Cannes 2018: sentido homenaje a Pierre Rissient

Foto: Festival de Morelia.

Por Jean-Pierre Garcia   
Desde Cannes 2018 (en exclusiva).

A pesar de su lindo cartel y del sol primaveral, el 71° Festival de Cannes  va a empezar con una mala noticia (dos para ser más preciso). La primera es la muerte del gran director italiano Ernanno Olmi, vencedor de la Palma de Oro en Cannes 1978 con su maravilloso “El Arbol de los Zuecos”. Esta película muy sorprendente nos llevaba hacia el mundo del campo italiano a fines del siglo XIX y permitía seguir la vida de cuatro familias con realismo y poesía al mismo tiempo.

Olmi proponía mostrarnos la simplicidad y lo dramático de aquellas vidas sin caer en ningún momento en los efectos sensacionalistas tan comunes en la recreación del pasado de los trabajadores o de los campesinos humildes. Nos deja Ernanno Olmi, al término de su larga carrera, películas deslumbrantes como “Larga Vida a la Señora” (1987, León de plata en Venecia), “El Santo Bebedor” (1988, León de Oro en Venecia). Ya se va otro maestro: Ernanno Olmi tenía 86 años.

La segunda noticia pega de frente a todo los cinéfilos de Cannes y de muchísimos otros festivales. Pierre Rissient, que muchos calificaban de Príncipe de los cinéfilos, tenia 81 años y, a pesar de sus problemas de salud, parecía una roca frente al mar. Se veía y se oía desde lejos, tan amable con los que quería y respetaba: los cinéfilos; tan lejano con los que no querían verdaderamente al cine. Así que desde Thierry Frémaux, director de Cannes, hasta los mas grandes críticos o directores a nivel internacional, todos hablan aquí de este duelo. El mismo Thierry declaró: “Con la tristeza de haber perdido a un gran amigo de Cannes, queremos rendirle homenaje dedicando a esta gran figura del mundo cinematográfico la edición 2018 del Festival de Cannes”. 

Sus comentarios, consignados, en la página del Festival de Cannes 2018, contiene otros extractos del diario que publicó Thierry Fremaux en Enero 2017 y en que hablaba del maestro fallecido el domingo pasado : “Como Jean Douchet, otra figura clave de nuestra mitología cinematográfica, Rissient se inventó un personaje único: crítico, historiador, responsable de prensa, agente de inteligencia, probador de camisetas asiáticas, conversador divertido  y que en 1982 incluso filmó un largometraje en Manila, “Cinq et la peau” (Five and the Skin) con un escenario ligeramente inspirado de Pessoa.

A lo largo de los últimos 40 años y a menudo en total discreción, Pierre ha ejercido influencia en el cine mundial llevándolo cada vez más lejos: hacia universos virtuales, convirtiendo en autores a quienes no parecían dar la talla (como las emblemáticas figuras de la sala Mac-Mahon, así como Eastwood, convertido en director reconocido gracias a “Escalofrío en la noche”) y descubriendo nuevos horizontes, visitando países lejanos (Filipinas, China, Singapur, Australia, Corea) para explorar sus películas. Tal vez sin él no hubiésemos visto películas con “King Hu”, de Lino Brocka. ¿Quién si no él habría descubierto el primer cortometraje de una joven neozelandesa llamada Jane Campion?  (…)

“Después de haber dedicado una primera etapa a los cineastas de Hollywood, de tipo viril, tuerto y western, Pierre sintió curiosidad por la modernidad asiática. Descubrió películas que nadie había visto, conoció cineastas que nadie conocía y entregó al viejo Im Kwon-taek los laureles que se merecía” (…)

“Con su cabeza de monje y su espíritu cáustico, Pierre creó el concepto del monje bromista y divertido. Construyó pacientemente su propia leyenda que comenzó con su trabajo como asistente en el rodaje de “À bout de soufflé” (“Sin aliento”) de Godard, siendo compañero de Raoul Walsh y Fritz Lang, discutiendo con Losey (a quien llamaba "Loci"). Incluso parece que vivió una noche de amor con Hedy Lamarr. Todo en él es como una Gran Historia, incluso cuando susurra poemas de Keats. Su estado de ánimo cambia continuadamente, entre alegre y tenebroso, es extremadamente cortés, a pesar de que algunas veces pierda los pocos estribos que tiene y se deje llevar por la ira, que ya no es lo propio de su edad. Pero eso hace reír a sus amigos, incluido Bertrand (Tavernier), que lo cubre de afecto desde hace 50 años. Porque la curiosidad de Pierre nunca disminuye y lo lleva a estar siempre disponible para dar consejos, leer un guión, lanzar a un joven director, apreciar una copia restaurada”. (Fragmento de Sélection officielle de Thierry Frémaux, Grasset, 2017).

En la última década, Pierre se había acercado mucho a México y en especial al Festival de Morelia. Cada año era un encanto intercambiar impresiones con él. Tenía siempre su mismo lugar en la sala n°5 del Kinepolis, la sala del patrimonio mundial del cine, la sala adonde se muestran las joyas de la Filmoteca de la UNAM y de la Cineteca Nacional, joyas del cine mexicano, joyas también prestadas por archivos internacionales.

En estas proyecciones Pierre Rissient daba varias charlas y presentaciones muy cultas y astutas a la vez. Este hombre sabía hacernos descubrir cosas que pocos imaginaban, aparentemente se trataba de anécdotas, en realidad Pierre daba vida a la historia del cine. Hablando de un western filmado en México nos hacia descubrir que este país había dado refugio profesional a tal guionista de la lista negra de Hollywood que gracias a este auxilio no se murieron (con su familia) de hambre. Refugio a pesar de la prohibición de Hollywood.

Cuando el Festival de Morelia  decidió nombrar aquella butaca de la sala 5 en honor del Maestro Rissient, todos aplaudieron con fuerza. Y en especial la parte joven del público a quienes encantaba el amigo Pierre. Así que Daniela Michel, directora del Festival de Morelia como muchos amigos cinéfilos mexicanos y europeos, nos sentimos un poco huérfanos. El cine es arte y memoria, pasión y humanismo, sentido del humor y valiente amistad: todas virtudes que tenia el amigo Pierre Rissient.

Seguro que muchos festivales en México, en Francia y otras tierras adonde se ama al cine, este año rendierán homenaje al Maestro Pierre.