Por Arantxa Sánchez

Los días pasan. El tiempo es lento. La pesadez de una oficina. Tic-toc. Un escritorio. Una computadora. Tic-toc. El fastidio y la desazón de los días que no avanzan en la vida de Pablo Kramsky: el periodista de nota roja que México no estaba esperando.

“Diente por diente” (2011) es el primer largometraje del director mexicano Miguel Bonilla: un acercamiento interesante al antihéroe por excelencia: el periodista frustrado, sobreviviente a los regaños y caprichos del jefe, a las horas detrás de una mesa y una computadora, a los papeles, a la monotonía: sobreviviente a la vida misma.

Pablo Kramsky (Alfonso Borbolla) está atrapado en la cotidianeidad de una existencia que no disfruta: redactar, regaño, redactar, regaño… de constitución delgada, pequeño, nervioso y antisocial, no logra concretar su profesión: todo parece indicar que la vida real es igual de aburrida que su vida personal. Hace falta algo: emoción, un respiro, nueva forma de plantarse ante el destino.

Así, esta producción, ganadora del premio al mejor guión en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara 2012, devuelve la atención a las historias cargadas de humor negro que oscilan entre lo lúdico y la lástima a través de la construcción de personajes muy específicos que se alejan, quizá, de las ultimas propuestas cinematográficas nacionales.

En una primera impresión, el trabajo de Bonilla podría caer los estereotipos más aburridos: todos y cada uno de los personajes y las situaciones son la representación perfecta del oficinista: el compañero gandalla, la secretaria sensual, el jefe explotador, las fiestas con karaoke, los viernes de cantina y entonces ¿qué podría ofrecer?

Al parecer, el reconocimiento al guión de la película es un indicio de lo que no terminó de cuajar: es indudable que la traducción de la idea a la imagen es un proceso complejo y con Diente por diente ocurre un fenómeno interesante: la película demuestra que el trabajo en la historia fue más fructífero, más concreto, más rico: ¿el proyecto debió quedarse sólo en el guión y transformarse, por ejemplo, en un libro?

La propuesta del director es interesante. El acomodo de la historia y los detalles emocionales y físicos en los intérpretes tienen toda la carga, pues son ellos los que harán que la cimentación de la atmosfera densa que invade la película funcione: dualidad, maldad, miedo, inseguridad, enojo. Una bomba de tiempo. No hay más: Pablo Kramsky debe sobrellevar la interacción directa con la violencia, con el ajetreo de la ciudad, su gente, su hostilidad. El colapso es inminente.

La búsqueda del reconocimiento como una persona capaz de enfrentar a todo esto, hará que Kramsky maquine una zona de confort que, al traspasar la delgada línea entre la realidad y la ficción, traerá serias consecuencias ¿hasta dónde se puede llegar por alimentar la aridez de la vida?, ¿se juzga o no se juzga?

La historia y el eje central de la película es fuerte, propositivo; sin embargo, algo pasa con la imagen: hay cierto descuido en la elección de las locaciones, escenarios endebles que, aunque quisieron hacer una labor de atemporalidad, no cierran la unidad que se debería tener con un buen guión: la dirección de arte quedó a deber e ir más allá de los vestuarios clichés (vestidos escotados de secretaria y pantalón con tirantes de jefe).

Para Bonilla, su opera prima entra a las salas de cine como una opción para sacudirse de los dramas desgarradores sobre la violencia en el país (¿Heli?) y tener una perspectiva distinta, ligera y divertida para preguntarse si hay cabida de héroes (antihéroes) en el país: ¿Kramsky es el resultado de esta sociedad adversa o Kramsky es el generador de estas condiciones hostiles?

La pregunta queda en el aire. ¿Critica social? Quizá. ¿Débil? Sí. Lo que es cierto es que “Diente por diente” sigue la dinámica de un cine negro incipiente que puede encontrar caminos más eficaces para propuestas más consolidadas. Hay buenos personajes que pierden fuerza con una actuación tambaleante, que aún fluctúa entre la exageración y la expresividad necesaria; hay situaciones muy particulares que, contrario a la utilidad en la historia, no tienen la suficiente sostén para crear escenas más trabajadas y difíciles de desdeñar.

“Diente por diente” es un esfuerzo atractivo que trae el clima propio de los comics de los superhéroes citadinos, solitarios, agrestes, supervivientes de un contexto dificultoso, con un entrelazado emocional y social complejo: hay una labor de creación que se le debe reconocer a Bonilla y que, a pesar de abrir más preguntas que certezas sobre su trabajo, da vistas de lo que un guión bien pensado podría obtener.

La película se estrena este 6 de septiembre en alrededor de 19 ciudades en todo el país. Habrá que ver si Pablo Kramsky logra salir de la monotonía de su oficina para colocarse y pelear el reconocimiento en la cartelera mexicana.

Dirección/Director: Miguel Bonilla Schnaas. Producción/Producer: Miguel Bonilla Schnaas, Jaime Francisco Romandía Creel. Guión/Screenplay: Miguel Bonilla Schnaas. Fotografía/Cinematography: Ricardo Villarreal. Edición/Editing: Sebastián Hoffman. Sonido/Sound: Raúl Locatelli. Música/Music: Gustavo M. Hernández. Dirección de arte/Art Direction: Nohemí González. Compañías productoras/Production Companies: Cadereyta Films, FIDECINE. Formato/Format: Digital. Reparto/Cast: Alfonso Borbolla, Darío Ripoll, Carlos Cobos, Fernando Becerril, Vanessa Ciangherotti, Ximena Ayala.

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Diente por Diente graffiti

La publicidad de la película: graffities por la ciudad.