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2018-06-15 00:00:00

«Stalker». El nombre de tus deseos

Por Lorena Loeza

Una de las grandes joyas de la cinematografía mundial es sin duda esta película de Andrej Tarkovsky, director de origen ruso, que con este trabajo filmado en 1979, logra consolidarse como uno de los grandes maestros de la ciencia ficción del siglo XX. Posterior a otro de sus grandes aportes al cine como es "Solaris" (1971), Tarkovsky consolida un estilo narrativo que busca a través de una premisa fantástica, futurista o apocalíptica, cuestionar la complejidad de la esencia humana.

"Stalker", que se exhibe en la Cineteca nacional estos días, es un gran ejemplo de cómo se conjuntan los diversos elementos que componen el discurso cinematográfico, no solo en términos narrativos. Conforme pasa la proyección, se hace evidente que el director no tiene como fin contar la historia en sí misma, sino provocar una reflexión profunda en el espectador. Es quizá por ello que cintas como Stalker son difíciles de olvidar,  siempre  terminarás de verla pensando en el profundo mensaje que el director te ofrece a través de una metáfora y que es necesario tomarse su tiempo para asimilar.

Basada en el libro “Picnic Extraterrestre” de los hermanos Strugatski, se podría decir de principio que estamos hablando de una expresión de la literatura y arte ruso muy completa. Dicen que la base de una buena película es una buena historia, y en este caso, sin duda lo es. Tarkovsky hace un gran trabajo de adaptación, haciendo que la narrativa rusa fluya de un lado a otro sin problema alguno, con la colaboración de los autores del libro en la elaboración del guion. En realidad no se trata de una adaptación de la novela completa, sino de un pasaje específico.

La cinta nos narra la historia de un lugar denominado La Zona, en un país hipotético (aunque todos/as hablan ruso) en un tiempo que podría ser futuro, pero tampoco queda determinado. Se dice que en la zona cayó un meteorito, o que una civilización extraterrestre habitó ahí  y que por esta razón suceden extrañas cosas,  por tanto, al no entender la naturaleza de su poder, deciden cerrarla y cercarla militarmente.

Entre las cosas que se dicen de este lugar, está la creencia de que existe una cabaña donde se le concede su más profundo deseo, a quien entre a una de sus habitaciones. Mucha gente busca llegar a ese lugar, pero no puede hacerlo a menos que contrate a un stalker, una especie de guía que conoce los peligros y trampas de la zona y que conduce a los visitantes por este extraño y perturbador lugar.

En esta ocasión el stalker llevará a dos hombres, un escritor y un profesor de ciencias. De entrada, se pensaría que es una premisa obvia: el artista y el científico conducidos por un guía espiritual, tendrán encontronazos por defender la ciencia, la idea de dios y la inspiración. Sin embargo ninguno de los tres repite clichés sobre posturas estereotipadas sobre estos temas y al final se trata de tres hombres atormentados que buscan respuestas a sus temores, angustias y a su búsqueda permanente de la felicidad.

Si bien es sabido que no hay ciencia ficción que se respete que no haga crítica social, hay que decir que lo deslumbrante de esta cinta es que más que crítica a la sociedad, hace una reflexión intimista de la naturaleza humana, de sus mayores miedos y muestra la forma en que el camino conduce a un idea muy  profunda sobre lo que queremos y no queremos en esta vida. Una de los momentos cumbre de estas discusiones, es cuando el escritor se pregunta sobre ¿cómo saber el nombre de lo que deseas? Una lúcida disertación sobre el grado de incomodidad perpetua que hace pensar que algo nos falta, pero no sabemos a ciencia cierta qué es, aturdidos como estamos en las batallas cotidianas.

Todo en la cinta es simbólico, es profundo, te obliga a estar alerta de los mensajes, las imágenes, las miradas, las sombras. Es impactante y hasta perturbador, el manejo de cámaras introspectivo y pendular, como lo único que es consciente del paso del tiempo, el juego de los colores, la fotografía, la luz, todo desempeñando su papel en contar una historia que ya de suyo es fantástica. Recientemente restaurada, vale la pena verla para valorar todos estos detalles, aunque en realidad su gran valor siempre estará en lo profundo de su reflexión.