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2009-03-14 00:00:00

Desierto adentro, o la culpa al límite

Por Javier Mora

La película de Rodrigo Plá esta ambientada durante un hecho histórico, la Guerra de los Cristeros, causada en parte por el gran arraigo que desde mucho tiempo atrás sentía la población mexicana con la iglesia. Es la historia de un padre, Elías, que por diversas circunstancias se ve envuelto en una vorágine de sucesos que lo llevan a un final trágico; a partir de la convicción de pagar una deuda que él siente tener con Dios, el hombre lleva a sus hijos a vivir al desierto, retirados de cualquier contacto con la sociedad.

La dirección de Rodrigo Plá en este segundo largometraje, está diseñada y estructurada para darle al espectador una visión del exacerbado fanatismo religioso que se desató en nuestro país en algunos sectores de la sociedad entre 1926 y 1929.

La lograda ambientación y el vestuario nos dan una probada de esa marginación del México de nuestros abuelos, casi se podría decir que se percibe el aroma de los actores al estar en la pantalla.

En cuanto a las actuaciones, sobresale la de Mario Zaragoza que logra un gran desempeño aunque el resto del inmejorable elenco reunido para Desierto adentro, converge en una trama que envuelve al espectador de manera directa; no hay momento que se pueda dejar la película, puesto que la historia “jala” incesantemente a quien la vea.

Mención aparte merecen las magníficas animaciones de los exvotos, que dicho sea de paso, son parte fundamental de la usanza religiosa mexicana y se han realizado desde tiempos de la Colonia como una forma de agradecer un favor divino recibido. Éstas pinturas ingenuas, también llamadas retablos, con textos de agradecimiento de lo más variado, incluso cínicos algunos, para obsequiar a Dios con algo único y personal, eran hechas a mano por el fiel creyente, casi siempre con poca o nula educación en las artes plásticas.

Con tal elemento de tradición popular Rodrigo Plá logra, , transiciones de la animación a la realidad, bien logradas y puestas en momentos clave de la historia en los que el personaje de Aureliano (Guillermo Dorantes), se vale de ellas, siempre de acuerdo a las necesidades narrativas del filme.

Por esto, las once nominaciones que tiene Desierto adentro para los Arieles son bien merecidas, quizá sólo faltaron Mejor Película y Mejor Director para cerrar el círculo virtuoso que inició con la realización de este filme también ganador en el pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara.