Por Manuel Cruz

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SOLIDARIDAD: 1. Adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles

“Los insólitos peces gato” es una de las mejores películas en el cine mexicano reciente. Aparece en un momento oportuno, y lleva consigo un tono que aliviará a muchos espectadores de emociones predecibles, fabricadas y repetidas en el centenar de telenovelas y anuncios que aparecen en las rutinas diarias.

Eso de las voces alegres y chillonas, anunciando motivos para ser parte de la gran felicidad que curiosamente elude a todos los demás. Los vivos, como Claudia (Ximena Ayala) que fuera de vender salchichas en la Comercial Mexicana lleva una existencia regular: atrapada en su espiral de aburrimiento con dolor e indiferencia del mundo hacia ella, y viceversa. 

Su encuentro en un hospital con Martha (Lisa Owen) es incluso poco “realista” al considerar la paranoia natural que rodea un país como este; donde no hablar con extraños es la regla, y no la excepción.

Pero esta cinta, lejos de pintar un crudo retrato de la actualidad, con narcos y muertos incluídos (como años atrás lo hizo “Días de Gracia”, la gran super producción que casi fue) presenta una imagen de como deberían ser las cosas. Y no sólo en México, sino la importancia del contacto humano, como única puerta a una vida realmente feliz.

Así, Claudia se vuelve miembro no-oficial de los Peces-Gato, compuestos por Alejandra (Sonia Franco) la hija mayor y preocupada, Wendy (Wendy Guillén) la hija mediana, homeópata y espiritual, y Mariana (Andrea Baeza) y Armando (Alejandro Ramírez-Muñoz), dos hermanos sustancialmente más grandes que como aparenta su físico. A través de diferentes escenas, cargadas de un sarcasmo que define instantáneamente a los personajes y los deja bien lejos de estereotipos cómicos, Claudia se integra a la familia cada vez más, sin hacer preguntas ni tomar decisiones racionales. Y es que así funciona genuinamente la amistad. 

La película, pese a tener una historia coherente e ingeniosa en su guión (cosa ligeramente inusual) se enfoca en esta dinámica, y la solidaridad orgánica que nace de ella. Esto se expresa particularmente bien en escenas donde la actuaciones de Lisa Owen y Andrea Baeza brillan.

La soledad separa a estos personajes de la alegría universal que deberían tener, como siempre notan en la radio y en la tele — pero también los une en algo más intimo y esencial, como muestra la astuta dirección de Claudia Sainte-Luce (también guionista) y la fotógrafa Agnès Godard, alternando puntos de vista entre ellos —. Una clase de amor sin prejuicios que ha sido enterrado en la realidad por mucho tiempo. Y merece salir, como sale en esta película y hacia afuera, del país, y de cada uno.

“Los insólitos peces gato”, Claudia Sainte-Luce, México, 2013.

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