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Reporte de la semana

2021-04-30 00:00:00

Crítica: «La diosa del asfalto»: La banda y la sororidad

Por Lorena Loeza

Las películas sobre pandillas juveniles urbanas, son prácticamente un subgénero en sí mismo. Un tipo de cine que aborda la condición juvenil en donde las personas jóvenes son protagonistas, y en muchos casos también la población objetivo, es decir que también puede ser una manera de contar historias de jóvenes narrándose a sí mismos.

La manera de contar cómo es la vida de las y los jóvenes que forman parte de estas pandillas urbanas, depende mucho de las decisiones que se tomen por parte de quien dirige, escribe el guion o realice la cinta, y en “La diosa de asfalto”, hay muchas de ellas que son afortunadas para contar la historia. Además, también hay que decir que muchas de las películas acerca de las pandillas –algunas clásicas del género– se centran en los personajes masculinos dejando de lado la figura y las motivaciones de las “chavas banda” que casi siempre ocupan un segundo plano.

Es quizás por eso que está película resulta de inicio tan interesante. Un guion escrito por Susana Quiroz y Inés Morales, prácticamente en tono de primera persona, nos presenta a la banda “Las castradoras de Santa fe” no sin antes advertirnos de inicio, que se trata de una historia inspirada en hechos reales.

El sexto largometraje de Julián Hernández, coloca a las mujeres en el centro, perfilando personalidades distintas e historias de vida que desembocan en un solo camino compartido: la banda como modo de protegerse, cuidarse y no sentirse solas. Sí, eso que no existía en los ochenta y ahora le llamamos “sororidad”.

La película inicia con el final por lo que ya desde la primera parte, se nos anuncia que este será un relato trágico, y que hay mucho de la crudeza de la vida real en la historia. El reto de reconstruir el relato hacia atrás, nos obliga a fijar la mirada en los personajes, en entender sus motivaciones para conocerlas mejor y en eso, la cinta logra un muy buen resultado.

Con claras influencias de otras películas que ya nos presentaban a las bandas urbanas como la de los Panchitos (“La banda de los Panchitos”, A. Velazco, 1986) o los hoyos funkies (“¿Cómo ves?”, R. Leduc, 1986), Julián Hernández nos lleva de vuelta a la época en que la marginación en la zona de Santa Fe en la Ciudad De México, se vivía al lado de enormes tiraderos, en colonias sin servicios y viviendas precarias.

“La diosa del asfalto” sin embargo, no se encarga tanto del contexto, sino de las personas a las que quiere dar voz para contar la historia. Y es ahí donde vemos una mirada hacia lo femenino, en esta lucha por escapar de la violencia, del acoso, de la pobreza y de la vida sin futuro.

Con referencias muy claras a las cintas de Valentín Trujillo en lo que toca al bien, el mal y la autoridad del antihéroe (hay por ahí un “easter egg” que ojalá para la audiencia no pase desapercibido), la cinta muestra las razones por las que estas chicas viven al borde de la tragedia todo el tiempo.

También nos muestra cómo es diferente para las chavas estar en una banda con respecto a los hombres, aunque compartan el sino trágico de no contar con otra opción. En este rubro, la química y el buen trabajo actoral que hacen juntas Ximena Romo y Mabel Cadena encabezando el elenco juvenil, logra que Las Castradoras de Santa Fe, salten de la nota roja y se nos revelen como personajes complejos atravesando toda una gama de colores y sombras.

Y si a todo eso le agregas un buen soundtrack con composiciones originales de Jessy Bulbo, y la aparición estelar de Baby Batiz, tienes un coro femenino que define y construye a las chavas banda en toda sus complejas dimensiones y contradicciones.

Es por eso que “La diosa del asfalto” en mucho hace un homenaje al pacto de las castradoras: “que siempre estemos juntas, que nos apoyemos en todo, que no dejemos el barrio”. Sí. Definitivamente, eso es la sororidad entre estoperoles y guitarras.