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2017-05-22 00:00:00

Crítica: «Happy-end», Haneke y su pálido retrato de una familia decadente

Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes (exclusiva)

En su más reciente filme, “Happy-end”, el exitoso director austriaco Michael Haneke nos propone el retrato de una familia burguesa que habita en el puerto de Calais, en el norte de Francia, frente a Inglaterra. Desde hace varios años, el realizador de “La pianista” (2001) y “Amour” (2012),   trabaja en Francia y escoge como trasfondo de sus películas este país, a pesar de que sus historias son casi universales o, por lo menos, muy europeas. Esta dimensión europea describe una burguesía que está a punto de colapsarse en el conformismo con ecos de fin de reino y de odios compartidos, como ocurre en esta película que se acaba de presentar dentro de la competencia oficial del Festival de Cannes 70.

En la trama, toda la familia protagonista vive en un gran casa frente al mar: el padre, patriarca que ya quiere morirse (Jean-Louis Trintignant); sus hijos Anne (Isabelle Huppert) y Thomas ((Mathieu Kassowitz), además de dos nietos. La empresa  de construcción de la familia es manejada por Anne mientras Thomas es cirujano y ya es viudo y padre por segunda vez. Hay poco que decir salvo que reina en sus relaciones perversidad e hipocresía; lo que falta es amor o por lo menos cariño. El patriarca, en lugar de ser un abuelo que quiere a sus familiares, los odia por ser más jóvenes  y depender físicamente de ellos desde la muerte de su esposa. unos años antes. Quiere dejarlos ya, poco le importa vivir con ellos.

Con pequeñas pinceladas, como pintando un retrato, Haneke nos hace entrar en este cuadro. Las computadoras sirven de caja de seguridad para esconder los secretos de toda la familia. Así lo expresan los mensajes  sadomasoquistas de Anne a su amante inglés (Toby Jones), o la forma en que la nieta de 12 años espía a su padre viudo pero casado de nuevo aunque ya infiel y con amante clandestina. El confidente de todo este intríngulis es Internet. La premisa suena atractiva pero al final no desarrolla gran interés.

Quizás el único punto fuerte, es la invitación que hace uno de los nietos a unos seis migrantes que esperan conseguir el pasaje hacia Inglaterra, para que asistan a una cena muy formal y de negocios organizada por su empresa. La hipocresía soluciona el escándalo.

Así, la película resulta bien hecha y filmada con unos actores muy buenos pero sin la chispa de locura o lucidez que se encontraba en las otras obras de Haneke. En general, son pocos los colegas críticos que piensan que Haneke se ganará con “Happy End” su tercera Palma de Oro. Y opino lo mismo.

Happy End de Michael Haneke (Austria)
En competencia