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2010-05-07 00:00:00

El cine de la Revolución Mexicana es objeto de una exposición

Redacción. Imágenes, vestuarios y objetos diversos de filmes clásicos del cine mexicano como ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935) de Fernando de Fuentes; Flor Silvestre (1943) de Emilio Fernández o La Escondida (1955) de Roberto Gavaldón, donde aparecen los rostros de grandes estrellas como María Félix, Jorge Negrete o Pedro Armendáriz, son parte del universo que estarán integrados en la exposición Cine y Revolución, que se exhibirá en el Antiguo Colegio de San Ildefonso a partir del 26 de mayo.

La exposición ofrecerá una revisión sobre las imágenes cinematográficas que a lo largo de un siglo se han producido sobre la Revolución mexicana, según informó el Instituto Mexicano de Cinematografía a través de un comunicado.    

En este espacio, el visitante podrá hacer un recorrido amplio, desde las primeras tomas realizadas por los pioneros -como Salvador Toscano o Jesús H. Abitia- que filmaron en directo la Revolución que dio inicio en 1910, hasta las secuencias clásicas producidas por el cine industrial. El repaso de ideas e imágenes conducirá al espectador hacia una reflexión sobre el imaginario mexicano del siglo XX y, por lo tanto, hacia la comprensión de la identidad contemporánea del país.    

A lo largo de su historia, el cine ha filmado más de 250 películas sobre la Revolución Mexicana que inició en 1910 y que se extendió, para efectos de esta investigación, hasta la Guerra Cristera (1926-1929) y el Maximato (1928-1934). Es una cantidad que induce a pensar que se trata de un  género específico, a través del cual diversas generaciones de mexicanos abrevaron ideas sobre la historia y la identidad del país.     

Los directores mexicanos aprovecharon esta veta generosa para narrar dramas amorosos o tragedias épicas, algunos de ellos convertidos en auténticos clásicos como Enamorada (1945) del Indio Fernández, La Cucaracha (1958) de Ismael Rodríguez; Juana Gallo (1959) de Miguel Zacarías; La Sombra del Caudillo (1960) de Julio Bracho; La Soldadera (1965) de José Bolaños; Emiliano Zapata (1970) de Felipe Cazals; o Reed, México Insurgente (1973) de Paul Leduc.    

También, las cinematografía de otros países –en especial Estados Unidos y más tarde el cine europeo, principalmente bajo la forma del spaghetti-western—, se sirvieron de la Revolución para ambientar historias bajo ángulos variados. Uno de los primeros en aproximarse fue el ruso Seguei Eisenstein, en su filme inconcluso ¡Que viva México! (1931), donde plasmó, en uno de sus capítulos, su visión sobre la tiranía en las haciendas porfirianas pero también su fascinación por el paisaje mexicano.    

La exposición Cine y Revolución es fruto de una larga investigación coordinada por los especialistas Álvaro Vázquez Mantecón y Eduardo de la Vega Alfaro, en la que intervinieron además Ángel Miquel, Carlos Flores Villela, Elisa Lozano, Claudia Arroyo, Alicia Vargas, Raúl Miranda, Francisco Montellano, Ricardo Pérez Monfort, y Fernando Muñoz bajo la coordinación general del fotógrafo Pablo Ortiz Monasterio, la coordinación de contenidos de Hugo Lara Chávez, la producción de Aurelie Semichon, la museografía de Alejandro García Aguinaco, y el apoyo logístico de Rossana Barro, Adriana García e Irene Trujano, además de la participación de un amplio grupo de investigadores, editores, diseñadores, museógrafos y colaboradores de diferentes ramas.

Los materiales proviene de diversas colecciones públicas y privadas, en particular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Instituto Mexicano de Cinematografía, Filmoteca de la UNAM, Fundación Toscano y Fundación Televisa, que también son los principales promotores de esta muestra.

Vámonos con Pancho Villa

Still de ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935)

http://www.bethelcollege.edu/mexicanfilmfestival/default_clip_image003.jpg

María Félix y Pedro Armendariz en Enamorada (1945)