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2012-02-24 00:00:00

La literatura de Felipe Cazals

Por Javier González Rubio Iribarren

Los guiones son un instrumento imprescindible para contar una historia en el cine. Es difícil que se lleve a la pantalla una película carente de guión, aunque muchas veces nos parezca que así fue.

Las películas no pueden tener vida sin guión, pero ahora nos encontramos con cuatro guiones que hablan o pueden hablar por sí solos.

El mundo del cine está atiborrado de guiones que en lugar de ir a la pantalla fueron al cajón. Guiones que no corrieron con más suerte que el olvido. No puedo dudar, por los guiones que he leído, que entre todos esos montones haya varios que debieron haber tenido un mejor destino.

Tenemos también una gran cantidad de guiones infumables que nunca se debieron haber filmado. Todos los espectadores hemos caído en la trampa muchas veces y presenciado películas que en realidad nos estaban haciendo pagar una especie de adelanto de la condena eterna.

Sabemos que eso sucede también con incontables novelas, cuentos, obras de teatro etcétera.

Pero hay situaciones extrañas en las que nos encontramos ante excelentes películas y con excelentes guiones, lo que generalmente suele estar íntimamente vinculado. Y cada una o uno hablan por sí mismos. Este es un privilegio del que pocos cineastas en el mundo pueden presumir: que los guiones de sus películas resistan la fuerza del papel y el pase de páginas en una lectura interesada.

Hace años tuve la fortuna de escribir el prólogo a la edición del guión de “El callejón de los milagros”, de Vicente Leñero. Un guión, a mi juicio, excepcional en el melodrama mexicano. En la presentación correspondiente afirmé que un guión de cine puede ser una obra literaria.

Todos sabemos que es más difícil, por lo general, leer teatro que narrativa. Lo que no entiendo es por qué nadie pone en duda que una obra de teatro, se escenifique o no, es una obra literaria del género dramático. El teatro también se lee. ¿Por qué un guión de cine no puede ser una obra literaria? No lo entiendo.

Ahora tenemos la fortuna de poder leer cuatro guiones cinematográficos que tienen un valor creativo en sí mismos, más allá de las películas a las que dieron origen y que a su vez son, por decir lo menos, excelentes.

Creo que el cineasta Felipe Cazals se nos presenta ahora como el escritor Felipe Cazals, con cuatro guiones de su autoría. Obras escritas una vez que por distintas razones decidió prescindir de la colaboración de guionistas profesionales, algunos de gran talento, como había hecho anteriormente. Las razones que haya tenido para ponerse a escribir sus historias él solo aquí no vienen al caso. Lo importante es que haya hecho esos guiones y que ahora podemos leerlos y disfrutarlos.

Me voy a atrever a citar algunos fragmentos elegidos como pruebas del carácter literario, desde mi óptica, de estos guiones.

Primero un extracto de "Su Alteza Serenísima".

2. INT . DORMITORIO – PLANTA ALTA – CASA A.S. – AMANECER

… Antonio López de Santa Anna reposa desnudo. Ha fallecido a los ochenta años de edad. Tres viejecitas, con pañuelos remojados en agua de menta, le tallan las axilas y las ingles al cadáver. Sentado. Echado para adelante. Boca abajo. Sobre un costado y, de nuevo, boca arriba. La tarea se realiza en absoluto silencio. Se escucha el sordo golpetear del muñón de la pierna izquierda contra la afelpada colcha.

Las tres viejecitas se toman un descanso. Sentadas sobre el borde de la cama, observan al difunto con curiosidad.

LA FLOR (fuera de cuadro) Quitemos la acotación. No nos importa. Sólo leamos lo que dice.

“Como si fuera otro soldado más, marchó al lado de sus compañeros de armas hasta las márgenes del río San Jacinto y, entre los escombros donde se quiere sepultar su gloria, entre los desiertos donde se pretende empañar su brillo, entre los hondos ríos que se tiñeron con la sangre de los mexicanos defendiendo a Tejas, Santa Anna, vencedor o vencido, libre o entre cadenas, nunca desmereció el nombre de Mexicano, del cual se enorgulleció”.

6. INT . PR IVADO – PLANTA ALTA – CASA A.S. – MED IA MA ÑANA

CÁMARA abre describiendo la mesa propuesta para el desayuno del general Santa Anna. Están alineadas generosas porciones de la mejor gastronomía veracruzana en el siguiente orden: primero, las tortitas de tismiche; luego, los bocoles de Papantla1; después, un guatape de camarón y, por último, el inevitable budín jalapeño. Un gran vaso de cristalería verde a medio llenar y una botella de burdeos.

CÁMARA termina su recorrido con la presentación del general: Santa Anna (tres días antes de su fallecimiento) dando cuenta, a cucharazos, de un chilpachole de jaiba. El anciano amaneció de muy buenas y con gran apetito.

Un haz de luz mañanero cae a plomo sobre la mesa y su único comensal.

Apreciamos la glotonería escandalosa del general. Entre cucharadas, apunta su mirada en dirección a un hombre sentado, un poco más allá, en la oscuridad.

CÁMARA registra al padre penitenciario de la Colegiata de la Basílica de Guadalupe.

Tendrá escasos cuarenta años. Es moreno, de buena estatura, y bilioso. Su nombre es Celio Anfosi. No viste los hábitos y, con actitud consternada, delata su abierta aversión por el espectáculo que ofrece Santa Anna comiendo.

Más atrás, casi en la penumbra, las viejecitas II y III esperan de pie para recoger el servicio.


"Digna hasta el último aliento" es una película con ficción y con elementos documentales, una mezcla imprescindible para poner sobre la mesa de discusión la verdad del trágico fin de esa inolvidable luchadora social. Por sus propias características de género es un guión que rompe con los anteriores y que no puedo considerar, en este caso, literario sino más bien periodístico, entre la crónica y el reportaje. Pero el que no sea literario sino periodístico no impide ni mucho menos su lectura fluida, intrigante, inquietante.

Pasemos ahora a "Las vueltas del citrillo", una película en la que, como dice Leonardo García Tsao –lo cito-  “ en el texto que la presenta,  es palpable que no estamos ante una película convencional. Los diálogos abundan en términos, retruécanos y refranes que nadie en México utiliza desde hace cincuenta años, por lo menos. Para apoyar la verosimilitud de los mismos, el guión del propio Cazals ha hecho una labor de arqueología lingüística, rescatando un modo de hablar del mexicano que ha desaparecido casi a la par de las pulquerías, ahora en vías de extinción. (Según el propio director, ese barroquismo verbal fue motivado, en parte, por la pobreza del idioma coloquial utilizado en el México actual, cuando el término 'güey' puede servir igual de sustantivo, verbo, preposición, adjetivo e interjección. Era en otras épocas cuando parecía chispear el ingenio popular.)”

Las vueltas del Citrillo parece tener sus fundamentos en la novela picaresca española, lo que no excluye ni mucho menos, a la también riquísima picaresca de Fernández de Lizardi.
Así como ven a Felipe, serio, adusto, ahí sentadito, también es capaz de mucho humor.

12. EXT. CHOZA del ciego – Descampado – noche

Reculando y a tropezones, sale de la choza el dijunto Melgarejo.
Con firmeza, la mujer enrebozada lo va desplazando con la punta del estandarte. Un amago más, y el dijunto Melgarejo pierde el equilibrio para desplomarse penosamente
sobre el suelo.

Luego, y con desprecio, la mujer enrebozada le avienta su estandarte. Entra de nuevo a la choza dejando la puerta abierta.

SARGEN TO COLLAZO (fuera de cuadro)
Ya ni se despidió, decía… pues los visajes del ciego aquel… le daban como un gran hervor en sus adentros. Y allí mismo, viendo esos infiernos, le juró al San Miguel no volver a beber nunca jamás pa' poder olvidar aquellas visiones.

CÁMARA describe al dijunto Melgarejo beodo y perplejo.

Con enojo, se desprende del rosario morado, pierde el equilibrio y, de nuevo, se derrumba sobre el suelo. Luego, y dando tumbos, el dijunto Melgarejo se deshace con frenesí de su
atuendo de nazareno en tanto se va alejando de la choza.

SARGEN TO COLLAZO (fuera de cuadro)
Ahí luego decía el dijunto que ya no le tenía esperanza al San Miguelito. Quesque le salió vano el santito… Puro cuento, decía.


Por una comprensible falta de tiempo, ya no me referiré a "Chicogrande"; sólo diré que su guión contiene la tensión dramática que se aprecia a lo largo de toda la película y que tiene las mismas virtudes literarias que Su Alteza Serenísima y Las vueltas del citrillo. Chico Grande resultó, sin duda alguna, el mejor producto artístico de la fallida conmemoración del Centenario de la Revolución.

En la lectura de los guiones, como en la lectura de las buenas novelas o del buen teatro entra en juego la imaginación del lector, lo que él mismo aporta desde su experiencia a la comprensión y enriquecimiento de lo que lee. Se produce, pues el imprescindible contubernio que debe haber siempre entre el lector o espectador de cualquier obra de arte con la obra producida, observada o leída. Esto propicia que aunque el lector no haya visto la película se entere y siga y participe de la peripecia y la comprenda. Ahora sí que aquí no se puede discutir si es mejor el guión que la película, como tantas veces hemos hecho entre novela y película, una discusión la mayoría de las veces un tanto bizarra puesto que hablamos de dos lenguajes narrativos absolutamente diferentes. Sí, en cambio, un lector no enterado bien podría decir: ¡Ojalá y filmaran este guión!
 Para concluir deseo enfatizar la calidad de la edición elaborada por la Filmoteca de la UNAM. Pocas cosas hoy tan apreciables, ahora que los libros están en la red, como un libro objeto muy bien hecho, limpio, claro, impecable en su formato y en su impresión. No es poca cosa que además de poder tener un libro bueno en su contenido tengamos también un libro bonito, agradable, de esmerado cuidado, con acotaciones puntuales. Así que no sólo Felipe sino también Guadalupe Ferrer, la directora de la Filmoteca de la UNAM, se merece nuestra felicitación.


*Texto leído en la presentación del libro “Cuatro Guiones para Cine”, de Felipe Cazals. 23 de febrero de 2012, Palacio de Minería.