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2019-04-03 00:00:00

«El lugar sin límites» y el autor múltiple: el texto literario y el texto fílmico

Por Mariana Carbajal Rosas

La novela, “El lugar sin límites”, escrita por el autor chileno José Donoso, fue publicada en 1967 en Chile a través de la editorial Joaquín Mortiz. El resultado de su adaptación cinematográfica es la película “El lugar sin límites”, dirigida por Arturo Ripstein en 1977, producida por Conacite Dos, la cual contó con la participación de Francisco Guerrero como asistente de producción, de Miguel Garzón en la fotografía, de Joaquín Gutiérrez de Heras en la música, de Guillermo Carrasco y Ricardo Saldívar en el sonido y de Francisco Chiú en la edición. Se enumeran a todos estos participantes debido a lo previamente mencionado sobre el autor colectivo del texto fílmico.


El autor múltiple

La novela “El lugar sin límites” fue concebida por Donoso en 1965 durante una estancia de tres meses en México, específicamente se encontraba viviendo en la casa de su amigo Carlos Fuentes, conocida también como “La casa de Galeana”. Lo que se convertiría en “El lugar sin límites” era un manuscrito que se desprendía de su novela más famosa “El obsceno pájaro de la noche” (1970) y prácticamente tenía que escribirse por compromiso, ya que la editorial chilena Zig-Zag había prestado mil dólares en 1960 a Donoso para escribir una novela que pudieran vender. En esta situación intervino Fuentes, ya que animó a Donoso para que los derechos de esa novela no se quedaran en Chile, a manos de la editorial. Dos años después es publicada en la editorial Joaquín Mortiz y bien recibida por la crítica.

Donoso ya había publicado “Coronación” en 1957 y “El Charleston” en 1960 cuando salió “El lugar sin límites”, posteriormente vivió en España de 1967 a 1981; durante ese periodo se publica “El obsceno pájaro de la noche” (1970) y su obra literaria comienza a considerarse inscrita en el boom latinoamericano.

La temática de “El lugar sin límites” atrajo la atención de público diverso. La homosexualidad y el travestismo originaron que el director Luis Buñuel se interesara en adaptar la obra al cine y durante varios años tuvo los derechos de la novela que había adquirido a finales de los sesenta, pero para desgracia de muchos, el gobierno franquista desaprobaba duramente cualquier tema relacionado con estos tópicos, por lo que después de mantener a la familia Donoso en suspenso, Buñuel decide ceder los derechos su amigo Alfredo Ripstein, importante productor de películas mexicanas comerciales, y éste ofrece el proyecto a su hijo, Arturo Ripstein, el cual contacta a Donoso y formalizan el proyecto de adaptación en 1975.

A mitad de los setenta, Arturo Ripstein ya contaba con reconocimiento como cineasta, había filmado cinco largometrajes[1] desde 1965 y recibido financiamiento del Estado, además había trabajado en los Estudios Churubusco y contaba en su currículo con una pequeña participación como asistente de director en “El ángel exterminador” (1962) de Buñuel. Este trabajo le dio una gran experiencia en el set con respecto al aprendizaje técnico y el manejo de la historia, además de que la doctrina buñuelesca ejerció una gran influencia en el trabajo fílmico de Ripstein.

Junto con cineastas como Cazals, Leduc, Fons, Hermosillo, Isacc y otros, Ripstein integra el llamado Nuevo Cine Mexicano. Estos directores ofrecieron importantes filmes a la cinematografía nacional y fueron inicialmente apoyados por el director del Banco Nacional Cinematográfico, Rodolfo Echeverría, interesado en promover un cine de interés nacional. Sin embargo, fue sucedido por Margarita López Portillo y con ella el apoyo a los cineastas disminuyó. Aunado a esta crisis y una caída en el interés del público nacional e internacional por el cine mexicano, Ripstein no obtuvo el mismo apoyo financiera por parte del Estado que había obtenido en otros largometrajes, además la temática homosexual tuvo un gran peso ya que Manuela era el primer personaje “loca” en la filmografía de Ripstein.

Una parte de la película fue rodada en Querétaro y tuvo que trasladar el rodaje desde los Estudios Churubusco hasta los Estudios América de menor equipamiento, y ya no recibió financiamiento de la compañía productora Conacine, sino de otra menos prestigiosa, Conacite Dos.

Vargas Llosa, José Donoso y García Márquez junto a sus parejas a principios de los 70. Foto: https://m.elcultural.com/
 


El guionista omitido

Para esta labor, el elegido fue Manuel Puig, quien había publicado “La traición de Rita Hayworth” (1968) y “Boquitas Pintadas” (1969), llevada al cine en 1974 y “The Buenos Aires Affair” (1973), novela que fue prohibida por el gobierno argentino, y aunado a esto, Puig recibió una amenaza telefónica del grupo parapolicial conocido como Triple A, y por esta razón decidió trasladarse a México en donde conoce a Ripstein y termina “El beso de la mujer araña” en 1976, novela publicada a través de la editorial Seix Barral. Puig fue un gran cinéfilo, involucrado en algunos proyectos sobre guiones de películas y obras de teatro inspiradas en los melodramas de la Edad de Oro del cine mexicano de los cuarenta y cincuenta, particularmente los relacionados con las cabareteras. A pesar de su interés y fama, ninguno de estos proyectos llegó a producirse, sin embargo, gracias a que se desenvolvía en el ambiente cinematográfico, conoció a un productor llamado Manuel Barbachano Ponce, quien presentó al novelista argentino con Ripstein en 1975. El director apreciaba las novelas de Puig, éste le dio una copia de “El beso de la mujer araña”[2], previa a su publicación, y después de leerla Ripstein pidió a Puig realizar el guión en septiembre de 1976. El planteamiento del personaje principal de esta última novela de Puig fue determinante para que Ripstein confiara en la capacidad de Puig, como escritor, homosexual practicante y defensor de dicha identidad.

Dos meses después, Puig entregó la primera versión del guión a Ripstein y ya en su poder, el director comenzó a trabajar sobre el guión, para lo que pidió la colaboración de otros autores como José Emilio Pacheco, Cristina Pacheco y Carlos Castañón. Posteriormente surgió una disputa entre Ripstein y Puig, tanto que este último pidió que su nombre no apareciera en los créditos.

Puig temía que Ripstein caricaturizara los personajes principales y que abordara el tema de la homosexualidad de una manera burda. Por otro lado, en cuanto a la historia tuvieron algunas diferencias de opinión, por ejemplo, Ripstein pensaba que Puig exageraba al personaje de Manuela y el machismo de Pancho, entre otras cosas que abordaremos un poco más adelante.

Sin embargo, Puig declara que había otras razones para renunciar a los créditos, en este caso temía que como homosexual declarado, al firmar el guión de una novela como El lugar sin límites, cuyo personaje principal también lo es, la censura y el gobierno argentino tomara ciertas represalias en su contra. En 1978 Argentina se encontraba en un momento muy difícil a raíz del golpe de Marzo de 1976 y Puig no quería arriesgarse a ser censurado en otros lugares, como lo fue en España y en Hungría. El mismo problema se presentó con la adaptación de “El beso de la mujer araña”, novela prohibida por la dictadura argentina.

Queda claro entonces que la redacción del guión para esta película fue un hecho conjunto, en el que la primera intervención fue la de Puig y posteriormente la de Ripstein, Donoso y José Emilio Pacheco; principalmente, por esta razón es difícil hablar de lo que es un autor de la adaptación de “El lugar sin límites”, en este caso en particular, Ripstein funciona como el autor y el individuo que se llevó los crédito, pero en este trabajo conjunto se encuentra la riqueza de la película.

Buñuel y Ripstein, en los años sesenta.


Donoso y el cine

Donoso, a diferencia de Márquez o Manuel Puig, no respiraba cine y literatura y no era ciertamente cinéfilo, pero no por ello se desentendió del cine, en particular, se relacionó con la producción europea de los sesenta, por ejemplo, su novela Casa de campo fue concebida para adaptarse al cine, ya que el director Michelangelo Antonioni le había pedido a Donoso, a comienzos de los setenta que le escribiera un guión original, sin embargo, su intento por escribirlo fracasó y terminó por convertirlo en una novela. A pesar de ello, la novela mantiene una naturaleza protofílmica que delimita el estilo del autor.

Donoso se interesó en el estilo de Antonioni, en particular su uso del espacio fílmico, en el que éste trasforma los espacios naturales en artificiales, como en “Blow up” (1966). Esto se logra entrever en “El Lugar sin límites”, novela en la que el espacio es determinantes y cuyas dimensiones físicas se alteran de tal forma debido a la idea del infierno planteada por el epígrafe, que el espacio alcanza una forma casi metafísica. La prosa de Donoso en esta novela maneja una gran síntesis verbal y dramática propia del guión, por lo que la claridad de las imágenes y acciones favorecen el trabajo de la adaptación.

A partir de los 80, Donoso colabora con el cineasta Silvio Caiozzi.

El primer trabajo conjunto fue todo un fracaso. Se trataba de “Historia de un roble solo” (1982), un vídeo que se basó en un relato de Donoso. Curiosamente, la cinta atrajo más espectadores fuera que dentro de Chile, especialmente en los círculos universitarios estadounidenses que aún recordaban el paso de Donoso, en calidad de profesor huésped, por la Universidad de Iowa. A continuación, ambos escribieron una adaptación de “Sueños de mala muerte”, una de las novelas breves de nuestro autor contenidas en Cuatro para Delfina, una colección de relatos dedicada a su entrañable amiga de la adolescencia, Delfina Guzmán, actriz que en aquel tiempo pertenecía a la actualmente casi disuelta compañía de teatro Ictus, de marcada tendencia absurdista y epítome de los cultivadores chilenos de la creación colectiva. (Escandón, 2008)

Posteriormente, Caiozzi adapta la novela de donoso Coronación en el 2000, pero el autor no participó en la adaptación. Asimismo podemos encontrar en otras novelas de Donoso, El jardín de al lado (1981), en La desesperanza (1986), así como en “El lugar sin límites”, que aunque su carrera fílmica no fue exitosa, no dejó de acercarse al cine en su obra literaria a través de la verbalización de técnica propias del cine, lo que ha permitido abordar su obra desde esta perspectiva. Por ejemplo, en “Los bordes permeables: del cine a la literatura”. La “novela-film” en “El lugar sin límite”s de José Donoso (Cabezón, 2008), se analiza la novela desde una perspectiva intermedial y como ciné-roman o novela fílmica. Ya que hace énfasis en la verbalización del escritor de códigos cinematográficos, como: tecnológicos (equivalentes a la posición de la cámara), visuales (retrospectivas), sintácticos (montaje paralelo), sonoros (con la descripción de las canciones y sonidos), la inserción de un escenario o espacio, actores (equivalente a los personajes) y, el uso de recursos de los géneros fílmicos como el drama y el suspense.


El film

Esta película fue filmada durante la presidencia de López Portillo (1976-1982), periodo que representó una crisis cinematográfica, no sólo por la decisión presidencial de nombrar a su hermana Margarita como directora de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) en 1976, sino que la crisis cinematográfica que se presentó a finales de los cincuenta, encontró su punto climático en los años de 1977 a 1988, el Estado apoyaba las películas de bajo presupuesto, como las de las ficheras, que fueron del gusto popular.

En este panorama, Ripstein filma “El lugar sin límites”, con las carencias mencionadas anteriormente, y no sólo logra filmarla sino que dentro del contexto del cine nacional se convierte en una de las primeras películas que expresan la represión, social y psicológica de la homosexualidad, en un personaje abiertamente gay y transgénero. La crítica recibió muy bien el film, en parte también por la fama y el estatus de Ripstein como cineasta, la de Donoso como novelista y la calidad de las actuaciones, particularmente la de Roberto Cobo, reconocido ya como El Jairo en Los olvidados (1950). El lugar sin límites ganó en 1978 el Ariel de oro por mejor director, dos de plata por mejor actor y mejor coactuación femenina, y el premio al mejor guión en el Festival de Cine de San Sebastián. Además, ocupa el noveno lugar entre las 100 mejores películas del cine mexicano, lista emitida por la Revista Somos[3] en 1994.

El filme fue recibido como una producción de autor, a pesar de las múltiples manos que tocaron el texto, marcó una pauta definitiva en el estilo posterior de Ripstein, así como en su reconocimiento nacional e internacional. Lo mismo sucedió a Donoso, cuya novela se continúa reeditando, más que otras de sus novelas. Puig también tuvo su porcentaje de reconocimiento en el ámbito cinematográfico, acrecentado posteriormente por la adaptación de su novela “El beso de la mujer araña”, cuyo protagonista: Molina es una “loca”, que al igual que Manuela, está encerrada y reprimida en su propio cuerpo, enamoradas siempre de los hombres y de la fantasía romántica.


Bibliografía

·       Cabezón Doy, Claudia, “Los bordes permeables: del cine a la literatura. La ‘novela-film’ El lugar sin límites de José Donoso” en Taller de Letras. Nº 42. Pontificia Universidad Catolica de Chile, Instituto de Letras: 2008, pags. 91-106. Página web:

·       Donoso, José, El lugar sin límites, 3ª ed, Bruguera, Barcelona, 1981.

·       Escandón Arturo, Murmuraciones acerca de la cinematografía de José Donoso, Centro Virtual Cervantes, España: 2008. Página web: http://cvc.cervantes.es/actcult/cine/testimonios/lenguajes/lenguajes_06.htm

·       García Riera, Emilio (et al), Historia de la producción cinematográfica mexicana (1977-1978), Universidad de Guadalajara. Instituto Mexicano de Cinematografía, 2005, pág 64,63

·       Grant, Catherine, “La función de los ‘autores’: la adaptación cinematográfica transnacional de El lugar sin límites” en Revista Iberoamericana, Vol. LXVIII, Núm. 199, Abril-Junio 2002, 253-268

 

NOTAS

[1] Los largometrajes son: “Tiempo de morir” (1965), “Los recuerdos del porvenir” (1968), “El castillo de la pureza” (1972), “El Santo Oficio “(1973) y “Foxtrot” (1975).

[2] Llevada al cine en 1985 por Héctor Babenko y cuyo guión fue escrito por el mismo Puig y Leonard Schrader.

[3] La revista Somos en 1994 convocó a 25 especialistas en la materia para realizar la lista de las 100 mejores películas mexicanas; entre ellos se encontraron Jorge Ayala Blanco, Nelson Carro, Tomás Pérez Turrent, Eduardo de la Vega Alfaro, Gustavo García, Monsiváis y Gabriel Figueroa.