1. Fotograma perteneciente a película de 9.5 mm. de la Colección Jean Signoret.
Por Tania López Espinal
La constante búsqueda por perpetuar un momento, tener un respaldo de lo vivido y un registro gráfico, ya sea escrito o en imágenes, lleva a la creación de elementos de reproductividad, tal es el caso de las películas domésticas o caseras, que responden a un momento específico del contexto social, desde su creación hasta la obsolescencia de este medio almacenador de historias.
Los fotogramas generan una huella que permite retener fragmentos de memoria en un soporte específico. Las películas caseras no sólo tienen un vínculo personal, son, a la vez, un tesoro cultural que perdura para futuras generaciones; desde su relación con la materialidad, hasta ser el equivalente de una carta, un diario o memorias familiares que pueden utilizarse para la reapropiación, modificando el significado inicial de las películas o bien a manera de banco de imágenes que hablen por sí solas y aporten fragmentos para la historia
Las filmaciones caseras datan de 1922 en formato 16 mm. y 9.5 mm.; seguido del 8 mm. en 1935 y el Súper 8 mm. [1] en 1965. La producción de material fílmico en formatos reducidos sigue latente hasta nuestros días, a pesar de que para los años ochenta, se redujo el uso de material fílmico, debido al ingreso de las nuevas tecnologías, particularmente del video empleado ahora para registrar las memorias familiares.
El material fílmico en formato 16 mm. se comercializó y popularizó principalmente en la élite mexicana debido a los altos costos que implicaba la adquisición de las cámaras, rollos, así como los procesos de filmación y revelado del material. Con la llegada del 8 mm. y del Súper 8 mm. al mercado, se expandió la oportunidad de adquirir cámaras y rollos para filmación, ya que era un formato más compacto; la mayoría de las cámaras presentaban manuales para la correcta exposición del material fílmico siendo más accesible para toda la familia.
2. Fotogramas pertenecientes a película de 16 mm.
de la Colección Familia Gómez Monterrubio.
El material fílmico casero es un reflejo del contexto histórico y cultural de las familias, amigos y sociedad en un tiempo específico; son filmaciones de la cotidianeidad, así como de otras actividades que salen de ella, como viajes, visitas políticas, eventos deportivos, marchas, entre otros. Sin embargo, muchos de los materiales filmados ahora forman parte de basureros y otros tantos se encuentran en los llamados mercados de pulgas o resguardados en algún cajón, esperando a ser descubiertos y revividos.
Son pocos los acervos públicos y privados que resguardan este tipo de patrimonio. Dentro de sus colecciones o archivos, el acervo de Cineteca Nacional cuenta con un proyecto especial llamado Archivo Memoria que comenzó en 2012 y que ha recibido material fílmico en varios formatos, con diferentes procedencias y contextos socioculturales diversos. El objetivo del programa es el siguiente:
“Archivo Memoria está diseñado para preservar las imágenes que conforman nuestra memoria social y generar consciencia sobre su importancia a través de un amplio programa de preservación y acceso. Y más allá de “salvar” estas películas, el proyecto tiene el objetivo de reimaginar el archivo como un lugar para la creación: concebir las actividades del archivo como un medio para crear nuevos conocimientos y nuevos proyectos creativos a través de la reutilización de estas imágenes en movimiento”. [2]
El material albergado en dicho proyecto consta de aproximadamente 208 colecciones de las cuales se pueden observar marcadas brechas sociales, culturales y generacionales.
Por otro lado, al realizar las entrevistas, revisión, digitalización y catalogación de los materiales, uno se vuelve cómplice de las dinámicas sociales de la familia, conoce a sus integrantes, sus movimientos, sus expresiones y su rol dentro de ese círculo social. Al realizar este trabajo uno se convierte en voyerista de las imágenes en movimiento, viendo todo desde el cuentahílos, intentando entender el tejido familiar desde nuestra propia perspectiva. Nos sentimos identificados con las familias, haciendo palpables las historias de los abuelos, los padres, la memoria social e histórica. Una similitud de esta actividad es cuando al caminar por la calle, uno comienza a ser consciente del espacio y la temporalidad, volteando a las ventanas de las casas y edificios que dejan ver parte de la decoración de la casa, las dinámicas sociales, la vestimenta y el comportamiento de los individuos.
Las películas muestran la intimidad que guardaban dentro de su tiempo, haciendo una ruptura entre lo secreto y lo público. La manera en que los individuos catalogan sus propios documentos, las marcas inscritas con tinta y la letra de los dueños del material, logran que entablemos un vínculo más cercano con su archivo, ahora público.
Otra peculiaridad de las películas domésticas radica en que están fuera de las técnicas tradicionales de filmación; el material fílmico doméstico en su mayoría no tiene un principio ni fin claro, se caracteriza por tener una dispersión narrativa o carecer de ésta; sin embargo, podemos encontrar materiales caseros que intentan mostrar un hilo narrativo, así como la existencia de títulos y créditos que manifiestan el conocimiento del material, de formas de edición y filmación.
Los materiales caseros tenían una duración de escasos tres minutos de filmación por rollo en el caso de los primeros 16 mm., Súper 8 mm. y 8 mm. En los 9.5 mm. duraban un minuto y medio, por lo que se necesitaban más de tres rollos para poder tener un registro más exhaustivo de lo que se quería plasmar. Esto podría condicionar la construcción de una historia; mientras algunas familias optaron por registrar eventos al azar -dispersión narrativa- otras prefirieron narrar los hechos de manera más compleja e hilada.
Por otro lado, se presentan diferentes versiones de realidad entre los participantes de la película doméstica, pues cada uno tuvo un papel específico en el mismo momento de su vida, por lo que la interpretación y narrativa no será la misma para los involucrados en la filmación. De la misma forma, se puede pensar que estos documentos que aún no son vistos como memoria social, no está lejos de serlo, ya que la película, aunque aparentemente carezca de narrativa, denota un sentido de querer retener momentos específicos de la vida cotidiana.
Las películas caseras hacen que el archivo pueda ampliar sus horizontes, en tanto que los materiales fílmicos sean donados a instituciones gubernamentales y formen parte del patrimonio cultural nacional.
La importancia de preservar y archivar las colecciones fílmicas caseras radica en el material y contenido de los mismos, siendo una huella, desde el punto de vista sociocultural, de la sociedad mexicana desde los inicios de su producción hasta nuestros días. Ahora el trabajo a desarrollar será compartir las singularidades de cada uno de ellos, abrir y mostrar los materiales, para así revivirlos e identificarnos con esas historias pasadas.
NOTAS
[1] García, A. D. “Películas destinadas a ámbitos familiares y no profesionales” en Clasificar para preservar (México: Cineteca Nacional, 2006), 91.
[2] “Archivo Memoria”, Cineteca Nacional, acceso 24 de mayo 2018, http://www.cinetecanacional.net/controlador.php?opcion=laboratoriodigital.?
3. Fotograma perteneciente a película 8 mm. de la Colección José Urraca Cristóbal, Se muestra la elaboración de un intertítulo en manuscrito.
*Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural.