Por Hugo Lara Chávez
“Norteado” (2009), la opera prima de Rigoberto Perezcano (Oaxaca, 1979), entusiasmó a más de uno por el buen pulso y sensibilidad que mostró su director para retratar un ambiente generalmente hostil como es el cruce fronterizo de Tijuana, pero con un grado de estilización que, en contra de frivolizar el duro tema de la migración, le confería más realce a sus personajes y conflictos. Eso le valió varios premios internacionales que hacían ilusionarse con una segunda película.
“Carmín tropical” (2014) tardó en llegar cinco años pero no defraudó ni un ápice. En Morelia se apoderó del premio a la mejor película y, en los Arieles, la Academia quiso reponer algo de justicia que le quedó a deber con “Norteado” y le dio el galardón como mejor guión. La película tuvo recientemente su estreno comercial y lleva algunas semanas en la Cineteca Nacional.
El filme está ambientado en Juchitán, en el istmo de Tehuantepec (Oaxaca), que como se sabe, es una región peculiar por su tejido social, pues a diferencia de la mayoría de la provincia mexicana conservadora, existe un poco más de equilibro entre los géneros y tradicionalmente se ha dado la aceptación del tercer sexo, conocidos como muxhes, hombres que por decisión propia se han convertido en mujeres. Esto ha dado pie e sendos documentales, algunos de buena factura como “Ramo de Fuego” (1993) de Maureen Gosling y Ellen Osborne, así como “Muxes: Auténticas, intrépidas y buscadoras de peligro” (2005) de Alejandra Islas.
Mabel (José Pecina), una muxhe que trabaja en una fábrica, regresa al pueblo para indagar sobre la muerte de su amiga Daniela, también travesti que fue asesinada con excesiva crueldad. Mabel se enfrenta al desinterés de las autoridades en el caso y, simultáneamente, descubre algunos cabos sueltos que no terminan de amarrarse. En este tránsito, es acompañada por sus amigas muxhes Darina (Juan Carlos Medellín) y Faraón (Everardo Trejo), mientras entabla una relación sentimental con el taxista Modesto (Luis Alberti).
Con toda claridad, Perezcano desarrolla un thriller en toda forma, acudiendo a las claves del género pero también tomándose algunos pequeños giros. Aprovecha estupendamente el ambiente de Juchitán, así como el entorno de los muxhes, lo que de entrada le da al filme un valor agregado muy notable.
En cuanto a ritmo, de compás cadencioso, el director administra con habilidad y eficacia los momentos del guión de su propia autoría, desarrollado gracias a una beca de la fundación Rockefeller-Ford-MacArthur. Sabe donde acelerar y donde meter freno, para generar descansos antes de la perturbación siempre acechante. Sus personajes, se sienten reales, saben fluir entre el humor, la ternura y la inquietud, gracias a que están bien habitados por su cuadro actoral
Desde luego, hay que observar el buen trabajo de sus colaboradores. El fotógrafo Alejandro Cantú ya lleva un rato dando motivos para elogiarlo, aunque en este filme se hay optado por un estilo más sobrio.
Con todo eso sobre sus espaldas, Perezcano arma un thriller que forma parte ya de lo mejor del género del cine mexicano, junto a las obras de Gavaldón, Bracho, Galindo, Gout y otros directores. Y lo mejor, es que tiene la inteligencia para poner sobre la mesa asuntos serios que están en la órbita del filme: la homofobia, la corrupción de las autoridades, la falsedad de una sociedad intolerante. Hay mucho que escarbarle a esta película importante, imprescindible de ver.
Carmín tropical (México, 2014, 80 mins.)
Director: Rigoberto Perezcano. Guión: Rigoberto Perezcano, Edgar San Juan. F en C.: Alejandro Cantú. Música: Luca Ortega. Edición: Miguel Schverdfinger. Con: José Pecina (Mabel), Luis Alberti (Modesto), Everardo Trejo (Faraón Morales), Juan Carlos Medellin (Darina), Marco Petriz (Comandante Rómulo), Marco Antonio Aguirre (El Pareja). Productor: Rigoberto Perezcano, Jaime B. Ramos, Christian Valdelièvre, Cristina Velasco L.. Clasificación: B.