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2010-09-02 00:00:00

In memoriam: Germán Dehesa, encantado por el cine

Por Leticia Carrillo   

El dramaturgo Germán Dehesa falleció, víctima de cáncer, la tarde del jueves 2 de septiembre a los 66 años, la víspera de la realización de un homenaje (hoy postergado) por parte de la Universidad Nacional Autónoma de México, su alma mater, quien resaltaría “su destacada trayectoria como periodista, escritor y universitario”; y a tres semanas de ser reconocido como Ciudadano Distinguido de la Ciudad de México.   

Quien fuera columnista del diario Reforma, destacado promotor cultural y autor de los libros 'Fallaste corazón' y 'Las nuevas aventuras de Principito', es recordado en el cine mexicano por su participación en la comedia ‘Cilantro y perejil’, cinta de Rafael Montero protagonizada por Arcelia Ramírez y Demian Bichir, en la que interpreta a un psiquiatra que explica las crisis de las parejas en el México actual.   

Sin embargo, el también ganador del Premio de Periodismo Rey de España, también actúo en 2003 en el corto ¡Ay del Amor, ciego, eterno y fantasmal cual abandono! (Luis Garza), en el que su personaje, David Navarro González, se ve involucrado en un dramático triángulo amoroso.   

A continuación reproducimos un texto publicado por el sitio Debate.com.mx el 25 de junio de este año, en el que Germán Dehesa escribe, con su característico humor ácido, acerca de su infancia y el cine:   

En los cines de mi infancia solían tener la muy plausible costumbre de pasar, entre función y función, una ringlera enorme de "avances", "cortos", noticieros y ¡lo mejor!, pasaban caricaturas "de animalitos". Al paso del tiempo, estas costumbres fueron siendo abandonadas, las edificaciones mismas de los cines perdieron su épico esplendor y a la magnificencia de un Real Cinema sucedió el pobrediablismo de los mugrosos cinitos para cuarenta personas. Por aquellas épocas yo descubrí varias cosas: a) me encantaba el cine y no le hacía ascos al cine nacional; b) me encantaban los cines inmensos, así como para organizar en ellos convenciones priistas; c) esos instantes de progresiva oscuridad que eran el anuncio de que la película estaba por comenzar fueron para mí el primer modelo de lo que habría de ser un orgasmo, o, si me apuran, el acto de morir. d) muchas películas me resultaron enormemente aleccionadoras. Por nombrar alguna, nombro "Tierra de Faraones" donde el tema central era el emperramiento de un faraón por construirse una pirámide más grande y aparatosa que la de su antecesor. Según se podía ver, acudían miles de chancludos a trabajar en la nueva obra. Al principio, la tarea me llamó la atención y me puse a pensar cuánto pagarían por trabajar ahí. Cuando en una cruda escena percibí que la única paga era una bola de latigazos mecos, decidí que ésa no sería mi profesión. Muchas cosas buenas y malas aprendí en las salas cinematográficas, pero todo esto ocurrió en las magnificentes y no en las viles ratoneras que sobrevinieron luego.   

En la actual etapa de mi vida he optado por cancelar radicalmente mi visita a las salas de exhibición cinematográfica. Mi modus operandi consiste ahora en rentar o adquirir la versión DVD de la película que deseo ver y esperar el momento prudente para verla. Normalmente, este momento prudente se presenta hacia las tres de la mañana, hora a la que no será difícil encontrarme frente a mi majestuoso aparato televisor. Éste ha sido el gran remedio de mis insomnios y soledades nocturnas, aunque estoy abierto y dispuesto a analizar y sopesar otras posibilidades de aprovechamiento del espacio nocturno.   

Y pensar que todo este arrebato poético que te acabo de endilgar, lectora lector amado, en sus humildes orígenes lo único que quería ser era un acto de nostalgia de aquellos paquetazos de cortos, noticias y caricaturas que se exhibían, a modo de prólogo, en los cines de mi infancia y de la de muchos de ustedes. Y todo esto quería fungir como una soterrada petición para López Dóriga y sus congéneres, de modo que no se arrancaran en tono mayor como lo hacen, sino que antes pudiéramos dedicar, aunque fueran dos o tres minutos para platicar de asuntos más menudos y menos broncíneos que son los que constituyen una noticia.   

En fin, cada quien consigue su información como va pudiendo, pero por eso ¡ojo!, armamos también tamaños tubérculos a partir de pequeñeces y naderías. Seamos cautos y proclives a la incredulidad. Esto no es el cine (desgraciadamente) ésta es la vida, la que compartimos, la nuestra. ¡HOY TOCA!   

EN LA IMAGEN: Germán Dehesa