Por Ali López
“El seductor” (The Beguiled | Sofia Coppola | USA | 2017) parecería un filme poco probable para la directora; sin embargo, no sólo le ha dado uno de los premios más codiciados en la cinematografía mundial (mejor dirección en el festival de Cannes), también ha encontrado uno de los puntos más altos de su carrera.
La historia se desarrolla en plena Guerra de Secesión, en la parte sur de los Estados Unidos. Un soldado de la unión (Colin Farrel) es encontrado por una niña (Oona Laurence); ella es una de las pocas alumnas que aún habitan en un internado característico de la época, donde la feminidad es parte esencial de su desarrollo y vida. El militar está mal herido, por lo que la directora (Nicole Kidman), una profesora (Kirsten Dunst) y sus alumnas deciden protegerlo hasta que pueda salir de su convalecencia; sin embargo la tensión erótica que este miembro desata causará problemas dentro del microcosmos en el que habitan. Así, la pelea ya no es sólo por la supervivencia, sino por el objeto del deseo, el poder, y el posible futuro que deviene con la guerra.
No se puede hacer un filme de guerra sin tocar la dimensión política; mucho menos, en una guerra con tanta carga como es ésta. Sin embargo, lo que Coppola crea no es un panfleto de posiciones, sino un conflicto apenas visible, que por medio de susurros discretos, devela la posición de los personajes. Así, lo que sucede dentro de esa casa es una táctica que ejemplifica lo que sucede afuera, en una guerra sin cuartel, siempre presente, y siempre dispuesta a terminar con cualquiera. Tampoco hay, en este sentido, un símil obvio del pasado con el presente, pero entre líneas podemos leer los mensajes ocultos de la posición de la nación americana con respecto a los conflictos armados. Pues un país que se forjó en armas y sangre, no puede olvidarse de la paranoia resultante del dolor causado entre pares.
Otro de los conflictos tocados por Coppola, y al que le ha dado mayor peso, es al de la feminidad. ¿Para qué, y de qué, sirve ser mujer? pregunta y responde la directora durante su filme. Pasa por varias aristas, y aunque parezca poco probable, logra profundizar en todas. Y otra vez el panfleto queda lejos de sus pretensiones. Así, la feminidad se expone desde lo banal y físico hasta lo intelectual y profundo, sin dejar de lado lo visceral, lo hermoso y lo tradicional. La cocina, los buenos modales, y todo aquello que se busca en una mujer de aquella época, termina siendo el arma más letal que posee. Y no es que la directora defienda el pasado, sino que expone las virtudes del intelecto por medio de la feminidad más arcaica; la que parece poco probable de triunfar, pero que sin duda, de darse cuenta, puede ser capaz de lo que sea. Así, lanza su mensaje de lucha no ha quién esté instruido, sino al público que se llamaría de calle.
“El seductor” es un film redondo, capaz de entregar muchos momentos de intriga apasionante, y que es también un punto alto en la filmografía de varios de sus actores. Coppola entrega una cinta que sobresaldrá se su filmografía, no sólo por su peculiaridad, sino porque marca, al fin, una unión a favor entre la cineasta, la crítica y el público; consolidando su carrera. Premios vendrán, de seguro algo tendrá en el próximo Oscar, pero más allá de los galardones lo que merece esta cinta es que no sea un complemento en la cartelera; sino una cita segura para los cinéfilos y las salas.