Por Manuel Cruz
En la industria del entretenimiento, la Segunda Guerra Mundial es el disco rayado: más pegajoso que un chicle sin sabor, pero efectivo como nadie a la hora de hacer dinero y nostalgia: las cintas sobre el tema abundan para relatar el mismo cuento y promocionar a la víctima como el sobreviviente del Apocalipsis (sea esta judía, estadounidense, británica, etc)
¿Y los alemanes, qué?
Es muy fácil descartarlos de entrada: son los malos del cuento (y de la historia). Pero esa pregunta acecha a Lore (Saskia Rosendahl), deambulando con sus hermanos por una Alemania fragmentada y herida por la inesperada muerte del nazismo. Su madre (Ursina Lardi) la abandona pronto para reunirse con su padre (Hans-Jochen Wagner), aunque ambas mujeres conocen el significado real de esa partida. Más pronto que tarde, debe atravesar campos y ruinas para llegar a una esperanzada civilización, o lo que resta de ella. Con un bebé en manos (el último hijo de su madre) los riesgos aumentan. El escenario para realizar una conmovedora historia de supervivencia, solidaridad, perdón y amor a la esperanza está puesto con todos los problemas que lleva Lore en su espalda. Es esencialmente la premisa que forma “Salvando al Soldado Ryan” y otras versiones de menor calidad técnica, únicamente modificando las variables del bueno y el malo. Pero la directora y co-guionista Cate Shortland tiene bastante astucia para no caer en trucos baratos.
El viaje de Lore es de entrada la aventura de una heroína (aunque no precisamente una hobbit). Debe llegar de un punto al otro, y en el camino enfrentarse a muchos descubrimientos sobre la cruda realidad. Literalmente cruda: la fotografía de Adam Arkapaw, enfocada en planos cerrados por casi toda la cinta, junto a la frenética edición de Veronika Jenet y la música en punto de Max Richter garantizan el repentino horror de la muerte humana y una amenaza distante, lista para atacar. Cate Shortland no está interesada en hacer canvas épicos como otras películas con la misma temática: El universo de “Lore”, como Alemania misma, se derrumba pieza por pieza, en una sacudida donde la audiencia es testigo. Y como debe ser. Aunque se trate de los alemanes, esta película no toma banderas: algunos personajes incidentales se preguntan que pasaría si Hitler estuviera vivo; el resto sólo busca sobrevivir. Cuando el grupo de viajantes conoce a Thomas (Kai-Peter Malina), sin duda el personaje más intrigante de la cinta, la propia ideología de Lore entra en cuestión.
En medio de la increíble – a veces embriagante – atmósfera de esta cinta nace una pregunta que rompe con los cánones de las películas bélicas, y la guerra en sí. Uno pelea porque hay una razón a defender tras las balas y la sangre. ¿Y qué tal si no? ¿Qué tal si, pasado el terror, no hay sentido en el supuesto deber que impulsa tanto a víctimas como depredadores? Es una pregunta que “Salvando al Soldado Ryan” quizó enfrentar, pero fracasó por temor de acercarse mucho a una flama controversial. “Lore”, en cambio, entra al fuego y se quema a gusto. Utilizando la controversial Segunda Guerra como catapulta, se convierte en una cinta sobre la reunión – tras un brutal estado de paralelismo ideológico – entre los hombres y las mujeres, y el renacimiento de una naturaleza que a la vez esta llena de misterios (gran parte de la cinta se filmó en distintos bosques de Alemania).
Esta película es una experiencia, cosa que podría esperarse de muchas cintas de guerra. Pero es distinta a cualquier prejuicio sobre el tema. Enfrenta preguntas que aún dan frío respecto al conflicto histórico y los motivos detrás de creer en algo – el nazismo, la libertad, etc – Dejando, como siempre es preferible, más preguntas que argumentos. Precisamente el tipo de interrogantes que deben flotar en el aire de la primavera árabe, y el (¿súbito?) regreso de los rusos a un estado dictatorial. Misma historia para Israel y Palestina. En medio de esas batallas, hay miles de niñas como Lore (cuya actuación por Saskia Rosendahl no puede ser genuinamente descrita en palabras), viajando en busca de una respuesta que quizás no existe. Pero ese silencio merece ser escuchado, mucho más que un simple discurso de victoria por parte de los estadounidenses (son los productores más grandes finalmente) en su última súper-producción épica.
“Lore” es una de las mejores películas del año.
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