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2018-06-09 00:00:00

«Sin muertos no hay carnaval»: contrastes sociales en forma de thriller, o viceversa

Por Hugo Lara

Este fin de semana se estrenó “Sin muertos no hay carnaval”, la más reciente película del apreciable cineasta ecuatoriano Sebastián Cordero, quien es un viejo  conocido en México, donde nunca ha filmado pero en cambio  ha conseguido apoyo para algunas de sus películas producidas por Bertha Navarro, como “Crónicas” (2004) y “Rabia” (2009). 

Cordero es de los cineastas más destcados del cine ecuatoriano, que es una cinematografía pequeña en términos cuantitativos, pero donde existen filmes de calidad, como es este caso. El director se inclina por temas fuertes y contenido político-social, que revelan los contrastes o las injusticias alrededor de ciertos personajes y sus conflictos. Son películas apreciadas en festivales, por su rigor narrativo y su cuota de denuncia social, por norma dentro del contexto Latinoamericano.

“Sin muertos no hay carnaval” continúa esta misma línea. Con guión de Sebastián Cordero y Andrés Crespo, este thriller/drama se sitúa en Quito. Un predio ha sido invadido por gente pobre y su dueño, Emilio Baquerizo (Daniel Adum Gilbert), planea desalojarlos con la ayuda  de su suegro, el cacique Gustavo Miranda (Erando González) y el hijo de éste, Gustavo Jr. (Víctor Arauz), para lo que han contratado los servicios de un abogado corrupto, Lisandro Terán (Andrés Crespo), quien por el otro lado es el mismo que manipula a los invasores prometiéndoles regularizar sus casas. Pero la situación se complica cuando Baquerizo, Miranda y Gustavo Jr. van de caza y matan por accidente a un niño alemán, que recorre la selva junto a su padre y otros turistas. A partir de ese momento, se precipitan las acciones que revelan las redes del poder de esos hombres ricos, dueños de un equipo de futbol, así como la tragedia de los habitantes que viven en el predio en pugna.

La película retrata la realidad de la corrupción, el tráfico de influencias y la manipulación de la justicia, muy común en los países latinoamericanos, por lo que la trama bien podría situarse en Ecuador, México o cualquier otro país de la región. Es un guión complejo, bien estructurado, que pinta a varios personajes con sus propios conflictos y motivaciones, lo que dan cuerpo a un contexto de grandes contrastes, donde coexisten una multitud de pobres y unas cuantas familias muy poderosas y adineradas. De esta forma, la película es profundamente política, como suele ser el cine de Cordero, con apuntes y señalamientos de carga social.

Filmada con sobriedad y elegancia gracias a la foto del mexicano  Tonatiuh Martínez, en ese recorrido trazado con buen ritmo, el director nos lleva por distintos espacios que describen la vida de lujo en los altos edificios de departamentos, o las sencillas barriadas de Quito, o la euforia en las gradas de un estadio de futbol, donde coinciden las masas y los dueños del equipo, que viven a su manera y desde su palco la euforia colectiva, lo único que los une con los demás.

En esta coproducción con México, aparecen actores mexicanos que hacen buenos papeles: además de Erando González, figuran Maya Zapata y Diego Cataño. “Sin muertos no hay carnaval” es una película que no hay que perderse. Se exhibe en la Cineteca nacional y otras salas.
 

Sin muertos no hay carnaval

(Ecuador-México-Alemania, 2016, 100 mins.)

Director: Sebastián Cordero. Guión: Sebastián Cordero y Andrés Crespo. F en C.: Tonatiuh Martínez. Música: Toño Cepeda, Leonardo Heiblum y Andrés Sánchez. Edición: Sebastián Cordero y Jorge García. Con: Andres Crespo (Lisandro Terán), Daniel Adum (Emilio Baquerizo), Erando González (Don Gustavo Miranda), Victor Arauz (Gustavo Jr.) y Maya Zapata (Ingrid)  . Productor: Sebastián Cordero, Bertha Navarro y Arturo Yepez. Distribuidora: Alfhaville Cinema. Clasificación: B-15.