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2020-11-06 00:00:00

Especial Festival de Cine de Morelia 1:«Fuego Adentro», «Ricochet» y «Sin Señas Particulares»

Por Miguel Ravelo

El pasado domingo 01 de noviembre, la edición no. XVIII del Festival Internacional de Cine de Morelia llegó a su fin. Fue una edición como ninguna otra en su historia, enmarcada por la pandemia provocada por el COVID-19, forzando a que el equipo organizador se replanteara su desarrollo y propusiera nuevas reglas a seguir durante los cinco días de duración del Festival.

Como cada año, en Corre Cámara se le dio seguimiento a la recién finalizada edición, revisando en línea muchas de las películas participantes que los organizadores ofrecieron para todos aquellos que se vieron imposibilitados de atender de manera presencial. Las presentes entregas especiales constarán de tres publicaciones, en donde haremos un breve recorrido por las nueve películas que fueron parte de la competencia oficial de largometraje de ficción, y que en los meses posteriores  serán paulatinamente parte de la cartelera cinematográfica de nuestro país.

Siguiendo el orden de exhibición en el Festival, las películas en competencia fueron las siguientes:


1. “Fuego adentro”, de Jesús Mario Lozano. 

Originario de Monterrey, Nuevo León, Jesús Mario Lozano escribe y dirige “Fuego adentro”, una historia que en menos de 80 minutos consigue encerrar muchos de los horrores en los que nuestro país se ha visto hundido durante ya muchos años. Lozano nos presenta a León (Hugo Catalán) un joven de aproximadamente 35 años que aparentemente huyó de su lugar de origen, dejando atrás vida y familia. Pasando sus días en el pueblo de Cuetzalan, León reflexiona y se arrepiente de los hechos que lo hicieron huir y esconderse en este lugar, hasta el día en que, de manera completamente inesperada, llega al pueblo Andrés (Armando Espitia), su hermano menor. Andrés le lleva a León buenas noticias de su familia, una carta de su novia y la posibilidad de volver y recuperar la vida que su hermano decidió enterrar tras de sí.

Haciendo buena mancuerna con sus actores protagónicos y siendo los únicos personajes a cuadro durante casi toda la duración de la película, Lozano desarrolla una historia de hermandad, primero enfrentada al rechazo y después, poco a poco, reencontrada. Al final los lazos siempre van a llamar, y León encuentra en su hermano menor el respiro que tanto necesitaba luego de sus meses de soledad y exilio. Lozano dirige la historia de reencuentro con naturalidad, para posteriormente mostrar mano firme cuando los secretos entre estos hermanos, necesariamente, terminarán saliendo a la luz y se cobrarán las cuentas que cada personaje dejó pendientes. Mostrando revelaciones profundamente dolorosas y explorando con crudeza y habilidad algunas de las peores realidades de México, Lozano dota a su propuesta con un cierre de una dureza particular, pero que no hace más que revelar la situación que se vive día a día en cada rincón del país.

Destacan Catalán y Espitia en las actuaciones protagónicas, así como la fotografía de Miguel Ángel García, quien brinda estampas inolvidables del pueblo de Cuetzalan y sus habitantes.


2. Ricochet, de Rodrigo Fiallega.

*Película galardonada con el Ojito a Mejor Actor para Martin Kuiper*

Coproducción entre México y España, “Ricochet”, escrita y dirigida por Rodrigo Fiallega, nos presenta la historia de Martijn (Martijn Kuiper, actor de origen neerlandés), extranjero que lleva más de veinte años viviendo en México, país al que llegó buscando suerte y aventura y del que ya no pudo separarse. Martijn encontró no solamente un nuevo lugar que lo acogió como hijo propio; aquí consiguió también casarse y formar una familia con dos hijos. Sin embargo, un año atrás, durante las fiestas del pueblo, su hijo Martín fue asesinado por un joven, quien está a punto de ser liberado luego de que las autoridades no encontraran las pruebas suficientes de su culpabilidad. La crisis provoca una obvia ruptura en su realidad y la comprensible disolución de la familia de Martijn.

Si a primera vista la historia pudiera anunciar un significativo dramatismo, la buena mano de Fiallega en el guion y la dirección hacen que la película se desarrolle como un muy atractivo estudio de personaje. Desde un inicio descubrimos en Martijn a un buen hombre que se ve completamente sobrepasado por los acontecimientos recientes en su vida. Martijn soporta con estoicismo las muchas pruebas que se le van presentando, y es dentro de esta aparente pasividad del personaje en donde encontramos un desarrollo rico y complejo. El buen trabajo protagónico de Kuiper consigue transmitir el dolor silencioso de su vida diaria, descubriendo en cada rincón de su realidad un recuerdo de su hijo. 

Entregando una ópera prima de una profunda intensidad, Fiallega reflexiona sobre la forma en que enfrentamos procesos tan complejos como la pérdida y la muerte de nuestros seres queridos. La constante presencia del luto en nuestras vidas, con su creciente sombra que parece jamás difuminarse. ¿Qué ocurre cuando tragedias de esta magnitud tienen lugar en nuestra vida? ¿Cómo conseguimos enfrentarlas, en dónde encontramos la fuerza? Y en caso de no poder con ellas, ¿en qué terminaremos convertidos?


3. “Sin señas particulares”, de Fernanda Valadez.

*Película galardonada con el Premio del Público, el Ojo a Largometraje Mexicano y el Ojito a la Mejor Actriz para Mercedes Hernández*

El primer día de exhibiciones del Festival fue presentada la película que se coronaría como la gran triunfadora de la más reciente edición. Logrando lo conseguido en 2019 por “Ya no estoy aquí”, “Sin señas particulares” obtuvo el favor tanto de la crítica como del público, sumando además el premio para la extraordinaria actuación protagónica de Mercedes Hernández.

Llegando a la capital michoacana con un cuerpo importante de premios y participaciones en festivales alrededor del mundo (Premio Cine en Construcción, Festival de San Sebastián, España; Premio del Público y Premio Especial del Jurado a Mejor Guion, World Dramatic Competition, entre otros), “Sin señas particulares” inicia con un paisaje campirano nebuloso, inclusive hasta onírico: el cuadro se compone de un árbol no muy frondoso; poco a poco, un joven de no más de 15 años se acerca a nosotros y, como si nos hablara directamente, se despide. Unos momentos más tarde sabremos que la despedida iba dirigida hacia Magdalena (Mercedes Hernández), su madre, quien no puede hacer otra cosa más que ver cómo su hijo le dice adiós para, junto a un amigo de su misma edad, intentar atravesar la frontera y buscar fortuna en los Estados Unidos.

Los días pasan y ninguna de las madres tiene noticia alguna de los jóvenes. Luego de varios días deciden acudir con las poco eficientes autoridades para intentar saber algo de sus hijos o la situación del camión en el que partieron; como es de esperarse, se topan con burocracia y negligencia, obteniendo únicamente una carpeta con las fotografías de los cuerpos que se han encontrado en el trayecto y que evidencian la suerte de muchos de los que se aventuraron a una travesía cruel e incierta, buscando un futuro mejor que su país no va a proporcionarles. La tragedia no se hace esperar: la fotografía del amigo de su hijo está ahí, entre tantas otras, mostrando al joven asesinado.

Es en este momento en el que iniciará el calvario de Magdalena. Al no encontrar evidencia de que su hijo también fue asesinado, la madre decide hacer oídos sordos a la insistencia de las autoridades, que intentan convencerla de que es muy probable que su hijo también esté muerto y el cuerpo haya sido desechado. Magdalena ahora recorrerá la misma travesía que realizó su hijo, buscando en cada parada, en cada terminal de autobús, en cada lugar que pueda darle una pista de lo que pasó con su pequeño desaparecido. El guion, escrito por Fernanda Valadez y Astrid Rondero, es especialmente eficaz al ir deshilvanando la dolorosa jornada de Marcela, mostrando en cada una de las personas que conoce a su camino una parte de la realidad que se sufre en el país. Acompañados de la puntual y sensible visión aportada por la dirección de Valadez y por la extraordinaria actuación de Hernández, los espectadores viven a cada paso la lucha de una madre negándose a aceptar que su hijo es ya un número más en cientos de cifras sin nombre y sin rostro.

Valadez y Rondero deshilvanan con habilidad todo lo que acompaña a una historia como la que aquí nos presentan: la corrupción de las autoridades; la complicidad de los pobladores que, por miedo, aceptan y participan en hechos espeluznantes; la forma en la que las desapariciones alcanzan a todos los estratos sociales sin que ninguna cantidad le valga a una madre que busca a su hijo; las ínfimas posibilidades, el rechazo y el peligro a los que una persona en la situación de Magdalena debe enfrentarse al pedir algo que una madre jamás debería atravesar: el poder ver a su hijo una vez más, vivo o muerto.

Magdalena irá hundiéndose en un remolino de injusticias y de una creciente maldad a la que tendrá que hacer frente, siempre con la esperanza de encontrar a su hijo. La película resulta estrujante al mostrar cómo los sueños son aplastados por la realidad. Cómo un niño pequeño que un día jugaba en el campo, al siguiente puede desaparecer de la manera más cruel o tener que enfrentarse a grupos armados que asesinan a personas con la mayor frialdad.

Hacía falta una mano muy firme, una visión comprometida y especial para transmitirnos con toda su realidad el dolor de una madre al enfrentarse a una situación como ésta. Valadez y Rondero lo consiguieron: “Sin señas particulares” es una cinta extraordinaria, merecedora de las preseas obtenidas y que resulta de un visionado necesario para el público mexicano e internacional.