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2016-01-15 00:00:00

Crítica: «45 años», el resquebrajamiento de un matrimonio feliz

Por Hugo Lara

“45 años (“45 Years”, 2015) es una de las películas cuya atención ha ido en ascenso en esta temporada de premios y que ha tenido un buen paso en la cartelera alternativa en México, en la Cineteca Nacional y otras salas.  Apenas estos días su protagonista, Charlotte Rampling, recibió la nominación al Oscar como mejor actriz, lo que le ha dado más realce a esta modesta pero emotiva producción  inglesa dirigida y escrita por  Andrew Haigh (“Weekend”, 2011), basada en el relato de David Constantine, que narra una pequeña anécdota con una fuerte carga emocional alrededor de un matrimonio. El otro actor protagonista, Tom Courtenay, recibió junto a Rampling el premio de mejores actores en el Festival de Berlín y en México se exhibió anteriormente en el Festival Internacional de CIne de Los Cabos.

La historia narra la víspera del aniversario número 45 del feliz y apacible matrimonio de Kate (Rampling) y Geoff Mercer (Weekend), que viven en la campiña inglesa. Cinco días antes de la celebración, Geoff recibe una carta en el que le informan que el cadáver de su anterior pareja fue encontrado congelado en los Alpes, después de que desapareciera cinco décadas atrás durante un paseo que hacían juntos. Geoff es convocado a identificar el cuerpo y, en medio de esta sorpresa, comienza a removerse una historia cuyos detalles Geoff había ocultado y que desata sutilmente la suspicacia y los celos de Kate.

El filme se va construyendo a partir de los hallazgos que Kate va descubriendo día a día sobre la relación de su marido con su novia muerta. Con habilidad y un ritmo sosegado pero bien calibrado, el director  va sembrando pistas y mostrando pequeñas circunstancias que contribuyen a crear una tensión en aumento entre la pareja de viejos.

La narración está dividido por los días de la semana hasta el día de la fiesta; en cada uno de ellos, Kate descubre, a partir del cambio de conducta de su marido, nuevos indicios que la llevan a sentirse insegura y a desconfiar del hombre con el que ha compartido en armonía su edad adulta. Así, se entera de la relación apasionada que le ha hecho desempolvar a Geoff las viejas fotografías y las cartas de su novia muerta, así como otros hechos que la sobrepasan desde su condición de mujer y esposa.

“45 años” sostiene un tono melancólico, remarcado por los solitarios paisajes verdes y el cielo siempre aplomado, que dan más fuerza a este drama contenido que nunca estalla, lo cual es un acierto de la dirección pues evita el sentimentalismo melodramático. En cambio, el director logra transmitir con sensibilidad la inquietud de Kate que se fermenta desde su interior y que poco a poco se hace más visible, hasta un punto culminante de dolor y resquebrajamiento sentimental. En ese sentido, es posible encontrar afinidades con otros filmes notables, como la imprescindible “Amor” (2012) de Michael Haneke, aunque ésta tome un camino diferente en su desenlace.

El cineasta Andrew Haigh formula una elegante y sencilla puesta en escena cifrada en el desempeño de sus dos actores principales, que ocupan sólo ellos el mayor metraje de la trama que ocurre en su finca, la locación principal.  La sencillez del relato es bien interpretada por los otros colaboradores de la producción, principalmente la ambientación de Sarah Finlay con una paleta de gamas verdes y cafés con tonos mates y apastelados, la edición de Jonathan Alberts y la fotografía de Lol Crawley, quienes deja fluir las brillantes actuaciones con planos largos y atmósferas intimistas. “45 años” es dentro de su sencillez un filme brillante y memorable.