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2018-05-13 00:00:00

Cannes 2018: «Los eternos», otra obra maestra china. En competencia

Por Jean-Pierre Garcia
En exclusiva desde Cannes

Una historia de amor y odio en la China contemporánea, alrededor de una mujer que se enfrenta al hampa en el noreste de China. Ella se llama Qiao y en la trama se sacrifica por Bin, su amante, jefe de una mafia local, por lo que debe cumplir cinco años de prisión. Cuando sale libre, Qiao descubre que Bin no la ha esperado. De eso es lo que trata “Los eternos” (“Ash is Purest White”/”Jiang Hu Er Nv”), una obra maestra del realizador chino Jia Zang-Ke, que se proyectó dentro de la Competencia oficial de esta edición del Festival de Cannes.

La trama no es fácil entender sin haber visto la película del maestro Jia Zhang-Ke, centrada en el universo de la mafia china. Primero hemos de saber que ya existían en los años treinta varios tipos de mafia chinas, incluyendo personajes femeninos en primer plano. Aquí estamos en los años noventa, en una zona que está perdiendo su actividad económica pues se cierran cada día las minas de carbón. Mueren obreros que creían en su oficio y que pensaban ser el corazón de la China eterna, mientras se enriquece la clase media. En ese contexto, las pandillas se desarrollan y han creado, como los hampas del pasado, una hermandad de ladrones que juran obediencia a un dios suyo llamado el Señor Guan (Lord Guan), bajo los principios de ser siempre “Leales y Rectos”. Son parte de un sistema que llama el Jianghu.

Así, ayudan a mantener la corrupción en muchos oficios, manejan clubes de póker o majong, salones de baile y de prostitución, y si no se habla de drogas uno sabe que existen. El hampón principal en esta historia es Bin, un hombre de 35 años. Qiao, su amante, es una mujer más joven y que sabe todo de sus actividades. Se puede hablar aquí de amores en los bajos fondos chinos. Piensan ser los dueños de la ciudad. Pero nos damos cuenta que otros jóvenes pandilleros entran en competencia con ellos, asesinan a unos de sus ricos cómplices que gana una fortuna en el negocio de los bienes raíces. Sus rivales, atacan a Bin una vez pero fracasan, hasta que se organicen mejor y deciden matarlo. En el enfrentamiento cumbre, Qiao sale en defensa de su amante y amenaza con una pistola a los 20 bandoleros que rodean a Bin. La escena es impresionante por su maestría, aunque no se parezca a las peleas de Kung Fu. Toda la escena resulta muy naturalista e impresionante. Cuando aparece la policía, todos han escapado salvo Bin y sus guardaespaldas heridos. Qiao no quiere confesar a la policía de dónde ha conseguido la pistola y es condenada a cinco años de prisión.

El personaje luminoso que era Qiao se transforma en una mujer encarcelada que tiene que trabajar de modo muy duro. Se le acaba su hermosa cabellera, las ropas lujosas y su sonrisa dominadora; su cara triste traduce su amargura pues Bin no acude nunca a visitarla. Cuando sale libre, a los cinco años, Bin no la espera. Ni siquiera quiere verla, aunque sea por última vez. Quía viaja hasta él, toma un barco que la lleva a través del Lago de los Tres Valles, lago artificial que se forma con la presa del Río Amarillo. Descubrimos entonces, en esta segunda parte de la película, muchos aspectos de la vida en la China de hoy. Las ciudades se modernizan, los trenes son mucho más rápidos, lujo y miseria comparten paisajes urbanos de modo impresionante. Qiao intentará ver a Bin para poder acabar con este amor muerto. Espera que él le diga que ya vive con otra mujer…pero no pasa nada y Qiao se marcha descorazonada.

El tercero acto de la película es más actual, los trenes de alta velocidad surgen de todas partes, pero las ciudades siguen transformándose. Qiao maneja un pequeño bar adonde juegan al majong varios de los antiguos hampones de Bin. Es también el momento en que Bin es víctima de un ataque cerebral por consumo de alcohol y tabaco; anda en silla de ruedas y vuelve a casa de Qiao. De cierto modo para ella pudiera ser tiempo de revancha. Pero, ya ni lo quiere ni lo odia. Le dice que sigue aplicándole las reglas del Jianghu : Lealtad y Rectitud.

La película de Jia Zang-Ke no resulta una película de gánsteres, aunque posea un tema que pudiera ser próximo al de Coppola en “El Padrino”, que brinda un sentimiento de magnitud de varias generaciones. Cuando se dice aquí que Qiao emprende un viaje para ver a Bin, no es un viaje corto de una noche, sino que el personaje viaja en tren y barco de un punto del noroeste de China (un lugar muy frío y escaso de vegetación) a un lugar del sur, húmedo y caluroso. Se trata de un viaje de seis mil kilómetros en cuyo trayecto se hablan varios idiomas chinos. Todo esto conduce a otro significativo y el modo realista este retrato de las mafias chinas es desarrollado mucho más allá que las peleas (que al final son pocas). De esta manera, “Los eternos” es un viaje iniciático a través de un país amplio como la vida, diverso y gigante.