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2010-01-01 00:00:00

Ecos del cine iberoamericano: Entrevista con Ezequiel Acuña

Por Ezequiel Obregón 
CorreCamara.com-EscribiendoCine.com

Buenos Aires. Luego de su presentación durante la última edición del BAFICI (Buenos Aires International Independent Film Festival) llega la primera semana de enero, el esperado estreno en Argentina de Excursiones (2008), tercer opus de Ezequiel Acuña (Nadar solo, Como un avión estrellado). Tras un largo paréntesis sin filmar nos cuenta sobre la decisión de volver, retomando a los conflictuados personajes de su cortometraje Rocío (1999) diez años después.  

Con tus películas anteriores te consolidaste un poco como el director del mundo adolescente urbano.  ¿Lo hacés de forma auto consciente?  

Ahora parece haber una continuidad, volviste a los personajes de Rocío que deben andar por los treinta. Creo que sí. Cuando hice Nadar solo yo tenía 24 y los personajes 17, 18. Yo tenía 28 cuando hice Como un avión estrellado y los personajes andaban cerca de los 20. 

Y ahora tengo 32 y tienen esa edad más o menos. Siempre fue medio cronológico o paralelo. A los 32, retratar la adolescencia que se retrataba en esas dos películas me parece que es retratar una adolescencia que no existe tanto. Incluso Nadar solo es atemporal para la época en la que se hizo. Es una generación más del `90 que del 2000.    

En Excursiones hay un trabajo muy notable sobre la música y aparecen otras artes: el teatro y un programa de televisión.  ¿Imaginás la idea de hacer teatro o tele? 

En cuanto a la tele, justo estamos escribiendo bocetos de algunas cosas. Igual más tiradas a una ficción. En una época iba mucho al teatro, me gustaba mucho. Hay también muchos directores de cine que tienen una formación teatral o algunos que se han animado a dirigir teatro, como Daniel Burman. En el caso de Federico León es al revés, viene del teatro e hizo cine. 

Son mundos que en la película se muestran de manera irónica pero no ácida, me parece. No es una burla directa al teatro off o al teatro de revistas.    

¿Te da cierta seguridad trabajar con actores conocidos?  

Están Santiago Pedrero e Ignacio Rogers, además de los protagonistas.  Forman parte de tu universo.  

¿Hicieron ensayos? 

Hay mucho ensayo. La película se hizo muy parecida al corto. Se trabajó mucho en los ensayos, con improvisaciones que se filmaban. Se veían las escenas o lo que se proponía en cada ensayo o video de lo que terminábamos haciendo. Eso lo pasamos a papel y comenzamos a darle una estructura para crear una forma. Como son pocos los actores, la idea era trabajar con todos por igual. Santiago e Ignacio venían de trabajar conmigo. Piroyansky y Martina no, yo no los conocía prácticamente. Si todos se involucran de una manera parecida en mi forma de trabajo y aportan también cosas, todo se vuelve más rico.  

¿Qué es lo que te llevó a volver a Rocío? 

Volver a esa época, a disfrutar más. Hacer una película un poco más chica, en blanco y negro. Por ahí después de filmar una primera película que te cuesta como mucho, querés filmar otro con más cosas, más grande, con más comodidades. Como un avión estrellado no era eso pero quería ir para una línea más fuerte, yo quería mejorar un poco la imagen de la película, técnicamente quería mejorarla.  

Y esto fue como aceptar las cosas, tocar un poco tierra. Con laburos más caseros, más artesanales y dándole prioridad a cosas como la actuación me parece algo más redituable.  

¿Mirabas tus películas? 

Sí, sí.  Las veía mucho. Las cuatro pasadas que tuvo Excursiones las vi. No me pone mal, al contrario. Son una oportunidad de enfrentar un poco al público y ver cómo funciona esto, cómo funciona aquello…  los chistes…  Sobre todo en esta película.  Una película más “intencionalmente cómica”. Sí, obvio.  

Habían algunos chistes que yo ya sabía que tenían que funcionar. La cosa era hasta dónde funcionaban y hasta dónde funcionaban algunos otros que por ahí cuando unos los filmaba se reía pero bueno, tiene una intención como fuerte eso.  Siento que esta película invita a un público más chico y más grande que las anteriores. Totalmente de acuerdo.    

La película tiene un costado muy melancólico.  

¿En qué parte de esa melancolía te reconoces? 

Me parece que en esta cuestión del pasado, de lo perdido, de esta cuestión de volverse a ver con alguien, de algo que te marca y que hay que superar para seguir estando con alguien a quien querés mucho. Creo que son todas cosas que me pasaron a mí y son muy características de separaciones de gente conocida. Creo que ese tono melancólico no sé si está buscado.  

Sale como naturalmente.  Si vos me decís lo del humor, lo tratamos de buscar obviamente. Pero lo otro tiene que ver más con la música, algunos lugares. Más allá de que un reencuentro siempre va a tener cosas melancólicas. Eso tiene que ver con algo que es de uno, como una firma. Yo podría hacer un policial y quizás tiene un tono melancólico. No sé, al asesino le gustaba Radiohead. Algo así.  Son personajes muy tímidos.  Comentaste que los adolescentes de Nadar sólo ya eran anacrónicos.  

Y vos tenés una conexión, una afinidad con la adolescencia.  Viniendo para acá (el shopping del Abasto) observé cómo han cambiado las cosas.  Están los floggers y toda la cuestión de exhibirse. 

En tus películas anteriores no aparecía esto del celular, el fotolog… 

Nooo…  

¿Tienes pensado acercarte a esos otros mundos adolescentes? 

No, para nada. Hoy hablaba de eso, ¿cómo son los pibes de 22 años?    

¿Y qué paso para que termináramos en esto?

No lo sé, no lo sé.  Creo que la tecnología, en esas cosas. Yo el domingo vine al cine y había dos patrulleros, floggers, skaters, bolivianos, peruanos, todas las raíces. Mucho ya no me interesa.  Ya en mi segunda película había mucha menos gente interesada en ese mundo. Tampoco era masoquista, pero a mí me dejó de interesar porque no me genera nada. El mundo adolescente actual no es muy productivo. No los veo muy productivos. Me parece que la generación del ’90 sí tenía algo medio escondido.  

Creo que se en el rock, en los escritores, esa gente sí tenía la timidez que decís, algo que estaba pasándoles por dentro. Creo que a los pibes de hoy no les interesa ni el cine ni nada, viste… No hay curiosidad por eso. Yo iba al secundario y me daba curiosidad ir al cine. No era un gran lector, iba al cine más comercial, pero sí había algo que te despertaba a ir al video club. Había algo más romántico que tenían los `90 que tienen también que ver con los lugares de veraneo…  Y había una idea de pertenencia.  Antes te pasaban un cassette o un cd, ¿hoy qué te pasan, un archivo? Totalmente. Te mandan por mail la canción. En un ipod podés tener diez mil quinientos temas y antes era tener un grabador o un wakman. Eso cambió. Antes se arreglaban las cosas, ahora se tiran y se compra algo.    

Cuando comenzaste a hacer películas se comparaban con las del cine indie norteamericano.  ¿Pensás continuar en esta línea más despojada, más minimalista? 

Esta película es más clásica y narrativa, tiene más conexión con el cine americano que con el europeo. Tiene más que ver con Kevin Smith, Jim Jarmusch…  A mí me gusta mucho la comedia americana actual. Me pasa eso ahora y a los 30.  Jarmusch me gustó siempre.  Te gusta trabajar en fílmico. Sí, me encanta.    Muchas películas de este BAFICI están hechas en HD.  

¿Te gustaría transitar otros formatos? 

Por el momento es algo que quiero, pero también se tardan las películas en hacerlas en fílmico, está la cuestión del Instituto del Cine. Hacer una película en fílmico y pasarla en HD es como raro. Mientras pueda voy a hacerlas en fílmico, pero por una cuestión de costos en cada vez más difícil. Las escenas de corto se hicieron en 8 mm y hubo que ampliarlas a 35. Es como todo muy artesanal, en un mundo en el que todo es inmediato.    

Por último, ¿qué te generan estos dos personajes de Excursiones? 

Me transmiten algo muy fuerte sobre la amistad y la necesidad de en determinado tiempo de tener que superar algunas cosas. Estar a los 30 y necesitar afectos masculinos. No importa si uno escribe en la tele y otro hace teatro, ¿por qué separarnos?