FICCM. La otra familia: cine de entretenimiento social
* Galas mexicanas del FICCM
Ulises Pérez Mancilla
La otra familia espera su estreno comercial para marzo, sin embargo, la cuarta película de Gustavo Loza (Atlético San Pancho, Al otro lado, Paradas continúas) ya se embolsó dos presentaciones estelares en festivales, con amplia aceptación entre el público. Basta recordar su abarrotada función en Morelia (cuya demanda dio para abrir una sala más) o su alfombra roja inaugurando las galas nacionales dentro del naciente Festival Internacional de Cine de la Ciudad de México.
A Loza, el proyecto de una pareja de homosexuales con intenciones de adoptar, le costó algunos (muchos) años desde que el guión rondaba las oficinas de producción, instituciones culturales federales y de la iniciativa privada, pero simplemente no existía el empuje suficiente para hacerlo. De hecho, es un proyecto que antecede Paradas Continúas, película por encargo que Loza aceptó hacer para ganar credibilidad y confianza entre los inversiones. La respuesta: El inicio del filme estará antecedido por las fanfarrias de la filial latinoamericana de la Twentieth Century Fox, que espera meter otra película a la lista del top ten de taquilla en la historia del cine mexicano tras sus éxitos: Sexo, pudor y lágrimas y No eres tú, soy yo.
La película es un melodrama con tintes de comedia, heredero de lo mejor de las telenovelas mexicanas, con variantes cinematográficas interesantes: los buenos no son tan buenos, y los malos no son tan malos; incluso, se podría decir que a excepción del niño protagonista (Bruno Loza, hijo del director), todos los personajes tienen un lado humanitario desagradable que se agradece, y que dibuja con encanto el estereotipo que habitan desde la caricatura, yendo del prejuicio a la neurosis y de la moral ambigua al buen corazón.
Se trata de una película palomera disfrutable, quizá demasiado larga e innecesariamente redundante hacia el final, con un elenco a gusto con sus interpretaciones (Luis Roberto Guzmán, Jorge Salinas, Ana Serradilla, Jaime Almeida, Silverio Palacios) entre quienes destaca una potente Nailea Norvind, a quien el director dedica un par de intensos planos secuencia.
Contextualmente, pudiera sentirse que esta película llega a destiempo pues la realidad la alcanzó en su debate legal sobre los matrimonios y la adopción gay, al menos en el distrito Federal; sin embargo, dada la difusión masiva que tendrá a nivel nacional, aborda oportunamente un tema siempre necesario en la agenda con respecto a la tolerancia y el respeto hacia la diversidad sexual, cuyos modelos de convivencia han transformado los esquemas tradicionales de la familia (tema central de Los niños están bien, de Lisa Cholodenko, nominada al Oscar como mejor película del 2010 y a la que el realizador mexicano suma su propia visión sobre la maternidad lésbica).
Esta película, cabe destacar, debe mucho a la brecha previamente labrada por cineastas como Jaime Humberto Hermosillo, Víctor Saca, Arturo Castelán, Roberto Fiesco y desde luego Julián Hernández; el arrojo de Loza (un director heterosexual abordando una historia de amor universal bajo una premisa homosexual) no se entendería sin los antecedentes de la obra en conjunto de los realizadores citados.
Resulta casi imposible no descartar a La otra familia dentro del género “Rosa de Guadalupe” cuando Carmelita Salinas comienza a pedirle a la virgen que todo se arreglé en el momento más áspero de la trama, sin embargo, esta película es muy parecida a El infierno, otro éxito del año pasado que combinaba eficaz lo comercial con lo social. Como en la película de Estrada, Loza señala sin mesura la corrupción y la maleable moral de la iglesia, los estragos del narcotráfico, y las fallas personales que se proyectan como avalancha en los grandes problemas nacionales. A la expectativa de su pronto estreno, valdrá la pena verla como el cine entretenido que es, y juzgarla más allá de sus evidentes matices.
Still de La otra familia. FOTO DEL INICIO: Gustavo Loza con parte del reparto durante la presentación en el FICCM.
