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2018-05-14 00:00:00

Cannes 2018: «Un Asunto de Familia», Kore-Eda conmueve con lucidez y ternura

Por Jean-Pierre Garcia
En exclusiva desde Cannes

Las gratas sorpresas en este 71° Festival de Cannes provienen de Asia. Aunque ciertas películas europeas merecen ser elegidas, mis dos películas favoritas (por el momento) tienen pasaporte de China y Japón. El director nipón Kore-Eda Hirokazu propone en su reciente filme “Un Asunto de Familia” (Manbiki Kazoku, 2018) una mirada lúcida y amorosa sobre la sociedad japonesa que se presentó dentro de la Sección oficial de competencia.

Los primeros 10 minutos de la película describen el robo de comida y dulces en un gran almacén, a manos de Osamu y su hijo. Cuando están a punto de llegar a casa, se encuentran con una pequeña niña de 6 años, sola y fuera de su casa. Pronto se dan cuentan que la niña es maltratada y que tiene quemaduras y heridas en los brazos. Osamu lleva a la niña a su casa, donde su esposa la recibe con calidez, comen todos alrededor de una gran mesa, donde se acomodan el padre y la madre, el hijo, su hermana mayor y la abuela. Paso a paso, observamos la vida cotidiana de esta familia en la que cada uno trabaja y contribuye a su modo. Entre todos, cuidan de la niña y la protegen, pues entienden que sufrió ciertos traumas y fue víctima de violencia familiar. Dos semanas más tarde, la televisión transmite una noticia sobre la niña, muestra su foto e informa que los padres verdaderos han sido acusados por haberla matado. Osamu le propone a la pequeña volver con sus padres pero ella decide quedarse con su nueva familia, así que le cortan sus cabellos y siguen juntos.

Así descubrimos que en esta familia no existe ningún vínculo de sangre. Todos se reunieron casi por casualidad. Viven o sobreviven juntos en una familia que decidieron formar, y a todo les va muy bien hasta que un evento provocado por el hijo rompe el frágil equilibrio de esta “familia” totalmente reconstituida, lo que alumbra muchos secretos.

Kore-Eda comentó que en Japón, estos últimos años, se sucitó un escándalos entre los ciudadanos (y el estado también) al destaparse varios casos de familias (padres e hijos)  que se ganaban la vida con el robo e incluso se hizo público el caso de algunas personas que escondían la muerte de un abuelo para seguir cobrando su jubilación. “Decidí investigar por qué y cómo son estas relaciones familiares, y de modo más específico me interesó asomarme a las familias unidas a través varios delitos”, precisó el cineasta.

De esta manera, en “Un Asunto de Familia”, si tratamos de ir a lo más profundo de la historia de Osamu, nos damos cuenta que es para él una manera de dar sentido a su papel de padre. También se puede decir que se trata para el “hijo” de un viaje iniciático hacia la adolescencia y el mundo de los adultos.

“Un Asunto de Familia” no es una película convencional. Sin hablar de mirada anarquista, se puede decir que Kore-Eda nos propone mirar hacia proyectos de vida rebeldes en el mundo de hoy. Los personajes no quieren aparentemente despojar a la gente sino conseguir productos esenciales para sobrevivir en un mundo en que no todos son iguales, en que los almacenes lo tienen todo a la vista pero muchos son los que sueñan en comer carne o frutas y no lo consiguen por falta de dinero. Más allá de Japón, uno sabe que recurrentemente muchos actos de protesta y descontento social culminan en saqueos de supermercados, como ha sucedido en ciertos barrios afro-americanos de Estados Unidos,  o en también América Latina. Recuerdo un viaje por Argentina, a bordo de un tren desde Buenos Aires a San Miguel de Tucumán, hacia el norte del país. A unos 100 kilómetros de la capital, el agente de ferrocarriles nos recomendó cerrar bien las ventanas pues a veces la gente del pueblo lanzaba piedras. Y no eran mentiras, varias piedras volaron contra este tren, cuyo boleto era tan caro para la gente del lugar que no podía comprar un asiento para ir al pueblo siguiente. Así que la búsqueda y la película de Kore-Eda no existen por casualidad, sino que expresa algo muy real, terrible y fuerte a la vez.

De cierto modo, “Un Asunto de Familia” recuerda, en términos de mirada al mundo de hoy, a la película mexicana “Un mundo maravilloso” de Luis Estrada (2006), en donde el protagonista quiere obligar al Secretario de Economía a firmar que “Ser pobre y vagabundo no es un delito”.  En “Un Asunto de Familia” hay de modo aparente menos angustia o desesperación pero posee la misma orientación en su propuesta cinematográfica y ética también.  Sin duda, es una gran película de este 71° Festival de Cannes.