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2018-04-11 00:00:00

«Sin amor» y el desamor constante. Conmovedora hasta el último minuto

Por Ingrid Pohlenz

Una realidad muy difícil a la que se enfrenta un niño es enterarse que no es amado; un tema muy delicado también, considerando cómo el aborto es un acto que raya en lo inmoral, entonces, ¿es moralmente correcto someter a una criatura al abandono en vida y a la violencia de la indiferencia? "Sin amor" (Loveless, 2017) es sin duda una película devastadora que no tiene miedo en tocar estas fibras que se entrelazan en la busca del pequeño Alyosha que se encuentra desaparecido. Dirigida por Andrei Zvyaginstev (Leviathan, The Return), "SIn amor"  fue nominada a un Premio de la Academia de Hollywood en la categoría de mejor película extranjera y fue ganadora del Premio del Jurado del Festival de Cannes.

El invierno se hace presente desde un principio, la soledad se apersona en un río que atraviesa un bosque silencioso: el discurso visual es gélido, metódico, incluso frívolo a ratos, lo que acentúa esta característica en nuestros protagonistas: los padres de Alyosha. Él sabe que ninguno de sus padres quiere hacerse responsable de su custodia después del divorcio y padece de primera mano el abandono. Sus padres, por su parte, han empezado ya a trazar sus vidas con amores nuevos, trazos en los que tampoco figura el pequeño: él se ha enamorado de una muchacha joven que lleva varios meses embarazada de su criatura; ella se arroja a los brazos de un hombre atento y exitoso; ambos están convencidos de que jamás habían estado así de enamorados... ¿y el pequeño? Él se resigna en silencio a la violencia de su madre, a la indiferencia de su padre, hasta que no puede más y se marcha sin dejar rastro.

Algo muy interesante de "SIn amor" es cómo la trama no busca redimir, ni justificar a sus personajes, busca crear un espejo de la sociedad y para su audiencia; el dolor más profundo y la angustia del error no siempre consiguen ser un antídoto eficaz contra el egoísmo, ¿o sí? ¿Y si lo consigue, hasta qué punto? “Un miserable salto de fé”, como dicen en la cinta. Hay algo familiar en esta soledad tan suave en la que habitan los personajes; algo en la naturalidad de este percudido retrato familiar que hace un guiño a la literatura costumbrista rusa tan ilustre de antaño, a su manera contundente de exponer un problema social y moral. La cinta es muy recomendable: es oscura, crítica y conmovedora hasta el último minuto.