El portal del cine mexicano y mas

Desde 2002 hablando de cine



Noticias

2010-12-13 00:00:00

A propósito de Fellini y 8 1/2

* Todo Fellini, todo diciembre. Lo que piensan de él los cineastas mexicanos. Segunda Parte.
 
Por Ulises Pérez Mancilla
 
Correcamara continúa invitando a los cineastas mexicanos a escribir su sentir sobre el cine de Federico Fellini. Algunas veces fascinados por la magia, objeto de inspiración y respeto; otras, abrumados por no poder atender al llamado, pues el cine de Fellini no es imprescindible a sus ojos, si acaso una mera referencia académica para ellos; toca el turno pues al realizador zacatecano Iván Ávila, director de Adán y Eva (Todavía) y La sangre iluminada, que ha elegido una peculiar presentación de 8 ½, programada dentro de la retrospectiva Tutto Fellini el 19 de diciembre en Cineteca Nacional.  
 
A continuación, su texto íntegro: 
 
8 ½ de Federico Fellini
 
Guido, un director de cine al que todos reclaman no haber filmado nunca una historia de amor, se encuentra preparando un nuevo proyecto en medio de una tremenda crisis creativa, en la que duda de cada idea que surge y cada palabra que escribe. En consecuencia su estado de salud se ha deteriorado. La lucha de Guido es antes que nada con su propia imaginación. Trata de vivir en la realidad cotidiana, pero todo aquello que le sucede es susceptible de ser imaginado útil para formar parte de esta nueva película, y trata de encontrar esa justificación en sus recuerdos más antiguos. Sin embargo en el equipo de producción hay un escritor que critica duramente cualquier asomo de idea y lo ridiculiza. Es un escritor que a pesar de estar en los mismos lugares que el resto del equipo, sólo parece interactuar con Guido, algo más parecido a su conciencia o a su autocrítica.
 
GUIDO
 
(Para sí mismo)
 
Una crisis de inspiración. ¿Y si no es pasajera señor?
 
Si es el desmoronamiento final de un mentiroso sin talento.
 
En oposición al escritor que lo acosa constantemente con comentarios mordaces, y a la preocupación del productor por los 15 días de atraso en el arranque de la película, Guido imagina a una enfermera llamada Claudia, que parece dispuesta a ayudarlo en todo. Guido la observa mientras ella le prepara la cama y coloca sus pantuflas cerca del sillón y le dice con cierta resignación:
 
GUIDO
 
Supongamos que usted sea la pureza, lo espontáneo.
 
¿Qué diablos significa ser sincero?
 
Claudia le besa las manos, la frente.
 
CLAUDIA
 
 Vine para nunca más irme.
 
Quiero poner orden, quiero hacer limpieza.
 
La confusión de Guido se acrecienta, busca una respuesta en todos lados, entre todas la personas que lo rodean y sólo consigue envolverse más en su confusión.
 
EL COMENDADOR
 
Usted quiere narrar la confusión que un hombre trae para dentro de sí. Sólo que necesita ser claro, legible, si no, ¿para que sirve?
 
GUIDO
 
Eminencia, yo no soy feliz.
 
CARDENAL
 
Y por qué deberías ser feliz, tu tarea no es esa. ¿Quién dice que venimos al mundo para ser felices?
 
GUIDO
 
Mis ideas parecían tan claras. Yo quería hacer una película honesta, sin ninguna mentira.  ¿En qué momento equivoqué el camino?
 
En medio de la presentación de la película a la prensa, cuando Guido por fin tendría que explicar sus ideas,  termina huyendo por debajo de la mesa.
 
PERIODISTA
 
¿Puede admitir abiertamente que no tiene nada que decir?
 
PERIODISTA II
 
El está perdido, no tiene nada qué decir.
 
En la peor de las crisis, cuando la película ha sido cancelada y se ordena la destrucción de la torre, Guido concluye:
 
Cómo me gustaría saber explicar. Más no sé decir. Pronto, todo está de nuevo como antes, todo está confuso. Más esta confusión soy yo. Yo como soy y no como quería ser, y no tengo miedo de decir la verdad, aquello que no sé, que busco y no encontré (…)
 
La vida es una fiesta, vamos a vivirla juntos.
 
En plena derrota, por fin sucede la película que Guido reprimía y que sólo parece factible en su mente, en su imaginación, sus personajes lo envuelven en una escena que mantiene ese tono lúdico y que encierra todo el hedonismo que Guido ha tratado de ocultar, que se niega a dejar salir. Ese mundo propio, esa interpretación de la vida que nadie parecía entender y que sólo es factible en imágenes en movimiento.
 
Es la historia del gran fracaso de un director. Pero eso, en manos de Fellini, siempre es más semejante a una gran fiesta musicalizada por Nino Rota.