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2018-05-11 00:00:00

Cannes 2018: «Pájaros de Verano». El narco y la destrucción del mundo indígena

Por Jean-Pierre Garcia
En exclusiva desde Cannes

De los años 60 al 2000 la venta de marihuana contribuye a enriquecer a los campesinos de la comunidad Wayuu en Colombia. En mismo tiempo los Wayuu entran en el narcotrafico y así surge la violencia y el ruina de la cultura indígena. Esto es lo que narra "Pájaros de verano", un film noir colombiano listo para el éxito que fue proyectado en la apertura de la sección Quincena de Realizadores dentro del Festival de Cannes.

Los cineastas Ciro Guerra y Cristina Gallego no son desconocidos para el Festival de Cannes. Tuvieron gran éxito con “Los Viajes del Viento” (Selecion oficial: Un Certain Regard). En 2015, se presentó en la Quincena de Realizadores su tercera película “El Abrazo de la Serpiente”, la que consiguió una buena distribución internacional. Con esta película se veía que el joven director colombiano ya estaba entrando en su madurez cinematográfica. “Pajaros de Verano”, que abrió el programa de la Quincena confirma de ciertamente su talento. Además, se puede notar que Cristina Gallegos, su productora de siempre, firma con él la dirección de la película. Cristina Gallegos ha estado siempre muy involucrada en el trabajo creativo al nivel del guion y de la edición de las obras de Ciro Guerra. Los dos directores confirman aquí su interés profundo en las culturas e identidades indígenas en Colombia y han decidido hacer entrar “Los Pájaros del Verano” en el cine de genero. Esta obra se puede clasificarla como film noir con matices de realismo mágico.

Su estructura está dividida en cuatro cantos (al modo de los cuentos o epopeyas antiguas), cantos que corresponden a cuatro periodos históricos ligados al desarrollo del narcotráfico en Colombia. Empieza “Pájaros de Verano” en los años 70 cuando para pagar la dote de su futura esposa, el joven Rapayet entra en la venta de marihuana. Ha decidido vender a un grupo de jóvenes estadounidenses (enviados por la Alianza para el Progreso a luchar contra los grupos revolucionarios), la hierba que le piden para fumarla. Así Rapayet puede ofrecer las 20 gallinas, cinco mulas y dos vacas que le pide su suegra. Estas costumbres se completan por varios collares ofrecidos a las divinidades indígenas para que bendigan la boda.

Pasan los meses y años, nacen los hijos de Rapayet y Zaida, el dinero entra más y más, ya Rapayet y su amigo afrocolombiano manejan camionetas y venden la marihuana a narcotraficantes gringos que llegan a buscarla en avionetas. Vemos cómo lentamente el universo muy tradicional de los indígenas (y sus valores como sus creencias) está cambiando no para mejorar su tipo de vida sino por búsqueda del lucro. Vemos también cómo el poder verdadero pertenece a las mujeres en las comunidades Wayuu. Los hombres, por ser muy machistas, no son los que deciden. El poder es matriarcal. Lo que Ciro Guerra y Cristina Gallegos nos muestran con maestría a través del papel de Úrsula, la madre que lo dirige todo. Además, Úrsula es también líder espiritual que interpreta la presencia de pájaros o insectos. Sus capacidades de adivinación y de contactos con las sombras de los muertos le da un poder muy importante.

Úrsula es, en la película, una figura grave y poderosa como lo eran las diosas del teatro antiguo. Sucede imponernos una cara de bruja asumiendo su papel de madrina, de jefe de pandilla. Transforma su clan en un grupo de vendedores de marihuana al mayoreo. Sobresale también el personaje de Peregrino, un anciano que sirve de mensajero encargado de imponer la paz entre los clanes cuando empiezan a pelear a muerte.

Los vínculos entre los seres humanos y la tierra y más allá, la naturaleza, poco a poco, desaparecen. Queda lo malo, la violencia y los celos entre personas, entre miembros de una misma familia o de un mismo clan. Se pudiera considerar que aquí tenemos una crítica de una muerte anunciada, la muerte de la comunidad Wayuu.

Todos a lo largo de la película están avanzando hacia su destino y de forma fatal. Si la tradición del film noir induce la presencia de una femme fatale, podemos considerar que el papel de la femme fatale se lo lleva Úrsula, una señora de más de 60 años.