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Reporte de la semana

2010-12-14 00:00:00

No soy religioso, hombre de fe sí o no me dedicaría al cine: Gutiérrez Arias

* Este 17 de diciembre, llega a salas la nueva versión de Marcelino, pan y vino dirigida por él.

Por Ulises Pérez Mancilla 

La puesta al día de Marcelino, pan y vino “obedece principalmente a razones comerciales, de retomar un melodrama familiar que en el cine nacional es un género bastante abandonado”. José Luis Gutiérrez Arias, director de “Todos los días son tuyos”, siempre ha sido un realizador congruente con su carrera, forjada en trabajo constante y oficio. Poco a poco, se ha colado en la lista de los cineastas más solicitados, al grado que este año, se dedicó simultáneamente a la postproducción de dos cintas dirigidas por él: “Abril y Mayo” y “Marcelino pan y vino”, que se estrena este fin de semana.   

¿Cómo llegaste al proyecto de “Marcelino pan y vino”?  

Mikel García Bilbao y Agustín Pérez Santiago me invitan a dirigir está nueva versión a mediados del año pasado (2009) después de evaluar la narrativa en la realización y el tratamiento de la imagen de mi primera película “Todos los días son tuyos”, a pesar de que el género es diametralmente distinto y que mi segunda película “Abril y Mayo” -aún en postproducción- es también un thriller, incluso aún más violento; quizá si hubieran visto algo de “Abril y Mayo” se la hubieran pensado dos veces (Ríe).  

¿Viste la versión española?, ¿qué buenos recuerdos tienes de ella? 

La había dejado de ver hace muchos años y le hice una sola revisión sólo para constatar que la adaptación de esta nueva versión está muy lejos de la versión original. El recuerdo que tengo de la película me fascina por el tratamiento sobrenatural en el que el director utiliza recursos del suspenso en una fotografía en blanco y negro de alto contraste, más cercanos al film noir que al neorrealismo tan en boga en la producción fílmica de aquella época. Cuando era niño no me daba cuenta, era todo un misterio, como un sueño que se repetía cada semana santa y navidad.

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¿Batallaste a la hora de trabajar con tu pequeño actor? ¿cuál fue tu método para enamorarlo del cine a tan temprana edad?

No batallé nada con Mark, es un actor nato y muy intuitivo, prácticamente lo traté como al resto de los actores y creo que esto le gustó; se sentía respetado y aunque no tenía experiencia cinematográfica, aprendió rapidísimo. Desde que lo vi en el casting pensé “Es él…” no sólo por el físico, sino por la atención real que ponía a todas y cada una de mis palabras, su retención de diálogos y su memoria corporal, cualidades que son muy raras de encontrar en cualquier persona que no tiene una capacitación actoral y menos si es un niño tan pequeño.

 

¿Eres religioso?

Religioso no, hombre de Fe, si y mucha, si no lo fuera no me dedicaría a esto… (Más risas).

 

¿Qué te impacta de una historia como esta, crees que su mensaje sigue vigente?

Siempre me asombra el punto de vista de los niños respecto a casi cualquier cosa; la comprensión de las cosas de acuerdo a su corta vivencia, incluso el como ven la vida desde su altura física. Lo que los adultos podemos considerar insignificante, para ellos es importantísimo y viceversa.  Si de algo estoy seguro es que yo no hice esta película con la intención de adoctrinar a nadie respecto a la religión católica, ni mucho menos; si hay un mensaje en esta película, este sería el volver a mirar la vida -por lo menos de vez en cuando- como lo hacen los niños.

 

¿Qué expectativas tienes con respecto a crítica y público?

Honestamente te digo que mis expectativas ya están satisfechas desde la preparación de la película, la filmación y hasta los últimos procesos de postproducción. Sé que van darse las comparaciones pero tengo claro que, salvo la anécdota, no hay margen de comparación, nuestra versión de “Marcelino, Pan y Vino” es otra película, desde el lugar geográfico y la temporalidad, el tono y el tratamiento dramático del melodrama, la estructura argumental, la fotografía a color y la dirección de arte en una paleta influenciada por la foto monocromática de los fotógrafos de la Revolución Mexicana, entre otros aspectos. Se está buscando el favor del público. En el caso de nuestro primer escenario -el nacional- estamos a la espera de que el público se identifique con la identidad mexicana que le dimos a la película, que sientan a esta versión de Marcelino, Pan y Vino, totalmente mexicana.

 

Se estrenará tu tercera película antes que la segunda, ¿Te hubiera gustado que como público, conociéramos tu trabajo cronológicamente?

Me siento afortunado de haber filmado tres películas en cuatro años, es un privilegio si tomamos en cuenta las pocas oportunidades que hay ahora en nuestro país para hacer cine, aunque en los últimos años se ha incrementado la producción fílmica. Me queda claro que estrenar la tercera película antes de la segunda se debe estrictamente a razones comerciales, y a que navidad sea la época propicia para el estreno comercial de “Marcelino, Pan y Vino”. “Abril y Mayo”, mi segunda película, la filmé apenas a finales del 2009 con expectativas de estrenar antes de mediados del 2011, lo cual es un tiempo razonable en la producción y exhibición de películas nacionales.

 

¿Cómo va la postproducción de Abril y Mayo?

“Abril y Mayo” está detenida en los procesos de diseño sonoro y composición musical de los últimos temas de la película, en parte por la falta de recursos económicos, pero sobretodo porque ya tenía encima la postproducción de “Marcelino…” . Aunque sobrellevé las dos postproducciones al mismo tiempo por algunos meses, llegó un punto en que era humanamente imposible darle seguimiento a ambas. Trabajar simultáneamente dos películas es terriblemente agotador, pero uno soñó y estudió para verse en esta situación ¡Y haciendo cine, que mejor! Aprender a separar procesos, equipos de trabajo, niveles de producción, músicos y fotógrafos distintos, una película más comercial como “Marcelino…”, una más independiente y de género como “Abril y Mayo”, en fin, espero volver a estar en situaciones parecidas los próximos años.

 

Eres hasta ahora el director de una ópera prima del CUEC que ha podido dar mayor constancia a su trabajo en el set, ¿cómo tomas eso?

Creo que las oportunidades que se dan para filmar una película después de la primera, no tienen que ver con ser director de ópera prima del CUEC o del CCC, eso es circunstancial; en todo caso tienen que ver con aspectos muy importantes que se desarrollan a la par del talento y la disciplina de trabajo, y este es el de las valiosísimas relaciones públicas para levantar una película, o para que te ofrezcan dirigir uno, así como el consolidar y mantener “enamorado”  de tus proyectos a un sólido equipo de trabajo y esto es algo que nadie te enseña en las aulas. No soy el único egresado del CUEC recientemente que tiene más de una película filmada y estrenada, y que me animo a pensar quizá trabajan de la misma forma, Alan Coton y Julián Hernández, por ejemplo.

 

¿Cuáles son tus obsesiones como autor y cómo las empatas en trabajos tan disímbolos entre sí?

Después de mi primera película “Todos los días son tuyos”, “Abril y Mayo” y “Marcelino, Pan y Vino” son dos películas que me ofrecieron para dirigir, aunque “Abril y Mayo” por momentos la considero más autoral, incluso que “Todos los días…” Esto no quiere decir que una película como “Marcelino…” no tenga esencia de mis obsesiones, estilo fílmico y puntos de vista como autor, pero estoy consciente que es una película de fin comercial, con una clasificación de público previamente concebida y en la cual los productores toman decisiones –y están en su derecho- que no necesariamente las compartiría, pero que tan poco llegan al punto de conflictos irreconciliables.

 

El futuro de José Luis Gutiérrez a corto plazo es harto prometedor. No sólo espera el estreno de Abril y mayo, sino que comienza a dar sus primeros pasos como productor, con un par de series de televisión documental, una de ellas “De Voz en voces” para la cual se ha asociado con la productora NPU Nexus; la otra, “Travesías México”, un programa de turismo en México. Entre sus proyectos de cine, se encuentra la adaptación de una novela policiaca, que además de dirigir y escribir, le gustaría igualmente producir. A cuatro años de debutar como realizador, Gutiérrez Arias evalúa así el camino recorrido, a unos días de estrenar “Marcelino, pan y vino”: “Mi mayor aprendizaje en estos años, es ver mi labor de director como un oficio, sinceramente y sin falsa modestia. Yo no sé arreglar zapatos con la destreza del zapatero de mi barrio, ni elaborar y exponer una teoría como un Doctor en Física Cuántica de la UNAM, ni hacer y añejar mezcal como un maestro mezcalero de Oaxaca (Me encantaría…) Yo sé contar historias con imágenes y sonido, aprendí este oficio como todas estas personas que acabo de mencionar aprendieron el suyo. Creo que la mayoría de los maravillosos cineastas de la primera mitad del siglo pasado, siempre vieron la labor del director desde este punto de vista, cuando ser director de cine no se aprendía en las escuelas, y aunque la docencia fílmica es valiosísima, no sé en que momento empezó a proliferar la dañina idea de que convertirte en estudiante de cine y después dedicarte a ello, te hace un ser tocado por Dios”.