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2018-09-15 00:00:00

Crítica: «Las tetas de mi madre»: La repetición de la amargura

Por Samuel Lagunas

En el cine latinoamericano existe una tradición de infancias destrozadas donde la lupa se concentra tercamente en su personaje hasta hacerlo estallar. “Las tetas de mi madre”, segundo largometraje del director colombiano Carlos Zapata (1986), opera de ese modo. Martín tiene 10 años y vive en un barrio marginado de Bogotá. Al mismo tiempo que estudia, trabaja como repartidor de pizzas esperando conseguir dinero suficiente para viajar a Disneylandia con su madre. No tiene hermanos, ni padre. Una noche entra a una cabina de striptease en un burdel y ve allí bailar a su madre. Por comodidad, dice el letrero del cuartito, ella no puede verlo. Luego de ese edípico hallazgo, Martín se dedicará a mirar noche tras noche a su madre en el mismo sitio para de algún modo salvarla de las otras miradas.

A pesar de la obviedad de su título, la película de Zapata se mantiene cauta en su tratamiento del tema (nunca se siente obsesiva), incluso en sus mejores momentos roza la ternura. Después de sus visitas al burdel, Martín vuelve a su casa y se queda despierto hasta que su madre vuelve. Él ve cómo se queda dormida y a veces se acuesta a su lado. Por las mañanas van juntos en una misma bicicleta hasta el trabajo de ella. Esta relación de sobreprotección mutua consolida la perspectiva de la cinta, misma que desafortunadamente acaba siendo desgastada por la fijación de Zapata en el ambiente que Martín va descubriendo junto a su amigo Cacharro: drogas, armas, violencia y hip hop. Todo este escenario iluminado por neones es retratado con un tono didáctico y moralista que entorpece el desarrollo psicológico de los personajes centrales. Sí, entendemos que Zapata busca situarnos en el contexto de su historia, pero el tono de esas secuencias, aunado las canciones que aporta el grupo Crack Family, convierte la amargura en un lugar común.

Zapata ha dicho que “Las tetas de mi madre” tiene mucho de biografía de un amigo suyo de la niñez e incluso mucho de autobiográfico. Es precisamente ese apego a su propia historia el que queda como lastre: los personajes se van aplanando hasta quedar como arquetipos del desasosiego y el espectador es limitado a ver tras el cristal cómo el destino está lleno de víctimas y nada podemos hacer al respecto. El diagnóstico se repite en películas como la mexicana “De la infancia” (Carlos Carrera, 2010), o la venezolana “La familia” (Gustavo Rondón, 2017) donde el cine en su intento de repetir la vida acaba destrozando la imaginación. En ese coro monotemático y uniforme de devastaciones, Zapata alcanza a aportar algunos planos cenitales llamativos dentro del burdel, pero nada más. El resto es una advertencia hueca sobre lo que ya sabemos: los niños son siempre los que la pasan más mal.

“Las tetas de mi madre” es parte de Talento Emergente 2018 y podrá verse en Cineteca Nacional entre los días 14 de septiembre y 1 de octubre.

      
Ficha técnica:
Año: 2015. Duración: 81 min. País: México. Dirección: Carlos Zapata. Guion: Samuel Pinazo. Música: Crack Family. Fotografía: Lucas Cristo. Reparto: Alejandro Aguilar, Joseph Barrios, Angélica Blandón, Catherine French, Héctor García.