En los inicios de su carrera fue determinante el vínculo que entabló con el director Ismael Rodríguez, una influencia decisiva en su cine, para quien escribió varios guiones de filmes protagonizados por Pedro Infante, entre ellos Vuelven los García (1946), Los tres huastecos (1948), Ustedes los ricos, (1948) y La oveja negra (1949), entre otras.

Esto le abrió las puertas para debutar como director en una comedia ranchera con el mismo Infante, El gavilán pollero (1950), figura que dirigiría en reiteradas ocasiones, como en El mil amores (1954), El inocente (1955) y Escuela de rateros (1956). Se mantuvo en activo prácticamente hasta el final de su vida, con Toña... nacida virgen (Del oficio) (1983), su obra póstuma.

Como director incursionó prácticamente en todos los géneros, en ocasiones de forma brillante, como en el thriller Un nuevo amanecer (1953), o el relato de humor negro El esqueleto de la señora Morales (1959). (Hugo Lara, del libro Una Ciudad Inventada por el Cine, Ed. Cineteca Nacional, 2005)