Bárbara Enríquez y Óscar Tello: ‘El premio’ es el camino

Para su consideración: Cobertura especial Ariel 2013

Por Ulises Pérez Mancilla

La mamá de Bárbara le llamó un día para decirle que se había ganado un premio en el Festival Internacional de Cine de Berlín: “¡Te ganaste un premio, me decía!, y yo le contestaba: no mamá, yo no, la película”. Pero su mamá insistía: “En verdad, está  a tu nombre”.

Ni Bárbara Enríquez ni Óscar Tello sabían que el Festival de Berlín entregaba un premio oficial por el arte de una película. Es más ni siquiera viajaron al festival: “nos causó sorpresa, es un premio que no se da normalmente. Nos enteramos el día que lo dieron”. Se trata del Oso de Plata a la mejor contribución artística otorgado por partida doble a la película de “El premio”, en sus rubros de fotografía y diseño de producción.

“Es un premio que se da eventualmente en rubros destacados de una película y fue una sorpresa increíble. Fue un premio que no esperábamos para nada. Y ha servido para darnos cuenta que el trabajo que hacemos vale la pena”, cuenta Bárbara, la mañana que me recibe en su oficina, junto con su socio y amigo Óscar Tello, quien amablemente me prepara un café y se disculpa por el tiradero: “es que ayer tuvimos un comercial de llantas”.

Bárbara y Óscar se conocieron en un corto del CCC. En ambos casos, fue un amigo quien los invitó al mundo del cine. Dice Bárbara que ella iba para crítica de arte o geografía (estudiaba Historia del arte), pero un buen día, una amiga llegó y le dijo “yo sé lo que te va a gustar hacer en la vida” y la llevó a asistirle a una ópera prima del CCC: “Disfruto estar en el set, estar atrás del monitor con el director cuidando el cuadro. Es un vértigo porque estás consciente de que lo que se ve en cuadro es lo más importante de todo tu trabajo, no importa que hayas construido una casa completa si lo que se ve al final en la pantalla es una esquinita”.

En el caso de Óscar, él estudiaba diseño en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, donde de hecho dirigió el cineclub (“siempre me interesó el cine como espectador”). Y aunque empezó haciendo “boom” en el departamento de sonido, pronto encontró su camino trabajando en la previsualización de los sets (uno de los trabajos de los que más se siente orgulloso es el diseño del set de “Somos lo que hay”, donde el reto fue crear una casa de interés social: “sabía muy bien como eran porque yo viví en una de ellas. Entonces fue un reto porque implicaba generar esos pequeños espacios en donde poner la cámara. Fue como construir mi casa… ¡pero sin caníbales!”)

Este año, Bárbara y Óscar se encuentran nominados al Ariel por el diseño de arte de “El premio” de Paula Marcovitch. Fue Eugenio Caballero quien recomendó a Bárbara con Paula, pues ella había sido su decoradora por mucho tiempo y desde entonces jamás dudó en tomar el proyecto: “el guión es espectacular, no por nada Paula es una de las mejores guionistas del país, el guión no sólo era precioso, sino que a mí me tocaba puntos muy sensibles porque yo nací en Argentina, yo estoy en México por el exilio político del 76”. Al final, la realización de la película tardó tantos años, que cuando se fijó una fecha de rodaje, Bárbara ya tenía otros compromisos y aunque podría arrancar, no podía terminar la película, así que llamó a Óscar, quien viajó con Bárbara a San Clemente del Tuyú en Argentina para encargarse del set cuando ella volviera a México.

Óscar recuerda los días de rodaje en el hoy lejano verano de 2010: “Las cosas se dieron de manera muy singular, no es como suelen hacerse las películas, fue una película chiquita con muy poca gente. La estructura con la que estábamos trabajando la historia implicaba ciertas necesidades especiales porque Paula estaba muy interesada en experimentar con la historia así que los días de rodaje estaban organizados de una manera improvisada; trabajar con los niños te cambia las reglas… Fue un rodaje duro por las condiciones climáticas, filmamos justo cuando entraba el invierno allá en esa parte de Argentina”…

Bárbara reconoce que en el caso de “El premio” el bajo presupuesto fue un elemento benéfico: “afortunadamente, nos hizo mucho más recursivos contar con la buena voluntad de la gente, aprendimos mucho de ello, del respeto que había que darle a las cosas que estaban en la película porque eran prestadas… De México no viajó nada, el 95% de las cosas se consiguieron en San Clemente; prácticamente recorrimos todo el pueblo, conocimos todas las casas, la gente nos abrió las puertas de todo. Tuvo su dificultad, pero al final, todo lo que recolectamos eran objetos con historia, eso fue un aspecto muy rico de la ambientación de la película, trabajar con la gente de ahí mismo. Todo el mundo estaba enterado de que estábamos haciendo una película, y la disposición de la gente fue muy afortunada”.

Óscar está seguro de que parte de la buena estrella y del éxito de la película está relacionado con esa magia: “se nota en la pantalla ese espíritu de cooperación. El hecho de involucrar a la comunidad en una historia que duele y que destapa heridas… creo que todo eso quedó en la pantalla y la sensibilidad del público no ha sido ajena”.

Tanto Bárbara como Óscar, consideran que una buena comunicación es básica entre el departamento de arte y las demás cabezas de área de la producción; por ejemplo: “cada vez más los fotógrafos le dan entrada al diseñador de tener participación creativa y eso es muy rico, antes no se daba, antes ellos mandaban y uno obedecía. Ahora están perfectamente conscientes de que tu eres un aliado de ellos y que trabajando juntos se logra un mejor resultado”, asegura Bárbara.

“Mientras más películas hacemos más nos damos cuenta de que el correcto ejercicio de un presupuesto va de la mano con el entendimiento entre todos los demás, si hay malos entendidos surgen los errores”, precisa Óscar. Y es que al departamento de arte en muchas ocasiones, le suele pasar lo que a la Bartola de la canción de Chava Flores(“ay te dejo estos dos pesos, pagas la renta, el teléfono y la luz”…): “hacemos circo, maroma y teatro… milagros para poder estirar nuestro presupuesto”.

No es la primera vez que Bárbara está nominada a un Ariel, de hecho ya tiene en casa uno por su trabajo de decoración en “Zurdo”, dentro del equipo de Eugenio Caballero. En total, esta es su cuarta nominación (las otras dos como decoradora por “Rudo y cursi” y como directora de arte en “El cobrador: In god we trust”), pero la primera como diseñadora de producción. En el caso de Óscar, ésta es su primera nominación al Ariel y recuerda con cariño que su primer premio en el cine fue una Pantalla de cristal por los mejores efectos visuales de una película de la que ya no recuerda muy bien su nombre, pero sí con cariño.

¿Han dudado de seguir dedicándose a esto?
“Sí, claro, muchas veces. Todos en todos los ámbitos dudamos”, dice Bárbara y la interrumpe Oscar bromeando con un dejo de realidad: “Yo creo que unas dos o tres veces, pero por proyecto. En la pre, en el rodaje y en la entrega”. Risas conjuntas. Bárbara retoma: “cuando pasó lo del Oso de Plata, yo estaba en una crisis de esas en las que te preguntas ¿es esto lo que quiero hacer?”

Hoy Bárbara tiene la certeza de que está en el camino, y Oscar la respalda: “Para eso sirven los premios, para indicarte que estás en el camino correcto.  Uno no hace películas por ganarse premios, eso sería una cosa muy torcida, uno hace películas porque lo ama, porque disfruta”…

http://www.correcamara.com.mx/wp-content/uploads/2024/05/files/Elpremio_BrbarayOscar.jpg