Matías Meyer: La apuesta por el cine de autor

Para su consideración: cobertura especial Ariel 2013

Por Ulises Pérez Mancilla

Matías Meyer, director de “Los últimos cristeros”, con ocho nominaciones al Ariel incluyendo mejor película nunca pensó en ser considerado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas: “me acuerdo que cuando hice mi corto de tesis Verde, mientras lo realizaba estaba yo muy emocionado y pensé: ¡wow le va a ir increíble a este corto, está super bueno y ya empezaba a soñar yo a colores!, ahí me di cuenta que eso me distraía del rodaje, estar pensando en el futuro, que si va a ir a tal o cual festival… Ahí la lección fue no pensar en expectativas, sino concentrarte en lo que estás haciendo, hacer tu trabajo lo mejor que puedas. Con esta película lo que hice fue eso, no pensar en premios sino en hacer bien la película con rigor hasta el final”.

Esta semana, Matías fue seleccionado para obtener la Hubert Bals Fund con el proyecto de lo que será su cuarta película titulada “Yo” (producida nuevamente por Julio Bárcenas) y que en meses pasados obtuvo el premio Riviera Lab de coproducción en la segunda edición del Festival de la Riviera Maya: “se trata de la adaptación de un cuento del premio Nobel de 2008 Jean-Marie Gustave Le Clézio que vivió un tiempo aquí en México,  y que yo conozco personalmente porque tiene amistad con mi padre. Es una película muy diferente, fue una elección muy instintiva, leí el cuento y dije: esto es para mí”.

Para Matías, director también de “Wadley” y “El calambre” (ambas disponibles en Nuflick) “partir de la premisa de hacer cine porque es importante socialmente no funciona tan bien, tienes que partir más de preocupaciones humanas, universales, intimas, porque es ahí donde se engloba también lo social”.

Matías estudió en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), pero antes de entrar hizo el examen en dos ocasiones junto con su amigo Michel Lipkes, a quien conoció en El Liceo: “él era ya todo un cinéfilo y empecé a ver mucho cine. En esa época lo que veíamos era lo que estaba en cartelera, que era en gran parte Hollywood, y veíamos las películas una y otra vez. Él ya estaba segurísimo de que lo que quería hacer era cine y me contagió en cierta forma”.

Lunes por la mañana. Día parcialmente nublado. Matías me recibe en su casa. Se prepara cereal para desayunar mientras platicamos. Le pregunto si recuerda el momento en que supo que quería dedicarse al cine: “… en el Kinder, cuando el maestro ponía a los niños a dibujar a mi no me gustaba, entonces me ponían a armar rompecabezas… desde ahí, analizo en cierta forma que hago cine para ordenar la realidad, para darle orden al caos, algo que en una película puede ser posible y no en la vida”. Al ver que era malo dibujando, Matías empezó a tomar fotos: “… de chico tampoco me gustaba leer, sentía que la vida estaba allá afuera y no en los libros”.

Matías Meyer está doblemente nominado al Ariel por la dirección, pero también (junto con Israel Cárdenas) por la adaptación cinematográfica del libro de Antonio Estrada, Rescoldo: Los últimos cristeros: “como libro me gusta porque se ve que hay un autor que está contando su historia personal, básicamente la biografía de cómo murió su padre. Hay una continuación temática personal en la obra del hijo con la obra del padre, que era más bien militar… y yo en cierta forma estoy siguiendo esa línea familiar porque mi padre hizo su tesis de doctorado y escribió libros sobre la Cristiada, que fue el tema que lo hizo quedarse en México”.

“Los últimos cristeros nace de querer hablar del episodio histórico, sin que fuera una clase de historia. Que fuera una historia de humanos dentro de un contexto histórico y que intentara capturar la esencia del movimiento… A veces se simplifica mucho la palabra o la imagen de dios y yo creo que es algo indefinible en cierta forma y cada quien puede crear su propio dios”.

Para Matías era fundamental que la película reflejara un lado espiritual: “Una cosa es no creer en dios y otra que quieras que nadie crea en dios, una cosa es meterte con la iglesia y otra cosa es meterte con la fe del pueblo, creo que es una lección para darte cuenta de que no puedes tomar decisiones políticas de esa forma. Hay que tener cuidado con tocar la cultura, la religión, las tradiciones,  son cosas que están arraigadas en uno y que se puede sentir que es una injusticia que te las quieran quitar”.

Una de las principales propuestas de la película es el ensamble de actores no profesionales que conforman el elenco. Matías recuerda que en clases, Carlos Carrera una vez dijo que el casting era el 80 por ciento de la dirección de actores (“si ya escogiste bien, estás del otro lado”). En ese sentido, Matías tuvo suerte pues encontró a sus actores muy pronto. Se trasladó a Villa Hidalgo, Jalisco y empezó a buscarlos ahí, en las calles, instintivamente según sus físicos y personalidades (al personaje principal por ejemplo lo encontró en una boda).

“La idea del casting era que las personas tuvieran cierto compromiso con el tema de la Cristiada, muchos de ellos tenían abuelos que habían peleado, que habían sufrido o oído cosas, entonces tenían el compromiso personal de que estaban contando la historia de sus abuelos y del propio Florencio Estrada (padre del autor de la novela)”. Matías trabajó con sus actores tres meses previos en los que se ganó su confianza pasando tiempo con ellos y con sus familias. El tiempo hizo su trabajo y pronto vinieron los ensayos con la cámara (…”para que se acostumbraran a ese ojo observador”). Ya en el rodaje, no les compartió el guión, sino que les iba contando oralmente la historia.

La apuesta de Matías es por un cine de autor, y por ello reconoce sentirse agradecido y honrado por la distinción de la AMACC, particularmente este año:  “Las nominaciones le dan su lugar bastante importante al cine de autor, al cine que busca antes que nada transmitir algo que quiere decir el autor al público y no tanto como negocio, ninguna de las películas que están nominadas a mejor película están pensadas para hacer dinero, en ese sentido la Academia este año le da un lado importante al cine de expresión personal”.

Como director, Matías Meyer (cuya película mexicana favorita es “Los olvidados”) quiere hacer un tipo de cine que le exija, que se le antoje hacer, que lo apasione y que lo haga soñar: “para mí el cine es algo muy personal, es estar orgulloso de lo que eres, aceptarte como persona y traducir tus emociones, tus sentimientos, tus pasiones… porque el cine que haces, tiene que ver con las cosas que a ti te mueven”…

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