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Reporte de la semana

2017-04-21 00:00:00

La comedia sexual adolescente, un viaje a sus orígenes

Por Pedro Paunero

La comedia sexual adolescente encontró un nicho fértil en aquél sector de público que veía representadas, en la pantalla, situaciones que conectaban con su pasado más real e inmediato, alejándolo de la metafórica, e ingenua, Serie “B” de los años cincuenta, con sus amenazas extraterrestres y el sexo apenas delineado en los autocinemas o el Gore, y sus subgéneros, que habían caracterizado el violento cine juvenil de los setenta, y que continuaría siendo explotado en la década siguiente.

En este tipo de películas los homicidios, los litros de sangre y las heroínas puras y virginales que sobrevivían al asesino serial, al monstruo o al ente sobrenatural de turno, cedían su lugar a las chicas liberales, a los encuentros sexuales fortuitos, a una cierta despreocupación cotidiana y al humor escatológico cultivado por sus personajes. Estos films, en mayor o menor medida, abrieron el camino para cintas de culto posteriores que exploraban, en un tono más serio quizá, y ya alejadas de la sexualidad, la condición adolescente a través de sus distintos matices, comenzando por títulos como “American Graffiti”, ese fiel retrato de la juventud sesentera, rodado por George Lucas en 1973, y siguiendo con una obra tan relevante y significativa como “El club de los cinco” (The Breakfast Club, 1984) de John Hughes, que incluía un repaso a los variados rostros con los que se recubría la juventud de aquellos años: el chico rebelde, el nerd bien portado, la muchacha gótica, la princesita mimada y el sano deportista, enfrentados todos en una mañana de sábado y de castigo, a través de un guion inteligente, que hace afluir las rivalidades, las maneras de pensar distintas y, por fin, la camaradería de ese forzado “club”, en una atmósfera escolar bastante cuidada y reconocible.

Aunque de breve duración, el humor y la desfachatez de la comedia sexual adolescente se infiltró a través de otros tantos géneros, títulos, directores y tendencias, que alcanzaron su punto culminante con la desvergonzada “American Pie” de Paul y Chris Weitz en 1999.

Por constituirse, cada uno, en momentos significativos del cine, repasamos aquí sus inicios y algunos de sus títulos más importantes.

 

“Barquillo de limón”

(aka. Chicle caliente, aka. Polo de limón; Eskimo Limon, ?????? ?????, Boaz Davidson, 1978)

Los productores (y primos) israelís Menahem Golan y Yoram Globus, antes de terminar en la bancarrota, lograron uno de sus más sonados éxitos (seguido a lo largo de un excesivo número de secuelas) con esta comedia de tintes eróticos entre adolescentes, desarrollada a la manera de una iniciación, entre un grupo de amigos que despiertan a la adultez. La parte más externa de las “Bildungsroman” o novelas de aprendizaje, así como ciertos aspectos de la picaresca literaria, eran retomados para el cine que, obediente a las exigencias de la trama, sólo se centraba en sus aspectos cómicos, lúdicos y sexuales.

Boaz Davidson, años antes de ser el responsable de poner el dinero para cosas como “Shark Attack III: Megalodon” (Terror en el abismo, David Worth, 2002) o del asqueroso remake de ese título de culto que es “El hombre de mimbre” (The Wicker Man, Robin Hardy, 1973), americaniza el Israel de los años 50´s para contar la historia de un trío de muchachos cuyos nombres han sido cambiados de acuerdo al país donde se exhibiera la película, Benji (o Benzi; Yftach Katzur, en los créditos como Yiftach Katzur), Bobby (o Momo; Jonathan Sagall, en los créditos como Jonathan Segal) y Huey (o Yuda´leh; Zachi Noy, acreditado como Zacki Noy) que corren varias aventuras sexosas por la ciudad mientras ven amenazada su amistad por la rivalidad de amores.

La película comienza en una heladería, a ritmo de Rock and Roll. Los chicos bailan y comen helados. Hablan de los exámenes escolares y aparecen las chicas. Nikki (o Nili; interpretada por Anat Atzmon), acompañada de una amiga, se percata que Benji la mira, pregunta a la dependienta quién es, y le responden que la hermosa muchacha no es muy asidua al local. Benji trata de localizarla y se enamora de ella, a partir de ayudarla con el neumático de su bicicleta (que él ha pinchado previamente), pero a Nikki, quien realmente le interesa es Bobby, quien terminará por embarazarla y abandonarla. El profundo enamoramiento de Benji, típico del melodrama, lo lleva a acompañarla cuando aborte, pagándole al médico con su trabajo como vendedor de hielo y cuidándola durante su convalecencia, al punto de formar una pareja que vive en unión libre. A pesar de ello Nikki, desechará las buenas intenciones de él, y preferirá la patanería de Bobby.

En Israel la película fue un éxito extraordinario de taquilla, aunado a la identificación del público con los personajes, y a que su director no dudó en mostrar escenas de soft porno, como cuando los muchachos realizan un concurso para determinar quién tiene el miembro más grande, las que transcurren con la ninfómana madura que se acuesta con dos de ellos, aprovechando la ausencia de su esposo marinero y que Benji ha conocido mientras reparte hielo, o las de la prostituta en el callejón, que les contagia las ladillas que intentarán ahogar, mientras se bañan en una alberca pública.

La cinta está impregnada de una atmósfera melancólica, no sólo por los tintes de pérdida debido a los primeros desamores, sino por las canciones que suenan todo el tiempo, interpretadas, entre otros varios cantantes, por Paul Anka. Tampoco es difícil rastrear en el film la influencia de esa maravillosa película que es Verano del ´42 (Summer of ´42, Robert Mulligan, 1971), basada en las memorias de Herman Raucher, guionista de la Edad de Oro de la televisión americana, que se convirtió en un magnífico ejemplo del drama que corren algunos adolescentes al enamorarse por primera vez, pero que la apartan de la trama más bien superficial de Boaz Davidson, para narrar la  inicial experiencia sexual como un trauma y una extasiada ceremonia secreta, al mismo tiempo.    


“Porky”

(Porky's, Bob Clark, 1981)

Es la historia de un grupo de amigos que hará todo lo posible por perder la virginidad y Porky, el dueño del club nocturno en el que intentarán lograrlo, quien se los impida, auxiliado por su hermano, un Sheriff corrupto y solapador. Los muchachos buscarán venganza, mientras se irán dando toda clase de situaciones cómicas y eróticas, aderezadas con un lenguaje soez que, para los tiempos actuales de blandenguería, resultan políticamente incorrectas, pero que en su momento llevaron una bocanada de aire fresco al cine destinado al consumo juvenil.

Varias son las situaciones de “Barquillo de limón” que se repiten en “Porky´s” (y que aquella copia, a la vez, de “Verano del ´42”): la escena en la que un chico espía, a través de un agujero en la pared, el vestidor de las chicas, por ejemplo, que en Porky´s, corregida y aumentada, alcanzó el rango de escena de antología y por la cual una entrenadora furiosa, y de aspecto hombruno, pretende realizar un examen de los miembros viriles de los chicos, hasta dar con aquél que tiene un lunar incriminatorio y que habían introducido a través del agujero hacia las duchas femeninas.  

Bob Clark intentó repetir el éxito alcanzado con esta primera película a través de una continuación, que fue destrozada por la crítica y la taquilla. A la tercera parte le fue aún peor, pero no hay duda que la fórmula, una vez actualizada, será repetida varias veces más.


“Picardías estudiantiles”

(aka. Aquél excitante curso, Fast Times at Ridgemont High, Amy Heckerling, 1982)

Cameron Crowe, habitual columnista de Rolling Stone, se basó en sus memorias estudiantiles para escribir el libro "Fast Times at Ridgemont High: A True Story," que se convirtió en un fenómeno de súper ventas y, de inmediato, aún antes de aparecer como libro, en un jugoso contrato para ser llevado a la pantalla.

La película tiene la particularidad afortunada de haber lanzado al estrellato a la mayoría de su primerizo reparto, así como en haber sido la primera de su directora, Amy Heckerling, futura responsable de “Clueless” (Ni idea, 1995). Aparece Sean Penn como Jeff Spicoli, un surfista cuya mente se encuentra, todo el tiempo, a muchos años luz de la escuela y Jennifer Jason Leigh como Stacy, la quinceañera y empleada de un local de comida rápida, que miente sobre su edad y se acuesta con un hombre de 27; Phoebe Cates como Linda, la sensual amiga de Stacy, su confidente y consejera en asuntos sexuales; Forest Whitaker, como el futbolista de fútbol americano a quien le destrozan el auto Spicoli y su hermanito y engañan haciéndole creer que los culpables fueron los futbolistas rivales para que lo dé todo en la cancha, paliza incluida; Mark (Brian Baker) quien por trabas mentales no consigue acostarse con Stacy; Damon (Robert Romanus), un especialista en revender boletos para conciertos de Rock, que embarazará a Stacy y la abandonará a su suerte y Brad (Judge Reinhold), empleado que pasa de local en local, odiando sus uniformes ridículos pero buen hermano mayor de Stacy y admirador secreto de Linda. Complementan el reparto los adultos, entre los que destaca Mr. Hand (Ray Walston), como el rígido profesor, enemigo acérrimo de Spicoli a quien termina por echarle una mano en los estudios o Vincent Schiavelli como el Señor Vargas, el cadavérico y extravagante profesor de biología que tiene por esposa a una despampanante mujer y Nicolas Cage, como el ayudante de Brad en el restaurante.

La película retrata los anhelos de los personajes, no muy ambiciosos, por cierto, mediante un guion ágil, divertido, que muestra a la adolescencia y juventud americana más interesada en el ligue, el sexo fácil y la diversión que los estudios. Y esa era, precisamente, la intención de Crowe al escribir su libro y el guion de la cinta, a la cual el crítico y premio Pulitzer, Roger Ebert, hizo pedazos. A pesar de esto, y debido a su interés histórico y cultural (reflejar una época y, sobre todo las aspiraciones ligeras de su gente), fue incluida en el Registro Nacional de Cine de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.  
 

“El ultimo americano virgin”

(The Last American Virgin, Boaz Davidson, 1982)

Boaz Davidson actualiza un poco, pero sobre todo cambia de nación y sitúa en los Estados Unidos, su “Barquillo de limón”, para esta película. Los nombres están cambiados, los chicos visten como si fueran la última encarnación de Elvis y se habla de droga abiertamente.

Gary (Monoson Lawrence), es el personaje equivalente al Benji de su anterior éxito. Todos los eventos de la otra película, con nimios detalles, han sido calcados aquí. En la banda sonora suenan éxitos de Quincy Jones, U2, The Police, The Cars, Blondie, así como la Granada de Agustín Lara y la Bésame mucho de Consuelito Velázquez, en las escenas en las que la caricaturesca ninfómana latina, lleva a la cama a los chicos.