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Reporte de la semana

2009-06-12 00:00:00

Quiere conservar espíritu juvenil Gerardo Naranjo

Por Leticia Carrillo

“Hablé de ser diferente, algo por qué pelear, algo por qué vivir, de descubrir algo, pésele a quien le pese, caiga quien caiga” es el leitmotiv de Voy a explotar, la historia de dos adolescentes en fuga, que se estrena en la Ciudad de México este viernes 19 de junio para posteriormente ser exhibida en el interior del país.

Su director, Gerardo Naranjo afirmó en conferencia de prensa, que al hacer este tipo de películas habla de un mundo que conoce, que coincide con las inquietudes juveniles y que el deseo de hacer filmes con este espíritu se generó cuando estudiaba cine y organizaba ciclos de cine mexicano: “todo me parecía muy malo, estoy hablando del de antes de Amores perros y de Y tu mamá también”.

Por eso se dijo a sí mismo que si llegara a hacer una película no le podía salir peor que las que había visto y se enfocaría en realizar aquella que a él le hubiera gustado ver cuando era adolescente: “que hablara un poquito de la insatisfacción ante lo que veo afuera, antes estas ganas de no pertenecer a un mundo con el que no estoy de acuerdo”.

“Eventualmente voy a tener que enfrentar que soy un adulto y cambiaré de tema. Mi siguiente película la estoy escribiendo, no sé muy bien de qué va pero espero que el cine que haga no pierda la sensibilidad juvenil, espero nunca hacer cine de adulto, cine de papá” indicó Naranjo.

En Voy a explotar actúan además de los jóvenes María Deschamps y Juan Pablo de Santiago, los reconocidos actores Daniel Giménez Cacho y Rebecca Jones, quienes encarnan a un político y su esposa, respectivamente.

El director buscó que en el filme los adultos parecieran “como personajes ridículos y mucho más descerebrados que los adolescentes. El tono es paródico porque ellos al ver como tontos a sus hijos, se exhiben como tales”.

Acerca de la experiencia de trabajar con gente como Giménez Cacho el director relató: “para mí fue sorprendente ver como Daniel estuvo callado, construyendo su personaje durante mucho tiempo, de repente entraba al set y ya estaba convertido en este panista loco”.

Asimismo, Naranjo calificó como “fantástico dirigirlos” pues aunque no tiene mucha experiencia en esta materia ya que dijo tenerles mucho miedo a los intépretes: “ellos hicieron que renovará mi fe, tienen una generosidad enorme con actores como Juan Pablo y María”.

Juan Pablo de Santiago, quien da vida a Román en Voy a explotar, expresó que actuar al lado de Giménez Cacho y Jones “hizo todo el trabajo más fácil, ellos te dan pie a que te creas todo lo que está pasando delante de la cámara”.

Gerardo Naranjo consideró que en el trabajo con adolescentes no sirve de mucho el guión porque “no sabes cómo va a pegar la frase que escribiste o cuando das un beso, cómo va a ser la reacción, cada que tomas un riesgo no sabes cómo va a ser el resultado, para mí era importante tener esta inseguridad, este miedo con valentía. Incluso el miedo a la cámara y a toda la situación de filmar iba a transmitir eso que es ser adolescente que es una inseguridad absoluta”.

María Deschamps, Marú, y Juan Pablo de Santiago fueron elegidos entre cinco mil aspirantes en un casting que se prolongó por 6 meses. Una de las cosas que el director buscaba en los que serían sus protagonistas era “una sensibilidad cercana a casa, que se pudiera expresar sin palabras. No estábamos buscando a a una güera despampanante ni al hombre fornido, cuando conocí a María y a Juan Pablo sentí, por extraño que parezca, que eran personajes que ya había conocido y mientras más me acerqué a ellos, más se confirmaba esta idea”.

Por su parte, María Deschamps consideró que algo que le facilitó la interpretación de su papel fue el estar cercano a él en cuestión de edad: “no he superado la adolescencia ni la juventud, fue repetir lo que estamos pasando en este momento y lo que nos pasó hace dos ó tres años por mucho, tengo dieciocho, no tengo una experiencia de vida muy grande. Fue un juego de introspección muy duro, darme cuenta que también soy una adolescente tonta, de estas cosas que ignoras, de tu ingenuidad ante la vida y que crees que todo es muy fácil”.

Naranjo describió el rodaje como un proceso desgastante: “Hacer una película de este estilo conlleva mucha improvisación, fracasos y lecciones, hay que irla encontrando, no es como esas películas industriales que están planeadas escena por escena, fue un proceso lento y más humano, todos estamos orgullosos de ella”.

Uno de los momentos traumáticos para todos en el rodaje fue la escena de la muerte de la Marú: “María nunca había pensado en una situación en esa manera, ella no entendía ni sabía cómo tenía que hacer, nunca habíamos considerado que María no estaba cercana al evento de perder la vida y nunca había pensado en eso, en la locación tuvo que tener una transformación y pensar cómo sería si ella se muriera”.

Respecto al hecho de que Voy a explotar se estrene en México diez meses después de su exitoso paso por festivales extranjeros el realizador opinó: “Mi sueño sería enseñarla primero aquí a la gente, a mis compañeros y después empezar la aventura afuera, pero para que una película mexicana pueda sobresalir aquí, necesita salir, ganar unos premios y luego regresar”.

Y agregó que tal vez el fenómeno se deba al “momento cultural y social” que viven los países como México en los que los medios no privilegian los productos alternativos.

Sin embargo, el director confió en que los jóvenes se sientan atraídos por su propuesta “un poco más compleja que lo que nos dan los medios normalmente pero que sigue siendo entretenimiento”.

Voy a explotar se terminó de rodar en el verano de 2007, tuvo un presupuesto de 15 millones de pesos y será distribuida por Canana con 40 cuarenta copias.