas antipersonales sembradas por los nazis para evitar el desembarco aliado, lo que al final ocurrió en Normandía. Para cumplir con su misión, Rasmussen recibe y entrena a un grupo de soldados alemanes adolescentes, asustados y temerosos, a los que trata con severidad y saña, pero a quienes promete dejar en libertad una vez acabada la misión. Conforme el grupo trabaja y suceden varias incidencias, Rasmussen pasa del desprecio a la compasión por los chicos, varios de ellos casi niños que fueron arrastrados a la guerra.  Así, Rasmussen crea un vínculo de respeto con el líder de ellos, Sebastian Schumann (Louis Hofmann), quien es valiente y sensible, aunque esa simpatía es puesta a prueba reiteradamente.

“Bajo la arena” es un filme que mantiene una tensión casi durante todo su metraje, amén al desconcierto y las humillaciones que experimentan los soldados infantes como prisioneros, pero sobre todo a la labor que realizan, que es desactivar bombas, con el alto riesgo que eso implica. Esta tarea se vuelve en pantalla una metáfora visual muy poderosa, que el director administra en la medida en que sus personajes son afectados emocionalmente por alguna razón. Así, de forma ascendente, la trama se torna emotiva e impactante para dalre forma al final a un filme antibélico en la medida en que cuestiona la ambivalencia moral de los victoriosos y los vencidos. Más allá del régimen de Hitler, de su indiscutible maldad y de miles de fanáticos que lo siguieron ciegamente, el director Zandvliet pone sobre la mesa los valores del humanismo, de la compasión, de la valentía y la bondad que siempre hacen falta, más aun en tiempos de infamia.

El  cineasta danés Martin  Zandvliet debutó en el largometraje con “Aplausse” (2009), a la que siguió “A Funny Man” (2011), ambas centradas en la vida de dos actores diferentes. “Bajo la arena” es su tercer largometraje, que vale la pena ir a ver, pues además de sus atributos narrativos, tiene una buena factura técnica y artística.


Bajo la arena
(Under sandet, Dinamarca-Alemania, 2015, 100 mins.)

Director: Martin Zandvliet. Guión: Martin Zandvliet. F en C.: Camilla Hjelm. Música: Sune Martin. Edición: Per Sandholt y Molly Marlene Stensgaard. Con: Roland Møller (sargento Carl Rasmussen), Mikkel Boe Følsgaard (teniente Ebbe Jensen), Louis Hofmann (Sebastian Schumann), Leon Seidel (Wilhelm Hahn), Joel Basman (Helmut Morbach), Emil Belton (Ernst Lessner), Oskar Belton (Werner Lessner), Laura Bro (Karin). Productor: Malte Grunert, Mikael Christian Rieks. Distribuidora: Alameda Films. Clasificación: B.

 

Por Hugo Lara Chávez

Cineasta e investigador. Licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana. Director-guionista del largometraje Cuando los hijos regresan (2017). Productor del largometraje Ojos que no ven (2022), entre otros. Director del portal Correcamara.com y autor de los libros “Pancho Villa en el cine” (2023) y “Zapata en el cine” (2019), ambos con Eduardo de la Vega Alfaro; “Dos amantes furtivos. Cine y teatro mexicanos” (coordinador) (2015), “Luces, cámara, acción: cinefotógrafos del cine mexicano 1931-201” (2011) con Elisa Lozano, “Ciudad de cine” (2010) y"Una ciudad inventada por el cine (2006), entre otros.