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Por Héctor L. Zarauz López.

En nuestro país las filmaciones con temas deportivos se han realizado desde la aparición del cinematógrafo, así en 1896 se registran:  Clase de Gimnasia en el Colegio de la Paz, antiguas Vizcaínas atribuida a Gabriel Vayre y una corrida de toros por Enoch C. Rector. En esa primera época del cine en México se documentan también jaripeos, desfiles ecuestres y corridas de toros que podrían considerarse como cercanos a la práctica deportiva. El afán de estoas vistas era testimoniar, sin que existiera una línea argumental, el desarrollo de estas actividades.

Posteriormente se harían populares las cintas relativas al boxeo, la lucha libre, futbol y claro está del béisbol. Curiosamente la primera película mexicana argumental en la que se alude al llamado “Rey de los deportes” es una en la que se hacía mofa de un torero en Ni sangre ni arena, filmada en 1941, dirigida por Alejandro Galindo, con Mario Moreno Cantinflas, Miguel Inclán, Fernando Soto Mantequilla, Estanislao Schilinsky y Pedro Armendariz. En la película "Cantinflas" representa al impostor de un famoso torero, mientras Armendariz interpreta a un rico “junior” llegado de los Estados Unidos, en donde había aprendido a jugar béisbol, esto último señalado como un supuesto indicio de modernidad.

Desde entonces en varios filmes se aludiría de manera tangencial al béisbol como una forma de señalar la popularidad de este deporte y como retrato de su incidencia en la sociedad mexicana. De esta forma en Hay lugar para … dos, producción de 1948, también dirigida por Alejandro Galindo, Gregorio (representado por David Silva), un conductor de camiones urbanos, juega béisbol con el equipo de la agrupación, e incluso batea un homerun por lo que sus compañeros le organizan una fiesta. Por otra parte, en Amor de la Calle, realizada en 1949 por Ernesto Cortázar, un grupo de niños vaga por la ciudad y se acerca al parque Delta ante el cual se observa una enorme fila de aficionados esperando entrar a ver el juego de pelota. En la misma película Fernando Fernández explica a Meche Barba cómo se juega el béisbol al tiempo que intenta enamorarla. Luego, en al campo varios niños juegan un partido. Ese mismo año Gilberto Martínez Solares dirige No me defiendas compadre,  con Germán Valdés Tin Tan en el papel estelar. Como es habitual en las películas del gran pachuco, se producen una serie de graciosos enredos y éste va a dar a la cárcel, en donde se convierte en el pitcher del equipo de los internos.

Al año siguiente se filma Azahares para tu boda, dirigida por Julián Soler, con la participación de sus hermanos Fernando, Domingo y Andrés, Marga López, Eduardo Noriega y Joaquín Pardavé. El inicio de la cinta transcurre durante  el porfiriato y retrata las vicisitudes de una familia acomodada de la ciudad de México. En particular, narra la desventurada historia de amor de Felicia (interpretada por Marga López) y Carlos (por Noriega), quienes no pueden casarse a causa de las convicciones políticas de éste (es maderista y comunista); ello transcurre mientras Botros Slim (un libanés establecido en México, encarnado por Pardavé) silenciosamente ama a a Felicia. Casi al final de la cinta, el envejecido Botros juega béisbol con los niños del barrio.

Por entonces se realiza también La Marquesa del Barrio, dirigida por Miguel Zacarías, con Libertad Lamarque, Pedro Vargas y Agustín Isunza. En la cinta se ven escenas de un partido de béisbol en el parque Delta, confesando la actriz argentina, que no entendía nada de este deporte. De ese mismo año es  también Una viuda sin sostén, dirigida por el cubano René Cardona Sr. en ésta el cómico Óscar Pulido aparece disfrazado de catcher y en sus diálogos menciona al lanzador Ramón Bragaña, una de las glorias del bésibol cubano.

La época de oro del cine nacional coincide con una de las mejores etapas del béisbol mexicano, lo que dio pie a la producción de una gran cantidad de cintas,  y entre éstas varias  con claro tema beisbolístico.

En 1951 Fernando Cortés dirigió a Adalberto Martínez “Resortes”, Óscar Pulido, Alfredo Varela y otros en El Beisbolista Fenómeno, que contaba además con la participación de un personal beisbolero de primerísima línea, como los miembros del equipo Monterrey con Lázaro Salazar, Wilfredo Salas, así como de los Azules de Veracruz, encabezados por Ramón Bragaña, Alejandro Crespo y "Moscón" Jiménez. Por si fuera poco, el narrador de los juegos en la película es el mismísimo Pedro Mago Septién.

En el film, Amado (encarnado por Resortes), un vago de siete suelas es poseído por el espíritu de Jimmy, un pitcher negro que ha muerto sin lograr su deseo de lanzar un juego sin hit ni carrera, y que para cumplir esa proeza transmite sus cualidades deportivas a Amado desde el cielo, por lo cual éste se convierte en un imbatible lanzador. Esto le permite enfrentar a los clubes Monterrey y Veracruz e incluso viajar a Venezuela, Puerto Rico y hasta Cuba para jugar con el histórico equipo Almendares.

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Poco después, en 1953, Gilberto Martínez Solares dirigió de nuevo a Germán Valdés Tin Tan, quien por segunda vez se enfunda en una franela de béisbol en la cinta El mariachi desconocido (Tin Tan en La Habana). En la que  Agustín (Tin Tan), sufre de amnesias con cada golpe que recibe en la cabeza. Después de algunas peripecias provocadas por esta situación, Agustín viaja a La Habana, en donde presencia el carnaval y canta en en Tropicana

rodeado de varias exuberantes bellezas antillanas, enamorándose de Rosita Fornés quien lo lleva al estadio del Sugar Kings para presenciar un juego de béisbol. Dicha acción detona la pasión por la pelota caliente de Agustín, que ahora adopta el nombre de Quico Guanabacoa, quien insistente dice a Fornés y a su novio: “Yo de todo sé mucho pero de pelota sé cantidad”, con ello logra participar en el juego, lanzando desastrosamente aunque logra batear un hit con el cual triunfa su equipo.

 

En 1956, el equipo infantil de la Liga Pequeña de béisbol de Monterrey ganó el famoso campeonato mundial de esa categoría en la población de Williamsport, Pennsylvania. Esa proeza proveyó a estos “chiquillos” de una enorme fama;  fueron recibidos por políticos, traídos y llevados en desfiles, hicieron presentaciones e incluso, dos años después rodaron la película Los pequeños gigantes dirigida por Hugo Butler, con la actuación de los niños campeones, entre los que destacaban Angel Macías y Ricardo Treviño (que después se harían profesionales en la Liga Mexicana). En los créditos aparecía como entrenador César Faz y como manager Harold M. Hasking.

La cinta narra en tono más o menos documental el camino seguido por los virtuosos infantes beisbolistas, desde la construcción del campo de béisbol en un barrio pobre de Monterrey hasta su coronación, no exenta de dramatismo, ante el equipo estadounidense. Además, el filme hace algunos señalamientos de orden social que vale la pena traer a colación a través del comentario de Emilio García Riera:

La cinta registró algunos actos discriminatorios contra los niños mexicanos en Texas y advirtió de un cambio importante en el mundo del béisbol, a partir de la reciente conversión de Jackie Robinson en el primer negro que jugó en las Ligas Mayores, con los Dodgers de Brooklyn. Los niños de Monterrey eran felicitados al final por los presidentes Eisenhower y Ruiz Cortínes; así, su victoria fue vista como importante en el cuadro de las batallas antirracistas que se libraron en ese tiempo en los Estados Unidos, y fue en efecto muy llamativo que se produjera en el ámbito del “american favorite passtime”, el béisbol.[1]

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Seguramente que en esa visión había influido el hecho de que Butler, además de la dirección, había escrito el guión, y que al momento se encontraba refugiado en México por estar en la lista negra de Hollywood por su vínculo con el Partido Comunista Americano.

 

Hacia 1960 el béisbol volvió a ser tema de una película cómica, se trata de Pegando con tubo, con "Viruta" y "Capulina" quienes al jugar béisbol golpean sin querer con un bate a un temible asaltante, hecho del que derivarán confusiones y situaciones pretendidamente cómicas. Por cierto que Gaspar Henaine filmaría años después Mi compadre Capulina, en la que de nuevo juega béisbol, lo cual le permite dar clara muestra de sus torpezas físicas y mentales.

Para la década de los sesenta las temáticas de charros y rumberas estaban más que gastadas, su pobreza argumental era notoria, en contraparte  surgen varios directores con la inquietud de plantear nuevas propuestas temáticas y estéticas. Un tanto bajo ese marco se filmó en 1964 En este pueblo no hay ladrones, debut como director de Alberto Isaac con Julián Pastor (Dámaso) y Rocío Sagaón (Ana) en los protagónicos. La historia se desarrolla en un pueblo asfixiante sin más diversiones que jugar billar y escuchar por la radio los juegos de béisbol. Como Dámaso roba las bolas de billar, don Ubaldo, dueño del billar, augura la ruina de su negocio cuando terminara el campeonato beisbolero.

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Julián Pastor y la bailarina Rocío Sagaón, protagonistas de En este pueblo no hay ladrones (A.Isaac, 1964).

 

 

La cinta está basada en un guión de Gabriel García Marquez, con la participación en escena de Luis Buñuel, Carlos Monsiváis, Juan Rulfo, Abel Quezada (quien por cierto era fanático de la pelota caliente, por lo cual realizó algunas pinturas con esta temática), Emilio García Riera y otros. Además la película participó en el I Concurso de Cine Experimental obteniendo críticas muy positivas.

Ese mismo año, pero en el lado más comercial de la industria cinematográfica nacional, se produce El Padrecito, dirigida por Miguel M. Delgado, con Cantinflas y Angel Garasa en los roles principales. En la cinta Cantinflas encarna a un irreverente pero buen cura, que entre otras cosas habla de béisbol y de los equipos estadounidenses  Dodgers y los Yankees.

 

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En la cinta El padrecito (Miguel M. Delgado), Cantinflas interpreta a un cura aficionado al béisbol

Muchos años después, en 1983, se repetiría la fórmula de niños y béisbol, aunque de manera notoriamente distinta. Así se filmó La niña de los Hoyitos, dirigida por Rubén Galindo con la actuación del entonces niño Pedrito Fernández. La historia se desarrolla en un lugar fronterizo del norte por lo cual Fernández juega béisbol en el equipo de la secundaria, del cual es la estrella. Como es perturbado por la belleza de una niña, obviamente la de los hoyitos, falla constantemente en sus intentos de batear durante los entrenamientos.

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Cinco años después Carlos Carrera realiza Un embrujo, que retrata la vida de Progreso, Campeche en los años treinta; los problemas de los estibadores, el contexto social y la vida sentimental de varios personajes, narrado a través de la visión del niño, Eliseo (interpretado por Daniel Acuña), que sueña con ser beisbolista profesional en Mérida.

 

Otra película en la que el béisbol aparece como un elemento principal, es La Perdición de los hombres, filmada en el año 2000 por Arturo Ripstein, con las interpretaciones de Luis Felipe Tovar, Arcelia Ramírez y Patricia Reyes Spíndola, y en la que el béisbol se convierte en un elemento principal del personaje central,  quien encuentra en este juego una motivación para vivir ante una realidad social, familiar y personal de extrema pobreza. Sin embargo, el deporte que en principio funciona como elemento catalizador de sus frustraciones, termina convirtiéndose en un elemento más de presión en su existencia, debido a sus limitaciones para jugar. La cinta tuvo algún éxito de crítica e incluso participó en el festival de San Sebastián.

 

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El cartel de la cinta La perdición de los hombres, (A. Ripstein, 2000), alude al tema de la cinta, mujeres y béisbol.

Vale consignar que son muchas las referencias tangenciales que se hacen al béisbol en nuestro cine, sobre todo en la década de los cuarenta y cincuenta, lo cual es un indicio de la popularidad de este deporte. Por ejemplo en El Revoltoso (1951), Tin Tan simula jugar béisbol en la mansión de Rebeca Iturbide, justo cuando una pelota, bateada por unos niños, rompe un vidrio; el mismo actor en El Hombre Inquieto, trata de explicar uno de sus múltiples enredos, diciéndole a Sara García "hay un error y después del error viene el hit". En La Dama del Velo (1948), Víctor, uno de los personajes, al revisar el periódico dice interesarse en el béisbol. Incluso el gran cineasta, Luis Buñuel hizo alguna referencia al rey de los deportes en La Hija del Engaño (1951), en la que  Fernando Soler regentea un casino teniendo como uno de sus ayudantes a un revoltoso que se hace llamar el "jonrón". Y hablando de "jonrones", en El Matrimonio es como el demonio, Elsa Aguirre lanza un jarrón acertando en la cabeza de Luis Manuel Pelayo, quien al ser golpeado dice haber recibido un jonrón.

En 1970 José Estrada filmó Para servir a Usted, en la que aparecen algunas escenas beisboleras, como en la que Enrique Rambal grita en el parque "bola-bola-bola" y arma una gresca. Años más tarde, en el film de Raúl Araiza, En la trampa (1978), José Alonso es obligado en su trabajo a participar en un desfile deportivo vestido de beisbolista.

En 1999 Gabriel Retes filmó Un dulce olor a muerte, basada en la novela del multipremiado Guillermo Arriaga, y cuya la trama se desarrolla en un tranquilo y  bucólico pueblo provinciano el cual se ve cimbrado por el asesinato de una muchacha, Pablo (interpretado por Diego Luna), es el novio, jugador de béisbol y principal sospechoso. Por otra parte en el 2001 se filmó en Monterrey Inspiración, del director debutante Angel Mario Huerta Cantú, una comedia  comedia en la que participan Arath de la Torre y Barbara Mori. A fin de dar un color local al film, los personajes asisten a un juego de los "Sultanes".                 

Con un poco más de pretensiones  Entre Caníbales (2007), de Rodrigo González, aborda la amistad y la lealtad de un grupo de amigos que en la infancia habían jugado béisbol juntos. Reunidos en su casa por el joven empresario Marcelo (representado por el actor Plutarco Haza), los amigos, durante una cena ven la película (en formato super 8) del juego sostenido 30 años antes, cuando eran niños, observándose que al igual que entonces los personajes han conservado sus cualidades y defectos. La reunión da la pauta para revelar que tras la aparente amistad han existido envidias, traiciones e infidelidades.

El film más reciente en el cual se refiere al béisbol, es Lake Tahoe, segundo largometraje de Fernando Eimbcke, en el cual se aborda la desolación y soledad de Juan, personaje central encarnado por Diego Cataño, ante la orfandad por la muerte de su padre y por el proceso de crecimiento del adolescente. Filmada en Yucatán, el film adquiere un tono local no sólo por los escenarios, sino también cuando se señala que el padre fallecido jugaba béisbol e incluso en una de las escenas un amigo entrega a Juan, el uniforme y guante del padre como señalando que continuará la tradición. Excelente trabajo sobre la adolescencia y el encuentro del individuo consigo mismo.

 

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Lake Tahoe, segundo largometraje de Fernando Eimbcke

 

Un caso curioso, por decir lo menos, es Buscatalento, producción estadounidense en la que participan algunas estrellas hollywoodenses como Dianne Wiest y Brendan Fraser. Trata sobre un explorador de los Yankees de Nueva York, que es enviado (a manera de castigo) a México (de hecho a Veracruz), en donde encuentra a Steve Nebrazka (Brendan Fraser) un lunático y superdotado jugador que es idolatrado por los aborígenes. En el fondo hay un tufo colonialista amen de ser un verdadero churro.

Como se puede observar la mayoría de las películas con tema beisbolero o bien en las que se alude a este deporte, se realizaron entre 1948 hasta 1956. En ello se reunieron dos fenómenos, primero el auge del béisbol como un deporte de arraigada tradición nacional y su popularización, y segundo, que se diera en la época de mayor auge  fílmico en nuestro país. Con el tiempo “el rey de los deportes” dejó de ser un referente en la sociedad mexicana y desapareció virtualmente, a la par de la descendiente producción cinematográfica desde la década de los setenta.

Asimismo observamos que la mayoría de las películas y alusiones beisboleras de la cinematografía nacional, son parodias en las que aparecen  los cómicos más taquilleros;  Tin Tan, Resortes, Oscar Pulido, Cantinflas, Viruta y Capulina.  Mientras que el mismo tema no se aborda en tramas de mayor profundidad, como si sucede –ocasionalmente- en los Estados Unidos.  Sólo en Los pequeños gigantes y en La Perdición de los Hombres se da un giro al relajo beisbolero, y se abordan otras problemáticas. De hecho, el deporte como tema cinematográfico, ha sido en general desperdiciado por los productores nacionales, salvo honrosas excepciones.

Es notorio también que la biografía, uno de los subgéneros beisbolísticos cinematográficos favoritos en el vecino país del Norte, esté ausente en México, lo cual es extensivo a casi todos los deportes (las notable excepciones son Torero, realizada por Carlos Velo, que es un magnífico retrato del matador Luis Procuna, y Campeón sin corona, dirigida por Alejandro Galindo, una velada y libre biografía del boxeador Rodolfo “Chango” Casanova), lo más cercano a este género en nuestro país es la mencionada cinta Los pequeños gigantes, pues como se recordará la planeada película biográfica sobre Fernando el Toro Valenzuela, de la que en su momento se habló mucho, no se realizó. 

En el campo del video y documental, también existen representaciones del béisbol, como en Oro Verde (1982), dirigido por Salvador Guerrero, filmado en comunidades mayas de Yucatán, dedicadas al cultivo del henequén. Un trabajo que explica la situación que viven los mayas dedicados a esa actividad y los problemas que enfrentan. Como parte de las imágenes encontramos a varios agricultores viendo un juego del "Toro" Valenzuela por televisión, y otro desarrollado por los propios campesinos mayas.

Por su parte, el artista plástico juchiteco Demián Flores Cortés, realizó en el 2004 una exposición pictórica y de arte objeto relativa al béisbol, que acompañó por un video sobre el "Talalli", un deporte inventado por los juchitecos que combina el béisbol y la pelota mixteca. El Talalli se juega con pelota de esponja por lo cual no se usa guante y a manera de bate se blande el puño cerrado. En el video observamos el desarrollo de un juego de talalli y las emociones que provoca entre la afición y jugadores.

Estos materiales demuestran qué tan hondo se estableció el béisbol en México, al grado de llegar a comunidades indígenas, y cómo diversos sectores de nuestra sociedad se han apropiado de este deporte, reinventándolo y convirtiéndolo incluso en un elemento de identidad nacional.

 

[1] - Véase la obra de Emilio García Riera, México visto por el cine extranjero, México, Editorial Era, Volúmen 3, pp. 144-145.