Cinecrítica: Baaria, de memorias con estridencias sicilianas
Por Perla Schwartz
Fue en 1987 cuando el cineasta italiano Giuseppe Tornatore saltó a la fama mundial con su entrañable película “Cinema Paradiso”, una visión nostálgica e impresa de gran ternura sobre el séptimo arte. Desde entonces, pienso que nunca ha levantado el mismo vuelo, sus películas se quedan a medio camino a pesar de tener la gran virtud de saber filmar, tal vez sea porque sus historias no son lo suficientemente profundas para convencer.
Esto vuelve a suceder con su más reciente entrega, “Baaria”, filme que llega con algo de retraso a nuestras pantallas (se estrenará el próximo 17 de diciembre), y a pesar de haber sido candidata, en 2009, al Globo de Oro a la mejor película extranjera. Se trata de un fresco histórico --un poco en la línea de “1900”, de Bertolucci-- que resulta una película en exceso larga, algo tediosa, y muy estridente.
Por supuesto no podían faltar algunos guiños para el cinéfilo de corazón, como las películas que se proyectan en una sala improvisada, o cuando dos niños se intercambian fotogramas de películas como de “El bueno, el malo y el feo”, “Jason y los Argonautas” o “¿Quién teme a Virginia Woolf?”
Sin embargo, “Baaria” tiene muchas secuencias muy exaltadas, exacerbadas, con claras “estridencias sicilianas”, que llegan a molestar e incomodar.
Estoy de acuerdo, de que el artista debe de filmar de lo que mejor conoce, pero si lo hace, al menos que profundice y sintetice, ver una película debe implicar cierto placer y no causar tedio.
Lo que es innegable es su gran factura: la fotografía de Enrico Lucidi, la recreación de época, los tonos sepias que nos conectan de inmediato a la plenitud de la nostalgia, de lo que fue y se ha perdido en la nebulosa de los tiempos.
Pero son tantas las historias
que Tornatore nos busca contar, que muchas de ellas no las logra
redondear lo suficiente, y se quedan a medio camino, entre un
costumbrismo excesivo y un drama, que en un momentos resulta
artificioso y lacrimógeno.
Baaria
Italia, 2009. Dirección y guión: Giuseppe Tornatore. Música: Ennio Morricone, Fotografía: Enrico Lucidi. Intérpretes:Francesco Scianna, Margareth Madé, Raolul Bova, Ángela Molina. Duración: 150 minutos.