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2019-05-23 00:00:00

Cannes 2019: La penuria de los tártaros, emotivo tema de «Evge, en Tierra de Crimea»

«Evge, en Tierra de Crimea» de Nariman Aliev. Selección oficial - Un Certain Regard –


Por Jean-Pierre Garcia
Desde Cannes en exclusiva

En su primer largometraje « Evge », el joven cineasta ucraniano Nariman Aliev nos habla sobre la anexión de Crimea por parte de Rusia . Lo hace a través de la epopeya de Mustafá, un tártaro de Crimea que decide transportar el cuerpo de su hijo mayor, muerto durante la guerra con los rusos, para enterrarlo en su tierra natal con la ayuda de su hijo menor.

No hay imágenes de guerra pero el conflicto con los rusos es omnipresente. Ya estaba en la memoria de la familia pues durante el periodo de Stalin (1944), 240 mil tártaros de Crimea fueron deportados muy lejos de su tierra natal. A fines del siglo 20 pudieron volver a su tierra. Pero pocos quedaban y casi nadie se preocupaba de ellos. Cuando Rusia invadió Crimea, los tártaros apoyaron la soberanía de Ucrania. La mayor parte de los activistas se vieron obligados a abandonar Crimea y aquellos que permanecieron en el país fueron perseguidos por sus convicciones políticas y religiosas. Los Tártaros son  musulmanes. El director afirmó en la presentación en Cannes que “deseaba mostrar la importancia que los valores familiares y el amor por la patria tienen para los tártaros”.

Mustafá, el padre, acude a la funeraria de un hospital para recoger a sur hijo mayor y consigue llevárselo porque soborna a los médicos y a los empleados. El padre no quiere que la viuda de su hijo, que no es musulmana, participe en el entierro. Mustafá hizo lo mismo cuando su propio hermano, casado con una mujer cristiana, quiso estar en el entierro del abuelo. Con esto entramos en el universo de los Tártaros que para mantener su cultura son muy conservadores de ciertas tradiciones. Paso a paso avanzamos en este viaje muy incómodo y surge poco a poco la confrontación entre esta triste familia con los policías y el ejército ruso en Crimea. 

La película se filmó con mucha sobriedad, con una cámara ligera y dinámica. La actuación es excelente, impresionante.  La dirección de fotografía nos da una idea muy fidedigna del universo Tártaro, en termino de colores y  fuerza de la naturaleza. El papel de Mustafá es muy contradictorio, parece  a la vez muy generoso y muy testarudo con todo lo que toca a la religión y a las costumbres. Los dos actores, Akthem Seitablaev (Mustafa) y Remzy Bilialov (su hijo menor) son de gran talento y dan vida de modo esencial a la película.

Quizás el guion sea un poco flojo con respecto a las energías dramáticas y al ritmo de los acontecimientos, pues el director busca demasiado convencernos de lo bueno que es su mundo y su cultura. El proyecto al final nos sale muy demostrativo. Es una lástima pues tenemos aquí un muy buen autor, potencialmente importante.