Por Pedro Paunero 

Huzur Roy, Señor Bengalí venido a menos, contempla desde el balcón de su casa el paisaje de ensoñadora decadencia que le rodea. La aridez de la tierra y el mar distante son espejos plácidos de lenta decadencia. Su vecino, un prestamista en ascenso, ha logrado construir una mansión que puede competir con su palacio. Incluso las comodidades del prestamista se modernizan (automóviles, un traqueteante generador eléctrico) mientras el mundo de Roy se añeja. Fumando su pipa de agua recuerda una antigua fiesta que hubo dado tiempo atrás, en menoscabo de su fortuna, para demostrar al vecino que aún reina en esas tierras. Funestos presagios amenazan en la noche de la fiesta, Roy mira por una puerta entreabierta mientras un músico caro canta. Ve la tormenta lejana que se acerca cada vez más. Insectos caen en las bebidas. Un sirviente le avisa que su barco se ha hundido, ahogándose su mujer y su hijo, el heredero.  

Esta encantadora película hindú, El salón de música (1958) del maestro Satyajit Ray, creador de la Trilogía de Apu, inscrita entre las más importantes cintas de la historia, es la contraparte cinematográfica de la pieza teatral El jardín de los cerezos (1904) de Chejov. Ambas narran la conformista decadencia de una familia rica.  Sin embargo, la resignada caída del Señor Roy no cederá paso al olvido sin luchar. Aunque la casa está siendo invadida por los pájaros y la magnifica lámpara del salón de música se cubre por telarañas, sus oídos son ofendidos por música occidental popular, así que manda adornar su viejo elefante, símbolo de nobleza, e invita a sus vecinos a un último concierto, magnífico, que terminará de una vez con su fortuna pero anunciará su despedida como el cisne con su canto, tributo de dignidad en una postrera e inolvidable, pero absurda, victoria. En esta conforme retirada del mundo aún hay para Roy un último y digno enfrentamiento en alto contraste con esta otra película de Satyajit Ray -y su última obra maestra-, Los jugadores de ajedrez (1977), en la cual se cuenta sobre el regalado mundo de placer y ocio envuelto en apatía pura que permite a dos jugadores de ajedrez la toma y conquista de sus territorios por los británicos. El conformismo en este caso se revela a través de la metáfora del ajedrez que impide desafiar un mundo de cambio a las puertas de la mansión de los jugadores.

El inconformismo toma un cariz poderosamente social en la cinta prohibida[1] La sal de la tierra (1954, Herbert J. Biberman). Filme creado a partir de un acto de rebeldía contra la negación de la libertad de asociación política y la libertad misma. Pura e inteligente propaganda de izquierdas, es el resultado de un director (Biberman[2]), un guionista (Michael Wilson), un productor y guionista (Paul Jarrico) y un compositor (Sol Kaplan), inconformes con el trato de Hollywood y el gobierno norteamericano al haberles incluido en la lista negra de Hollywood, en la era del Macarthismo. Este grupo ingenioso trabajó en secreto en la cinta bajo la premisa que, si habían sido echados de Hollywood por actos subversivos, cometerían un crimen para ser merecedores de tal castigo. La historia es simple, narra la eterna inconformidad de los mexicano-americanos (mineros de zinc)[3] con las políticas obreras en Nuevo México, el racismo (el capataz llama “panchos” y “tamales” a los mexicanos), el despojo de tierras[4] y los problemas económicos a través del drama personal de una pareja, Ramón y Esperanza[5]:

Ramón: (Discutiendo con su esposa por comprar una radio) No pague nada ahora. Cómodos plazos. Te diré más: ¡Los plazos son la ruina del trabajador!

Más adelante:

Ramón: (Lavándose la cara) El agua está fría.

Esperanza: La estufa se ha apagado.

Ramón: Olvídalo.

Esperanza: ¿Qué lo olvide? Parto leña cinco veces al día y siempre me acuerdo que los mineros anglos tienen agua caliente y tuberías y baños en las casas.

La película va más allá que la simple historia de una huelga al explorar la lucha feminista de las mujeres con sus esposos y con sus patrones. Los hombres anhelan la igualdad laboral con los angloamericanos, las mujeres la desean para con los hombres.

Esperanza: Tenía 35 años y estaba embarazada de mi tercer hijo (…) Desee que mi hijo no naciera. Que no naciera en este mundo. (…)

Ramón: (explicando sobre su lucha) ¡La seguridad de los hombres es más importante! Cinco accidentes en una semana por meternos aprisa. Eres mujer, no sabes cómo es allí dentro. Debemos conseguir la igualdad. (…)

Las mujeres toman el relevo en los piquetes de la huelga. Los hombres se quedan a cuidar a los niños.

Esperanza:Sí, hablo de dignidad. Los jefes anglos te desprecian y por eso los odias. “Quédate donde estás, sucio mexicano”, eso dicen. ¿Por qué mandas que mequede donde estoy? ¿Te sientes mejor teniendo a alguien por debajo?

Ramón: ¡Calla, dices tonterías!

Esperanza: ¿A quién pisotearé yo para sentirme mejor? ¿Y de qué me serviría? No quiero a nadie debajo de mí, ya estoy bastante abajo. Quiero subir y que todo suba conmigo.

Ramón: ¡Cállate ya!

Esperanza: Si no lo entiendes eres tonto. ¡No puedes ganar esta huelga sin mí! ¡No puedes ganar nada sin mí!

(Ramón amenaza con golpearla)

Esperanza: Las viejas costumbres. No vuelvas a hacerlo nunca. Nunca. Me voy a la cama. Duerme donde quieras excepto conmigo. 

Mientras las mujeres son encarceladas ocurre una secuencia cómica. El líder minero y un vecino tienden la ropa:

Vecino: Según Charley Vidal, hay dos clases de esclavitud, la del salario y la doméstica. La cuestión femenina.

Luego explica los conceptos de igualdad en el terreno sexual. Por lo menos uno de los hombres ha tomado conciencia. Es este aspecto el que le ha valido a la película su inclusión en algunos festivales de cine feminista y, en su conjunto, su actualidad a pesar de tener más de medio siglo de haberse terminado[6].  

El papel protagónico (Esperanza) lo interpreta la actriz, bailarina y escritora mexicana Rosaura Revueltas, hermana de José Revueltas (el escritor), Silvestre (el músico) y Fermín (el pintor), como su esposo aparece el actor no profesional, Juan Chacón (Ramón), en realidad el presidente del sindicato de mineros que financió la película[7].  

El conformista (1968, Bernardo Bertolucci), es un título irónico para la historia de un personaje que cobra conciencia de su sometimiento a los mandatos oficiales que le impone el fascismo. Al inicio un personaje le pregunta a otro ¿Qué esperas del matrimonio? El otro contesta la ilusión de la normalidad, el anterior ríe, Sí, estabilidad, seguridad. El primero sigue: Todos quisieran ser distintos a los demás pero tú quieres ser igual al resto.

Este conformista es Marcello Clerici (Jean Louis Trintignant) que asiste a una conferencia en la radio leída por un entusiasta del fascismo que compara a Mussolini y a Hitler. Secuencia de carga simbólica en la cual quien lee, en braille, es un amigo suyo, ciego. Clerici estará pronto a entrar en la policía secreta en contra del anti fascismo. Durante su luna de miel con una mujer cabeza hueca, se encargará de llevar a cabo su misión: el asesinato del profesor de filosofía Quadri (Enzo Tarascio), quien compara la situación de Italia en ese momento valiéndose del Mito de la Caverna de Platón y lamenta que su antiguo alumno, Clerici, dejara inacabada su tesis sobre el tema[8]. Quadri ejerce una resuelta labor anti fascista en su auto exilio. Pero este conformista, que no dejará de cuestionarse las razones de su “encargo”, recibirá un duro castigo no sin cobrar conciencia de su destino títere. Un hombre normal encuentra a sus pares, le gusta el fútbol, el bar del centro, le gustan los que son parecidos a él, un hombre normal es un buen ciudadano, un verdadero patriota, le dirá el ciego, es aquel que desconfía de los que son distintos. Un verdadero fascista, le corregirá, de manera irónica, Clerici, mientras repara que su amigo lleva un zapato negro y otro café. 

En Sábado noche, domingo mañana (Saturday Night and Sunday Morning, Karel Reisz, 1960), la historia de Arthur (Albert Finney), obrero en una fábrica cuyo mejor amigo es su primo. Ambos beben cervezas en un bar el fin de semana y conocen chicas, mientras Arthur engaña con su esposa a un amigo de la fábrica. Conoce a Doreen (Shirley Anne Field), una hermosa muchacha convencional y pasiva.

-La gente sienta cabeza y en un abrir y cerrar de ojos ya se han muerto (…) Aún me quedan agallas, no como a la mayoría.

-¿Qué consigues con tanta lucha?

-Lo único que sé es que no quiero acabar como mi padre y mi madre.

Su padre se pasa los días mirando la T. V., la madre es una normal ama de casa.

-¿Qué quieres decir?

-Tienen un televisor y viven tranquilos pero los dos están muertos por dentro (…) Fueron puestos en su lugar para que los malditos patrones pudieran manejarlos como ovejas (…) En la vida hay más cosas de las que obtuvieron mis padres.

Mientras contempla con su novia el paisaje que ofrece un desarrollo urbano de interés social, reflexiona sobre el cambio del idílico paisaje de su infancia y adivina que no quedará nada de esos prados verdes. Coge una piedra y la tira a la lejanía.

-No deberías tirar piedras, Arthur –le dice ella.

-No será la última que tire –agrega él.

Aunque adivinamos su inminente boda, sabemos que Arthur seguirá un considerándose un inconforme siempre, aún cuando el proceso de su domesticación esté próximo.

En el cortometraje animado, La Idea (L´Ideé, Alemania, Berthold Bartosch, 1932)[9] un soñador que contempla las estrellas tiene una iluminación y crea una mujercita desnuda[10] que enseguida envía en el interior de un sobre a un grupo de capitalistas que se escandalizan e intentan vestirla. La mujercita se desnuda otra vez y escapa a la calle. Los que le encuentran intentan usarla para sus propios fines. La mujercita ejerce su influencia sobre el pueblo contra quien se levantan en armas los poderosos. El pueblo es masacrado mientras la mujercita aumenta de tamaño. Un sabio le encuentra, a la vez, y atrapa en un libro. Finalmente la mujercita (la idea), asciende a las estrellas, sobre todos y cada uno de los seres que le aceptaron o rechazaron porque por encima de todo está LA IDEA.

Valga, al final de este repaso nada acucioso, este breve ejemplo imaginativo para plasmar arquetípicamente el ir y venir del pensamiento humano que no se conforma de manera fácil con el destino que a unos cuantos trata de imponer la voluntad de una gran mayoría enajenada.     

Notas

[1] La película pudo exhibirse hasta 1965 en los Estados Unidos obteniendo varios premios a nivel internacional. Rosaura Revueltas ganaría en 1956 el Premio a Mejor Actriz por la Academie du Cinema de Paris y el Festival Internacional de Cine Karlovy Vary por dicha cinta. Intentos subsecuentes para actuar en México le fueron negados al ingresar ella misma en la lista negra de Hollywood y de México.   

[2] Incluido entre Los 10 de Hollywood.

[3] ¿Es necesario insistir en “la coincidencia” entre esta historia ficticia y los trágicos sucesos en las minas de América Latina estos últimos años?

[4] Ante el tono de amenaza sobre la película la producción se interrumpió y el escenario se trasladó a la Cd. de México. El crítico Danny Peary escribió que el filme era más pro-humanista que antiamericano. No hace ningún llamado a la revolución sino que reclama el fin de la explotación y de todas las formas de discriminación. Bertrand Tevernier y Jean Pierre Coursodon opinaron por su parte: Esta película es probablemente una de las únicas obras no criticables de la historia del cine: su mayor mérito es el hecho mismo de su existencia.    

[5] El filme está basado en un hecho real ocurrido en 1951.

[6] Paul Jarrico afirmó: La sal de la tierra es el único filme en que trabajé que ha mejorado con los años, en lugar de empeorar.

[7] Hoy La sal de la tierra es considerado un clásico preservado y restaurado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

[8]Tuve un sueño, estaba ciego y el profesor Quadri me operaba… Confiesa Clerici a su guardaespaldas.

[9] Renovada en 1976 por Maria Bartosch y Cecile Starr, usa la técnica multiplana que la Compañía Disney perfeccionó de grabados en madera, inspirados en la novela en imágenes del mismo nombre de Frans Masereel (1920, obra alabada por Thomas Mann), quien asistió la realización del filme.

[10] Un crítico de la obra de Masereel diría que la idea nace “como una Venus de bolsillo”.