Por Elisa Lozano
La producción de la compañía Clasa Films estuvo a cargo de Diane Subervielle, la única mujer activa en esa área en aquel momento y cuyas películas se caracterizaron por sus valores narrativos y estéticos, gracias a la participación de personal de alto nivel. “La guerra de los pasteles”, que tomaba el título de un hecho histórico real, no fue la excepción [5]. Se trataba de una adaptación cinematográfica de Rafael Solana y el director debutante, Emilio Gómez Muriel, sobre la obra original de Celestino Gorostiza, con escenografía de Jorge Fernández, el diseño de vestuario de Agustín Lazo, y Mapy Cortés, Pedro Armendáriz, Domingo Soler, Fanny Schiller y Fernando Cortés, en los roles centrales [6].
Al estreno de “La guerra de los pasteles”, el público mexicano apreció en la pantalla grande las ilustraciones de Gaya. Ejecutadas a plumilla y tinta china, muestran el mismo estilo [7] de sus primeras viñetas: líneas finas, pocos elementos y la representación estilizada de los personajes centrales: Suzette (Mapy Cortés) de cuerpo entero, vestida de época, sostiene en sus manos los hilos de unas marionetas; el alcalde (Domingo Soler), con uniforme militar, firma papeles en su escritorio alumbrado por una vela; Antonio (Pedro Armendáriz), también con uniforme militar, sujeta un corazón en la mano, a un lado se ven un arco y flecha; por último, acompañando el título, aparece la imagen de un cañón que dispara pasteles, y en lo alto, se observa una paloma que sostiene en su pico una rama de olivo, que simboliza la paz. Llama la atención que un gran retratista como él no representara las facciones de los intérpretes, puesto que sólo sugiere el contorno de los rostros. Los dibujos llevan la firma del artista en el ángulo inferior derecho y aparecen bajo las notas de una alegre música, que prepara el ánimo del espectador para disfrutar del film.
Cabe destacar que la misma productora solicitó a Gaya una serie de viñetas para la promoción de la película, de tal suerte que, entre el material revisado en la Hemeroteca Nacional para la redacción de este artículo, encontramos, al menos, cinco distintas en formatos horizontal y vertical. Estas se publicaron desde una semana antes del estreno en periódicos de gran circulación: “Excélsior”, “Novedades”, “El Redondel”, “Claridades”, “El Universal Gráfico”, y en las revistas cinematográficas “Novelas de la pantalla” y “Cinema Reporter” [8].
En este caso, Gaya resuelve los rostros de los protagonistas, recortándolos de los “stills” de la película [9], a los que, con delicado trazo agrega el cuerpo, y objetos, representándolos en distintas situaciones. Un ingenioso recurso que dota de atractivo a las imágenes, acorde al género en cuestión.
El buen momento que vive el cine mexicano y las estrategias implementadas por las productoras para su publicidad, queda patente en los diarios citados, en cuyas páginas las viñetas de Gaya aparecen junto a los gráficos de otros notables artistas. Los del huatusqueño Ernesto García Cabral para “Cuando quiere un mexicano” (Juan Bustillo Oro, 1944), de Producciones Grovas, protagonizada por Jorge Negrete y Amanda Ledesma; los de Arias Bernal, para “Gran Hotel” (Miguel M. Delgado, 1944), de Posa Films, S.A., con Mario Moreno “Cantinflas”; también los de Andrés Audiffred para “El sombrero de tres picos” y “México de mis recuerdos” (ambas de Juan Bustillo Oro y de 1944), de Filmex, protagonizadas por Joaquín Pardavé y Sofía Álvarez; sin olvidar los de Ernesto Guasp, otro exiliado español, para “¡Viva mi desgracia!” (Roberto Rodríguez, 1944), de Rodríguez Hermanos, con Pedro Infante y María Antonieta Pons.
En aquel tiempo difícil para el pintor, el cine representó otra fuente de ingreso y la oportunidad de darse a conocer entre una audiencia amplia, a través de la circulación de su obra en medios masivos de comunicación, lo que le abrió la puerta a otras colaboraciones. La primera se dio en 1947, cuando el productor Rodolfo Lowenthal, de Panamericana Films, le solicitó un retrato de gran formato de Charito Granados, que cobra relevancia en la trama de “La diosa arrodillada”, de Roberto Gavaldón; otra más, tuvo lugar en 1949, en “Un cuerpo de mujer”, producida por el santanderino Ramón Pereda, con dirección de Tito Davison, como el autor del retrato al desnudo de María Antonieta Pons que da título a la cinta, así como de una decena de obras que ahí se ven; e “ítem” más, Gaya aparece a cuadro en la secuencia de la clase de dibujo, como uno de los asistentes. Él nunca escribió sobre sus incursiones en el cine, quizá porque no las consideró importantes, pero lo cierto es que éstas enriquecieron las producciones del periodo, como hemos analizado en un trabajo anterior [10].
Ramón Gaya abandonó México en los años cincuenta. Luego de un periplo en Italia; en la década siguiente se estableció definitivamente en España, donde desarrolló una prolífica obra en el arte y las letras, y recibió varias distinciones, entre otras, la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes (1985), el Premio Nacional de Artes Plásticas (1997) y el Velázquez (2002). Murió en Valencia en el año de 2005.
Notas
[5] Al inicio del film se advertía: “El asunto de esta comedia está inspirado en un capítulo de la Historia de México; pero los autores no han pretendido apegarse a la realidad, sino que se han alejado de ella deliberadamente”.
[6] Además de los ya citados, intervinieron en la película los siguientes, Jefe de producción: Fidel Pizarro. Fotografía: Ignacio Torres. Confección de vestuario: Beatriz Sánchez Tello, M. Gómez Muriel, Maritza, Paquita, Alberto Vázquez Chardy. Maquillaje: Anita Guerrero. Música y canciones: Rodolfo Halffter: Letra: Neftalí Beltrán. Director de sonido: Howard E. Randall. Grabación de diálogos: Jesús González. Grabación de música: Manuel Esperón. Reparto: Delia Magaña, Alfredo Varela, Manuel Arvide, María Douglas. Estudios: CLASA. Inicio de rodaje: 23 de octubre de 1943. Estreno: 22 de abril de 1944. Cabe aclarar que Jorge Fernández es quien aparece en los créditos como autor de la escenografía, pero en la publicidad, ésta se atribuye a Manuel Fontanals.
[7] Véanse, por ejemplo, las que ilustran la revista “Hora de España” (1937), de la cual fue fundador.
[8] Las primeras viñetas se publicaron el 16 de abril. La película se estrenó en el Cine Lindavista el día 22, y éstas continuaron publicándose durante las dos semanas siguientes que “La guerra de los pasteles” permaneció en cartelera.
[9] Desafortunadamente, el fotógrafo de fijas no está acreditado.
10] Me refiero a mi artículo “Bardasano, Gaya y Agut: presencias extraordinarias del exilio español en el cine mexicano”, en Miguel Cabañas Bravo, (coord.), “Identidades y tránsitos artísticos en el exilio español de 1939 hacia Latinoamérica”, Madrid, España, Doce calles, 2019. Me parece importante señalar, que en “La diosa arrodillada”, el nombre de Gaya no está acreditado en pantalla, aunque la prensa sí dató oportunamente su participación. Por el contrario, en “Un cuerpo de mujer”, los créditos advierten en grandes letras: “Todos los cuadros y bocetos que aparecen en la cinta son obra del pintor Ramón Gaya”, y de hecho, estos corren sobre el cuadro de su autoría.
“Las fotos que acompañan el presente artículo se incluyen únicamente como apoyo al
contenido del texto, cuyo cometido es de difusión cultural”.