Izabel Acevedo: “Para armar un helicóptero” o cómo agarrar la realidad

Para su consideración: Cobertura Ariel 2013

Por Ulises Pérez Mancilla

Izabel Acevedo tenía 15 años cuando caminando por una comunidad de Guatemala, de donde es originaria, se dio cuenta que su entorno estaba por cambiar. Era 1996, el año en que se firmaron los Acuerdos de paz que terminarían con la guerra civil de su país: “me dio esa sensación de que hay situaciones que son muy perecederas, de que las cosas cambian y de que la realidad a veces no es tan tangible, eso me hizo empezar a pensar en la forma de cómo poder detener esas cosas que uno ve, así como las emociones que uno siento sobre ello y que van cambiando constantemente”.

Fue ahí donde Isabel supo que el cine era la opción ideal para “agarrar esos momentos”. Decidida, dejó Guatemala para estudiar cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde el año pasado se graduó con su cortometraje de tesis “Para armar un helicóptero”, nominado este año al Ariel a mejor cortometraje de ficción. Un proyecto al que Isabel le guarda un gran cariño: “fue un trabajo que me gusta mucho porque se sale de todo lo que había hecho antes y de lo que probablemente haga después. Se sale de muchos marcos, de lo académico. Es una historia que escribí con el lado izquierdo del cerebro. Sin pensarlo mucho, e intentando que quedaran las cosas muy frescas”.

El corto ganó el año pasado “El Ojo” en el Festival Internacional de Cine de Morelia, razón por la que hace unos días fue presentado en la Semana de la Crítica en Cannes. Pero ese es sólo uno de los premios a los que se ha hecho acreedor, asimismo ganó el Gran Premio de la edición 35 de Clemont-Ferrant y estuvo en la Selección Oficial del Festival de Rotterdam, sólo por citar los más importantes.
 
Cuando Isabel escribía el guión, llovía en el DF de manera atípica, acababan de disolver el Sindicato de Luz y Fuerza y recién había ocurrido lo de la influenza: “me dio una sensación muy particular, como si la Ciudad estuviera al borde de un caos mayor. Un estado extrañísimo de las cosas. Intenté jugar con eso que estaba viendo dejando fluir la imaginación del lado menos consciente… no me permití autocensurarme, dejé que saliera el instinto”.

Izabel se reconoce como una gran admiradora de la ciudad de México y fue toda su intención homenajearla en las imágenes de su corto: “Quería hacer una foto de muchas cosas que veía de la ciudad de México, que de pronto se mueve demasiado y muy rápido, cosas que de repente no te puedes detener a verlas, hay mucho caos en esta ciudad y yo quería agarrarlo y poderlo ver”.

A Izabel le llevó dos años organizar ese caos (…intenté que eso permaneciera hasta el final, busqué no sobre-pensar, no racionalizar demasiado las cosas…) y para ello se reunió del mejor equipo de trabajo: “y eso me hace sentir orgullosa, porque todos dieron más de lo que podían dar, se involucraron profundamente con la historia”. Coincidencias del destino, en su equipo de colaboradores se encuentran tres nominados al Ariel de este año: León Felipe González y Galo Durán (editor y músico de “Los últimos cristeros”, respectivamente) y Ángeles Cruz, su actriz protagónica, quien compite con Izabel en la terna de mejor cortometraje de ficción en su faceta como directora (gracias a “La tirisia, o como curar la tristeza”).

Para la directora, entre Guatemala y México hay muchas similitudes culturales: “Guatemala es un país que vive al borde de la crisis. México también, pero no del todo, tiene más gobierno, aquí hay una gran clase media, Guatemala es un país verdaderamente pobre. Este país, pero sobre todo esta ciudad, tiene las posibilidades de realmente generar con muy pocas cosas algo mucho mayor, la verdad yo vivo esperando que México finalmente de ese salto. Porque tienen todo ese cúmulo de conocimiento que tiene la clase media, toda esa cultura que tiene la gente”.

El día de la entrevista, hacía dos días que el dictador Ríos Montt, había sido condenado a 80 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad y genocidio en su país. Izabel volvía de estar registrando en un documental las audiencias del proceso de juicio con sus compañeros de generación: Ximena Urrutia (productora) y Pamela Albarrán y Luis Montalvo (cinefotógrafos), quienes costearon el proyecto con sus propios recursos (mientras conversa, el maestro Juan Francisco Urrusti se acerca a felicitarla).

“Aunque uno hable de esas cosas, también tiene que proponer, ver más allá, no quedarse en la lamentación sobre el pasado, se trata de hacer luz de ellas, para tratar de entender y que quede claro qué paso y por qué pasó… que estas cosas no vuelvan a suceder”.

Respecto al Ariel, Izabel se muestra agradecida: “estoy muy feliz, me parece muy bonito, me halaga, me gusta, me gusta que el reconocimiento venga de México, estoy muy contenta por eso. Los premios tienen de bueno que te alientan, te suben el ánimo, te incitan a hacer más cosas y también te validan frente a otra gente con la que tu trabajas… Es como si te pusieran una estrellita que te abre puertas. Pero no cambia nada, hay que aceptarlo como elogio, disfrutarlo y luego, volver rápidamente a trabajar porque es lo más importante, lo otro es un agregado”.

Para cuando se publique esta entrevista, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala habría emitido un falló que anula la condena del genocida Ríos Montt, sin embargo, el plan de trabajo de Izabel, así como su cámara, sus compañeros de generación y sus pensamientos, tienen agendado volver para continuar ese propósito suyo de aquel momento en que supo que quería hacer cine para tocar la realidad con sus manos.

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